jueves, 13 de abril de 2023

El Galeón de Manila. La ruta española que unió tres continentes - Parte 1


Introducción


El Museo Naval presenta con esta exposisión el inicio, desarrollo y desaparición de la ruta comercial que durante 250 años (1565-1815) unió tres continentes. Durante ese período, las naves españolas conectaron Asia, América y Europa a través de dos grandes vías marítimas, la Carrera de Indias y la del Galeón de Manila.

Aunque el descubrimiento de América fue un hito en los logros de la Corona española, ésta nunca abandonó su objetivo de encontrar una ruta marítima hacia la India y China. Y ésta fue también la razón más importante que guio la política exterior de Fernando “el Católico”, ya como regente de Castilla. En 1513, la expedición terrestre guiada por Vasco Núñez de Balboa, con casi mil hombres, atravesó por primera vez el istmo de Panamá. Fue hacia finales de septiembre cuando avistaron el Mar de Sur y tomaron posesión solemne de aquel mar en nombre del rey de España.

Llegado al trono Carlos I, nieto de Isabel y Fernando, envió a Fernando de Magallanes en una nueva expedición a la búsqueda de la ruta que le asegurara el suministro de especias. El empeño seguía siendo arribar a costas de Asia navegando por Occidente. En agosto de 1519, el marino portugués partió de Sevilla y navegó por el Océano Atlántico hacia América. Costeando Brasil alcanzó el extremo sur de este continente –Estrecho de Magallanes- y desembocó en el tranquilo Mar del Sur, que desde entonces será conocido como Océano Pacífico. Siguió su derrota hacia Occidente y descubrió las islas Filipinas. Magallanes fallece tras enfrentamientos con los nativos y es su oficial más experimentado, Juan Sebastián Elcano (Primus Circumdedisti Me), quien finaliza la misión. Después de una travesía agónica, en septiembre de 1522 desembarcan en el puerto de Sanlúcar de Barrameda 18 de los 265 hombres que iniciaron la expedición.

A esta experiencia se sucedieron las de García Jofre de Loaysa en 1525, Álvaro de Saavedra en 1542 y Miguel López de Legazpi, con su piloto y cosmógrafo Andrés de Urdaneta, en 1564. Y ésta fue la que descubrió el tornaviaje: Felipe II ordenó en 1564 una nueva expedición que comandó López de Legazpi, ayudado por el fraile agustino Andrés de Urdaneta, presente también en la fallida expedición de Loaysa. En noviembre de ese año zarparon del puerto de Navidad, en Nueva España (México). Arribaron a Filipinas en febrero de 1565. En junio de ese año partió la nao San Pedro con Urdaneta al timón. El piloto mandó poner rumbo nordeste, encontró la corriente del Kuro-Shivo –o corriente del Japón- navegó entre las latitudes 30º y 39º N. Siempre hacia el este, vieron tierra, la isla Deseada frente a la costa de California. Arrumbaron hacia el sur y anclaron el 1 de octubre de 1565 en el puerto de Acapulco. 

Así pues, en 1565 se estableció la ruta del “Galeón de Manila, la “Nao de China” o “Galeón de Acapulco” que unió Asia, América y Europa, a través de Manila y Acapulco, y que estuvo en servicio hasta 1815.

Un trayecto, el que partía de Cavite, en la bahía de Manila, se iniciaba en junio. Una vez embarcada la mercancía, navegaban por el interior del archipiélago filipino. Recalaban en los puertos de San Jacinto o de Sorsogón para proveerse de víveres frescos y agua y finalizar el reclutamiento de la tripulación.

A veces tenían que esperar más de un mes para vencer las corrientes y salir al Pacífico. Una vez en la latitud 38ºN, entre treinta y cuarenta días más tarde se avistaban las “señas” (unas algas) que anunciaban la proximidad de las costas americanas. Así, tras una travesía de 130 a 200 singladuras, fondeaban en el surgidero de Santa Lucía, en el interior de la bahía de Acapulco. En sus muelles se desestibaba la carga. La que era destinada a la metrópoli, era llevada por tierra siguiendo el Camino de Asia hasta Veracruz, en la orilla atlántica. Ya en este puerto, nuevamente la mercancía era ordenada en los navíos y transportada al principio a Sevilla y, posteriormente, a Cádiz.

En Manila se embarcaban productos del entorno con destino a Acapulco: especias de Ceilán, Molucas y Java; seda, marfil, porcelana, lacas y madreperlas de Amoy (actual Xiamen) y Japón; alfombras, tapices y prendas de algodón de la India y el sudeste asiático. Desde el puerto de Acapulco, en el Galeón de Manila viajaban misioneros, oficiales reales, mercaderes y soldados. También, plata, animales (vacas y caballos) y plantas (maíz, cacao, tabaco, caña de azúcar, tomate, calabaza, pimiento, etc.).

