Por otro lado, la mayor parte del comercio argentino con Gran Bretaña se realizó sin pago inmediato por parte de este país. El importe adeudado se acreditaba en Londres con garantía oro y dio lugar a las llamadas "libras bloqueadas", cuya compensación llevó a arduas negociaciones luego del conflicto.
Con Alemania y los países del Eje, por el contrario, el comercio prácticamente se interrumpió en los años de la guerra. Desde el punto de vista económico, la Argentina no fue en absoluto neutral y actuó, en el abastecimiento a los países aliados, en una forma similar a los EE.UU. con su ley de préstamos y arriendos, que permitió financiar el armamento militar de esos países sin contraprestación inmediata.
Para completar la comprensión del problema de la neutralidad, es necesario efectuar una breve síntesis de los hechos más importantes que jalonaron la política argentina desde fines de 1939 y de las fuerzas externas e internas involucradas en ellos.
El primer episodio importante se produjo en abril de 1940, debido a una inciativa diplomática argentina: la propuesta de "no beligerancia" que el gobierno de Buenos Aires consultó con Washington y que tenía como objetivo el abandono de una neutralidad estricta. La propuesta consistía en considerar a los países aliados como "no beligerantes". de manera que eso permitiera un flujo mayor de ayuda hacia ellos. Pero el Departamento de Estado desechó esta propuesta porque en la política norteamericana jugaban intereses conflictivos y no estaban dispuestos a ir mas allá por el momento.
En lo interno, se hallaban en pleno período electoral; Roosevelt quería la reelección y había todavía fuertes tendencias aislacionistas en el seno de la sociedad. En lo externo, Washington se conformaba con la ayuda material que ya prestaba a los países aliados. Con todo, unos meses más tarde se invirtió la situación: la entrada de los alemanes en París y el ingreso de Italia en la guerra hicieron que los EE.UU. cambiaran decididamente su actitud, abandonando la prudencia seguida hasta entonces. En junio de 1940 llegó a Buenos Aires una delegación militar norteamericana que propuso a la Argentina formar parte de planes de defensa elaborados por el Pentágono, que incluían incluso la posibilidad de instalar bases en las islas Malvinas. Pero entonces fue la Argentina la que se negó a cooperar, invirtiéndose las posiciones asumidas por ambos países en abril. Una solución distinta de estos episodios hubiera cambiado el curso de las relaciones argentino-norteame- ricanas durante la guerra.
De todos modos, el conflicto principal con EE.UU. en este período se produjo en la Conferencia de Río de Janeiro, en enero de 1942. Allí, la Argentina obtuvo un triunfo diplomático que, según algunos, le costaría caro. Washington propuso que los países de América Latina rompieran relaciones con el Eje solidarizándose con la agresión que ese país había recibido en Pearl Harbor. La cancillería argentina consiguió que se aprobara una moción distinta, en la cual se recomendaba a los países latinoamericanos romper relaciones y dejaba en libertad de acción para hacerlo o no. Hubo dos países que no la efectivizaron en el momento: Chile y Argentina. Fue el inicio del enfrentamiento más importante entre los dos países. que tenía antecedentes en el pasado (recordemos la conferencia de Washington de 1889, los episodios que se desarrollaron durante la Primera Guerra Mundial, la conferencia de La Habana de 1928 o las ya mencionadas de 1936,1938 y 1940), pero que nunca había alcanzado las magnitudes de lo que se desarrolló durante la guerra.
La política de los EE.UU. hacia la Argentina se caracterizaría desde ese momento por la utilización de distintos tipos de medidas diplomáticas (no reconocimiento de nuevos gobiernos, retiro de embajadores) y económicas (discriminaciones comerciales, bloqueo de fondos argentinos en EE.UU., etc.) para sancionar la conducta argentina. Washington denunciaría así a los sucesivos gobiernos de Buenos Aires -primero el conservador y luego el militar- de ser partidarios del Eje, lo que culminó en 1946 con acusaciones que implicaban directamente a altas autoridades de los gobiernos argentinos de la época con el espionaje y la ayuda concreta a las potencias vencidas.
La actitud norteamericana iba a contrastar con la de su principal aliado: Gran Bretaña. La política británica fue muy distinta a la de EE.UU., por varias razones que es preciso enumerar.
En primer lugar, existían distintas percepciones de la realidad argentina. Los británicos nunca compartieron los puntos de vista del Departamento de Estado respecto a los intereses o motivos ideológicos que podían estar detrás de la neutralidad argentina. No pensaban que los gobiernos argentinos fueran pro-nazis u hostiles a los aliados. Ciertos sectores en Inglaterra apoyaron incluso abiertamente a los gobiernos argentinos.En segundo término, los ingleses consideraban que el abandono de esa política de neutralidad podía afectar seriamente el abastecimiento de las islas durante la guerra y causar graves prejuicios económicos a la causa aliada.
En tercer lugar, si bien reconocían que existían en la Argentina fuertes tendencias nacionalistas, preferían no malquistarse con sus sectores dirigentes para no afectar las cuantiosas inversiones radicadas en el país.
Finalmente, estaban también muy alertas respecto a una posible hegemonía económica y política norteamericana en la Argentina después de la guerra. Diversas misiones diplomáticas inglesas al Río de la Plata (como la misión Willingdon de 1940-41) denunciaron no sólo la amenaza del nazismo, sino también los efectos perjudiciales para ellos de la competencia norteamericana y el estrechamiento de vínculos entre Buenos Aires y Washington. El viejo triángulo anglo-argentino-norteamericano continuaba vigente para ellos.
El otro protagonista de la política argentina en esos años fue la Alemania nazi. Existió sin duda una fuerte presencia de intereses vinculados a ese país en la mayor parte de América Latina. Pero en la Argentina, aunque las ideologías de corte fascista o pro-nazi tuvieron cierta influencia en miembros de las FF.AA. o grupos civiles de algún peso político, y especialmente en el último gobierno conservador y en el régimen militar que le sucedió, estos sectores resultaron minoritarios, como lo demuestra la ya profusa documentación y bibliografía sobre la materia. La gravitación económica de Alemania también se vio limitada como consecuencia de las medidas de restricción de las actividades económicas y comerciales con el 111 Reich que debieron implementar los distintos gobiernos de la época ante la presión interna e internacional y la ruptura posterior de relaciones diplomáticas con el Eje.
MARIO RAPOPORT
Universidad de Buenos Aires
http://www.tau.ac.il/eial/VI_1/rapoport.htm
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