En 1817, un norteamericano, el diplomático Henry M. Brackenridge, fue testigo de la extraordinaria difusión que había tenido en el pueblo rioplatense la canción patriótica, con letra de Vicente López y Planes y música de Blas Parera, que la Asamblea del año 1813 había consagrado como Marcha Nacional. Brackenridge viajaba en un pequeño barco desde Montevideo a Buenos Aires y, en el transcurso de la travesía, escuchó las estrofas del himno coreadas espontáneamente por sus acompañantes. El relato de Brackenridge, tomado de su libro Voyage to South America, publicado en Baltimore en 1819, decía:
“Por la tarde, nuestros compañeros, después de beber un vaso de algo estimulante, rompieron con una de sus canciones nacionales, que cantaron con entusiasmo como nosotros entonaríamos nuestro ‘Hail Columbia!’. Me uní a ellos en el fondo de mi corazón, aunque incapaz de tomar parte en el concierto con mi voz. La música era algo lenta, aunque audaz y expresiva... este himno, me dijeron, había sido compuesto por un abogado llamado López, ahora miembro del Congreso, y que era universalmente cantado en todas las provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de la educación de la juventud...”
La necesidad de tener una canción patriótica se sintió en Buenos Aires en 1812, es decir antes de la Declaración de Independencia (que ocurrió el 9 de julio de 1816). Las llamadas entonces Provincias Unidas de Sudamérica se habían dado un gobierno propio el 25 de mayo de 1810, y en 1812 el gobierno del Triunvirato había pedido una marcha patriótica. Unos meses después, en 1813, se reunió una Asamblea Soberana. La Asamblea encargó al abogado Vicente López y Planes la creación de la letra, y luego encomendó al músico y empresario teatral catalán Blas Parera que le pusiera música.
Un musicólogo afirmó hace poco que la obra de Blas Parera
“... es magnífica. La música la compone con los recursos de la ópera, pues en su contenido hay una batalla musical que representa los dos intereses en pugna durante la Revolución. También tiene una transición al modo menor, en el que deja entrever lo turbio de la política de esa época.”
“... es magnífica. La música la compone con los recursos de la ópera, pues en su contenido hay una batalla musical que representa los dos intereses en pugna durante la Revolución. También tiene una transición al modo menor, en el que deja entrever lo turbio de la política de esa época.”
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