Comenzaron a realizarse campañas militares con la intención de anexar los territorios que se hallaban en manos de los aborígenes. Las más expansivas, efectuadas entre 1858 y 1869, permitieron la incorporación definitiva de 57.000 km2 al dominio provincial.Sin embargo, esos territorios fueron aceleradamente traspasados a manos privadas, transformándose inmediatamente en inmensos latifundios, generalmente dedicados a la ganadería extensiva (1) .
(1) En la zona norte de la provincia, por ejemplo, Mariano Cabal poseía más de 2.000.000 de hectáreas.
Es en este momento en el que el gobierno de la provincia de Santa Fe, decide realizar sus primeras acciones en pos de la colonización de su territorio. La primera colonia agrícola de la provincia, Esperanza, se funda en 1856, pero no es hasta la década de 1870 que la provincia comienza a poblarse.A partir de ese momento, se ponen en marcha dos sistemas de colonización, sobre todo en el centro de la provincia:La colonización gubernamental, que consistía en la venta de tierras a los inmigrantes a precios muy bajos, que no tuvo grandes resultados, ya que las tierras fiscales eran escasas y poco aptas para el cultivo. Por su parte, la colonización oficial, estaba en manos de empresarios privados, pero organizada por el Estado: éste vendía las tierras a un precio conveniente a los empresarios, pero establecía la forma que adoptaría la colonización.Durante la década de 1880 Santa Fe logró un crecimiento espectacular. La “campaña al desierto”, llevada adelante por el Gral. Roca, terminó con la amenaza aborigen y expandió aún más las fronteras, se extendieron drásticamente las líneas ferroviarias y se redujeron los costos de navegación ultramarina. Colateralmente, estos cambios produjeron la triplicación del valor de la tierra y un cambio radical en la forma adoptada por la colonización.
Esto es, la venta de tierras por parte de propietarios se tornó impensable, y las tierras fiscales estaban desapareciendo.En el sur de la provincia, los departamentos General López y Constitución, comenzaron a practicar la agricultura recién a fines de esta década. Por lo tanto, sólo se implementaron allí los sistemas de colonización más tardíos.Para conformar las colonias privadas, el empresario compraba tierras, y las vendía luego de parcelar. Estos empresarios eran beneficiados por el Estado, ya que se los eximía del pago de impuestos por tres años. La condición para ello era que las tierras no fueran arrendadas. Sin embargo, rara vez esta condición fue cumplida. A principios de la década de 1890 aparecen las colonias particulares. Las tierras eran arrendadas, parceladas, y subarrendadas a los colonos. Generalmente, este sistema era puesto en práctica por comerciantes de la zona, lo que derivó en una serie de cláusulas en los contratos que ataban al colono a la empresa.
En este sistema, que fue el más difundido a partir de 1895, el arriendo podía ser pagado en dinero o con un porcentaje de la cosecha, y en ambos casos el arrendatario debía hacerse cargo de todos los gastos. Asimismo, a partir de las obligaciones y restricciones que imponía al chacarero, se fue convirtiendo en obstáculo para la innovación tecnológica, además de provocar bajos niveles de vida, malas condiciones de asentamiento y escasa movilidad social para el trabajador de la tierra.
En el período comprendido entre 1895 y 1914, las tierras volvieron a sufrir un importante incremento en su valor, que se tradujo en el costo de los arrendamientos: mientras que hasta 1895, oscilaba entre un 8% y un 15%, con contratos de alrededor de 6 años; en este período, no sólo aumentó a un 30% como mínimo, sino que, la duración de los contratos era de tres años como máximo, además de estar plagados de una serie de cláusulas que permitían al propietario desalojar al arrendatario cada vez que quisiera.Así, en el último tercio del siglo XIX, Santa Fe, que había sido uno de los estados menos desarrollados de la Confederación Argentina logra convertirse, en la segunda provincia argentina y en el primer productor de cereales del país. Obtuvo, también, una importante expansión comercial y la instalación de industrias dedicadas a la producción de insumos agrícolas.Asimismo, la población de la provincia se cuadruplicó y la cantidad de colonias alcanzó las 350.
Comienza a conformarse un nuevo grupo social, compuesto por inmigrantes agricultores dispuestos a trabajar la tierra, a lograr una mejor calidad de vida que la que podían esperar en Europa, cada uno con sus costumbres, con su lengua. Alrededor de 1910, el sueño de muchos inmigrantes comenzaba a transformarse en pesadilla: para los agricultores arrendatarios del sur de Santa Fe no sólo se volvió impensable comprar tierras, sino que se encontraban sujetos a contratos desmedidos, que coartaban todas sus libertades, que los mantenían viviendo en la miseria, casi esperando todos los días ser desalojados de la chacra por motivos absurdos, sujetos completamente a las decisiones y caprichos de sus patrones. Como corolario de esta situación, la langosta y la sequía hicieron que se perdiera la cosecha de 1911 y los arrendamientos alcanzaron su punto máximo en precio. Esta situación despertó a los arrendatarios, que sintieron la necesidad de gritar basta, que quisieron seguir soñando aquel sueño engendrado en la Europa natal. Vinieron a Argentina para cambiar su situación de miseria y pobreza, y por eso mismo, no estaban dispuestos a conformarse con lo que la realidad les ofrecía.
Creyeron que esta era una causa conjunta. Comenzaron a reunirse, sabían organizarse y lo hicieron aquí, en Argentina, en la pampa gringa, en Santa Fe.
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