martes, 28 de julio de 2009

El Puerto de Santa María de los Buenos Ayres - Parte 4


El primer transatlántico que llega viene de Inglaterra, esto ocurre en 1824. Su nombre es el Condesa de Chester, que trae correspondencia de Chile y de Perú. La llegada de otros buques de ultramar repercute en el ánimo de los porteños, quienes eligen al puerto como escenario de sus entusiasmos. Se funda la Imprenta del Estado y se hace obligatoria la vacunación antivariólica para los alumnos de las escuelas.

En 1825 Brasil declara su independencia y declara la guerra a las Provincia Unidas del Río de la Plata por que esta ha declarado a la Banda Oriental incorporada a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Muy pronto los brasileños establecen el bloqueo a los puertos argentinos. Como consecuencia de este enfrentamiento, en 1828 el Río de la Plata ha quedado partido en dos, dividido en dos puertos, Buenos Aires y Montevideo.

El movimiento portuario crecía y en 1829, el puerto tiene por esta época el siguiente movimiento de importaciones: Gran Bretaña: 4.000.000 de pesos fuertes; Francia: 550.000; Norte de Europa: 425.000; Gibraltar, España y Mediterráneo: 575.000; Estados Unidos: 900.000; Brasil: 950.000; y La Habana y otros países: 425.000.

Un año más tarde Francia, potencia mundial, comienza a influir en el Río de la Plata. Su aparición rioplatense es de franca competencia comercial con Inglaterra. Y si la Rubia Albión tiene buen campo de acción en Buenos Aires, la Francia se asentará en Montevideo, ciudad que comienza un crecimiento vertiginoso merced a la industria de los saladeros. Con abierta ventaja del puerto montevideano sobre el porteño: facilidad de carga y descarga. La competencia entre los dos gigantes de Europa tiene en estas playas mercados diferentes. Francia enfoca los artículos de lujo - telas linos, joyas, etc.- en tanto que Inglaterra insiste en enviar telas de algodón y de lana, utensilios de hierro, artículos de loza, vidrio, etc. Francia no logra romper este mercado, ya que las manufacturas inglesas son en la Argentina artículos de primera necesidad. En la ropa del gaucho -salvo el cuero- todo viene de Inglaterra. Los vestidos de las chinas salen de los telares de Manchester. La olla de la comida, las espuelas, los cuchillos.

En 1831, se concreta un interesante proyecto, tendiente a nacionalizar las rentas de la Aduana del puerto porteño y terminar con el monopolio habilitando el de Santa Fe. Pero esta resolución se derrumba ante el Pacto del Litoral, en el que se reconoce como puerto único al de Buenos Aires. Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires, ha ganado una vez más. Así lo dice el “Diario de la Tarde”, que aparece este año como defensor de los intereses de la Confederación Argentina.

En el año 1832, el puerto adolece de numerosos inconvenientes, no acordes con el papel extraordinario que juega en el ajedrez político y económico del país. La carga y descarga de mercaderías se ven perjudicadas constantemente. El testimonio de un viajero acabado de llegar es muestra elocuente del estado poco progresista de este lugar clave de la metrópoli: “Voy en un buque dinamarqués, miserable en su comida, pero con buena gente del norte. En Punta de Indio divisamos la cruz en el río. Allí tomamos piloto. Al día siguiente avistamos a Buenos Aires, desde el amanecer. A las 10 desembarcamos, después de andar tres millas que dista el fondeadero. La ciudad se elevaba; sus torres, el elemento religioso, el elemento culminante, es lo primero que se muestra al viajero. El río es demasiado bajo, los botes no pueden acercarse, no hay muelle, y el medio inventado de desembarque es muy original. Carretillas tiradas por caballos penetran en el río con el agua hasta el eje, y allí reciben a los pasajeros...”.

En 1840, tras el levantamiento del bloqueo, el arribo libre de los barcos extranjeros al puerto dinamiza muy pronto el mercado porteño y los vecinos se desvelan por ponerse al día en ropas y diversos elementos.

Cinco años más tarde, en 1845, el año político se inicia con el nombramiento del General Paz como “Director de la guerra en nombre de la provincia de Corrientes y de la Revolución Argentina”. La situación existente se agrava y Francia e Inglaterra - perjudicadas por el conflicto - decretan el bloqueo de todos los puertos argentinos y uruguayos. Una expedición anglo-francesa combinada con la escuadrilla que comanda José Garibaldi, remonta el río Uruguay atacando y saqueando a Gualeguaychú. Intenta hacer lo mismo en Paysandú pero es rechazada por el General Antonio Díaz, que ha preparado la resistencia y combate con heroicidad durante una hora. Montevideo sigue sitiada y el General Rivera, que arriesga una salida, es derrotado por un General entrerriano del cual mucho se habla: Justo José de Urquiza. Buenos Aires se conmueve por una noticia que llega de Cádiz, dando cuenta que ha muerto el primer Presidente argentino, don Bernardino Rivadavia.

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