Para el viaje de vuelta, desde Acapulco a Manila, la nave salía en marzo o abril. Buscaba los vientos alisios del este en el paralelo 10ºN del “Mar de las Damas”. Continuaba con rumbo oeste hasta la isla de Guam. Se hacía escala. Seguían hacia el oeste hasta fondear en la isla de Samar. Se alcanzaba el estrecho de San Bernardino y, desde aquí, se llegaba en el mes de junio o julio a la bahía de Manila. Había realizado un recorrido de más de 8.000 millas, en 100/140 singladuras.

Las llegadas del Galeón representaban un gran acontecimiento comercial y social. Los productos eran expuestos y vendidos en ferias y mercados (del Parián en Manila y Ciudad de México), dando lugar a una importante reactivación económica.

Sin embargo y como se apunta en el Prólogo del catálogo de la exposición, “el Galeón de Manila no sólo era portador de valiosas y exóticas mercancías, sino que tuvo un gran impacto espiritual, social, económico y cultural, influyendo en los países que enlazaba en la arquitectura, arte, religión, costumbres, gastronomía…”.

 

Espacios de la exposición

Desde el descubrimiento del Pacífico al tornaviaje.

El inicio de la ruta entre España-América-Asia fue consecuencia de los viajes de Colón por el Atlántico para alcanzar las Indias; del descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico) por Vasco Núñez de Balboa; de la primera vuelta a la Tierra llevada a cabo por la expedición Magallanes-Elcano y de la conquista de México –Nueva España- por Hernán Cortés. 

En 1565 sale de Filipinas el primer galeón con destino a Nueva España. Iba al mando Miguel López de Legazpi y como piloto, Fray Andrés de Urdaneta. Tenían como misión hallar la ruta de vuelta o tornaviaje por el Pacífico. Ya en 1525, Urdaneta había participado en la misión que, dirigida por García de Loaysa, había salido de La Coruña buscando la ruta de regreso por el norte, desde Poniente hasta Nueva España.

 

Los itinerarios del Galeón durante los siglos XVI y XVII

Una vez encontrada la ruta del tornaviaje, el Galeón de Manila se convirtió en la primera línea comercial que unía Asía, América y Europa con sus puertos base en Manila, Acapulco y Sevilla o Cádiz. La nave debía salir a final de junio, primera semana de julio –época de los monzones- del puerto de Cavite, en la bahía de Manila, y  tocar puerto de destino la última semana de diciembre. En el viaje de vuelta, zarpaba de Acapulco en marzo o abril y atracaba en el fondeadero filipino hacia junio o julio.

  

Itinerarios en el siglo XVIII 

Respecto a las rutas, en el transcurso de los siglos XVII y XVIII se probaron otras alternativas con el fin de acortar duración y reducir el contrabando de mercancías que facilitaban la gran cantidad de islas y fondeaderos de la salida por San Bernardino. De este modo, la ruta septentrional, propuesta en 1730, atravesaba las costas noroccidentales de Luzón y salía a mar abierto por los cabos del Engaño y Bojeador. La meridional, planteada en 1773 por Juan de Lángara, fue la que adoptó el navío “Nuestra Señora de la Consolación” (“El Buen Fin”): zarpando de Cavite con rumbo sur hasta doblar Zamboanga (Mindanao), enfilaba al este pasando el norte de Gilolo y Nueva Guinea para aprovechar el monzón austral. 

La instauración de la dinastía de los Borbones, a comienzos del siglo XVIII, trajo consigo un período de recuperación y modernización de la Armada. En este sentido, se dictaron nuevas ordenanzas, se crearon nuevos arsenales (Cavite, en la bahía de Manila) y también escuelas de oficiales y se potenció la construcción naval para plantar cara a ingleses y holandeses, cada vez más hostiles e invasivos. Felipe V implantó en 1721 un nuevo método de construcción de barcos que recogía las enseñanzas, medidas y proporciones establecidas por Antonio de Gaztañeta. Esta medida supuso que, hacia mediados de este siglo, el típico galeón español se había convertido en navío de línea. Las naos tuvieron su sucesor en los galeones hasta final de la década de 1730. Ya en el siglo XVIII fueron sustituidos por navíos, con mayor carga y capacidad de ataque y defensa. 

 

Incidencias en la navegación del Galeón de Manila

A pesar de que los siglos XVI y XVII fueron un período amplio de guerra abierta en el mar, los barcos de la ruta no se vieron muy afectados. No obstante, sí hay que tener en cuenta las siguientes pérdidas:

En 1587 el “Santa Ana” fue apresado por Thomas Cavendish frente a las costas de Baja California

La nao “San Diego” fue hundida en 1600 en la Bahía de Manila por los navíos del holandés Oliver Van Noort

El “Nuestra Señora de la Encarnación”, en 1709, por Woodes Rogers

El “Nuestra Señora de Covadonda”, en 1743, por George Anson

El “Nuestra Señora de la Encarnación”, en el Estrecho de San Bernardino, en Filipinas

El “San Sebastián” y el “Santa Ana” por George Compton en 1753

El “Nuestra Señora de la Santísima Trinidad” en 1762, por Samuel Cornish

 


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