Introducción
El Museo Naval presenta con esta
exposisión el inicio, desarrollo y desaparición de la ruta comercial que
durante 250 años (1565-1815) unió tres continentes. Durante ese período, las
naves españolas conectaron Asia, América y Europa a través de dos grandes vías
marítimas, la Carrera de Indias y la del Galeón de Manila.
Aunque el descubrimiento de
América fue un hito en los logros de la Corona española, ésta nunca abandonó su
objetivo de encontrar una ruta marítima hacia la India y China. Y ésta fue
también la razón más importante que guio la política exterior de Fernando “el
Católico”, ya como regente de Castilla. En 1513, la expedición terrestre guiada
por Vasco Núñez de Balboa, con casi mil hombres, atravesó por primera vez el
istmo de Panamá. Fue hacia finales de septiembre cuando avistaron el Mar de Sur
y tomaron posesión solemne de aquel mar en nombre del rey de España.
Llegado al trono Carlos I, nieto
de Isabel y Fernando, envió a Fernando de Magallanes en una nueva expedición a
la búsqueda de la ruta que le asegurara el suministro de especias. El empeño
seguía siendo arribar a costas de Asia navegando por Occidente. En agosto de
1519, el marino portugués partió de Sevilla y navegó por el Océano Atlántico
hacia América. Costeando Brasil alcanzó el extremo sur de este continente
–Estrecho de Magallanes- y desembocó en el tranquilo Mar del Sur, que desde
entonces será conocido como Océano Pacífico. Siguió su derrota hacia Occidente
y descubrió las islas Filipinas. Magallanes fallece tras enfrentamientos con
los nativos y es su oficial más experimentado, Juan Sebastián Elcano (Primus
Circumdedisti Me), quien finaliza la misión. Después de una travesía agónica,
en septiembre de 1522 desembarcan en el puerto de Sanlúcar de Barrameda 18 de
los 265 hombres que iniciaron la expedición.
A esta experiencia se sucedieron
las de García Jofre de Loaysa en 1525, Álvaro de Saavedra en 1542 y Miguel
López de Legazpi, con su piloto y cosmógrafo Andrés de Urdaneta, en 1564. Y
ésta fue la que descubrió el tornaviaje: Felipe II ordenó en 1564 una nueva
expedición que comandó López de Legazpi, ayudado por el fraile agustino Andrés
de Urdaneta, presente también en la fallida expedición de Loaysa. En noviembre
de ese año zarparon del puerto de Navidad, en Nueva España (México). Arribaron
a Filipinas en febrero de 1565. En junio de ese año partió la nao San Pedro con
Urdaneta al timón. El piloto mandó poner rumbo nordeste, encontró la corriente
del Kuro-Shivo –o corriente del Japón- navegó entre las latitudes 30º y 39º N.
Siempre hacia el este, vieron tierra, la isla Deseada frente a la costa de
California. Arrumbaron hacia el sur y anclaron el 1 de octubre de 1565 en el
puerto de Acapulco.
Así pues, en 1565 se estableció
la ruta del “Galeón de Manila, la “Nao de China” o “Galeón de Acapulco” que
unió Asia, América y Europa, a través de Manila y Acapulco, y que estuvo en
servicio hasta 1815.
Un trayecto, el que partía de
Cavite, en la bahía de Manila, se iniciaba en junio. Una vez embarcada la
mercancía, navegaban por el interior del archipiélago filipino. Recalaban en
los puertos de San Jacinto o de Sorsogón para proveerse de víveres frescos y
agua y finalizar el reclutamiento de la tripulación.
A veces tenían que esperar más de
un mes para vencer las corrientes y salir al Pacífico. Una vez en la latitud
38ºN, entre treinta y cuarenta días más tarde se avistaban las “señas” (unas
algas) que anunciaban la proximidad de las costas americanas. Así, tras una
travesía de 130 a 200 singladuras, fondeaban en el surgidero de Santa Lucía, en
el interior de la bahía de Acapulco. En sus muelles se desestibaba la carga. La
que era destinada a la metrópoli, era llevada por tierra siguiendo el Camino de
Asia hasta Veracruz, en la orilla atlántica. Ya en este puerto, nuevamente la
mercancía era ordenada en los navíos y transportada al principio a Sevilla y,
posteriormente, a Cádiz.
En Manila se embarcaban productos
del entorno con destino a Acapulco: especias de Ceilán, Molucas y Java; seda,
marfil, porcelana, lacas y madreperlas de Amoy (actual Xiamen) y Japón;
alfombras, tapices y prendas de algodón de la India y el sudeste asiático.
Desde el puerto de Acapulco, en el Galeón de Manila viajaban misioneros,
oficiales reales, mercaderes y soldados. También, plata, animales (vacas y
caballos) y plantas (maíz, cacao, tabaco, caña de azúcar, tomate, calabaza,
pimiento, etc.).
Para el viaje de vuelta, desde
Acapulco a Manila, la nave salía en marzo o abril. Buscaba los vientos alisios
del este en el paralelo 10ºN del “Mar de las Damas”. Continuaba con rumbo oeste
hasta la isla de Guam. Se hacía escala. Seguían hacia el oeste hasta fondear en
la isla de Samar. Se alcanzaba el estrecho de San Bernardino y, desde aquí, se
llegaba en el mes de junio o julio a la bahía de Manila. Había realizado un
recorrido de más de 8.000 millas, en 100/140 singladuras.
Las llegadas del Galeón
representaban un gran acontecimiento comercial y social. Los productos eran
expuestos y vendidos en ferias y mercados (del Parián en Manila y Ciudad de
México), dando lugar a una importante reactivación económica.
Sin embargo y como se apunta en
el Prólogo del catálogo de la exposición, “el Galeón de Manila no sólo era
portador de valiosas y exóticas mercancías, sino que tuvo un gran impacto
espiritual, social, económico y cultural, influyendo en los países que enlazaba
en la arquitectura, arte, religión, costumbres, gastronomía…”.
Espacios de la exposición
Desde el descubrimiento del
Pacífico al tornaviaje.
El inicio de la ruta entre
España-América-Asia fue consecuencia de los viajes de Colón por el Atlántico
para alcanzar las Indias; del descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico)
por Vasco Núñez de Balboa; de la primera vuelta a la Tierra llevada a cabo por
la expedición Magallanes-Elcano y de la conquista de México –Nueva España- por
Hernán Cortés.
En 1565 sale de Filipinas el
primer galeón con destino a Nueva España. Iba al mando Miguel López de Legazpi
y como piloto, Fray Andrés de Urdaneta. Tenían como misión hallar la ruta de
vuelta o tornaviaje por el Pacífico. Ya en 1525, Urdaneta había participado en
la misión que, dirigida por García de Loaysa, había salido de La Coruña
buscando la ruta de regreso por el norte, desde Poniente hasta Nueva España.
Los itinerarios del Galeón
durante los siglos XVI y XVII
Una vez encontrada la ruta del
tornaviaje, el Galeón de Manila se convirtió en la primera línea comercial que
unía Asía, América y Europa con sus puertos base en Manila, Acapulco y Sevilla
o Cádiz. La nave debía salir a final de junio, primera semana de julio –época
de los monzones- del puerto de Cavite, en la bahía de Manila, y tocar
puerto de destino la última semana de diciembre. En el viaje de vuelta, zarpaba
de Acapulco en marzo o abril y atracaba en el fondeadero filipino hacia junio o
julio.
Itinerarios en el siglo
XVIII
Respecto a las rutas, en el
transcurso de los siglos XVII y XVIII se probaron otras alternativas con el fin
de acortar duración y reducir el contrabando de mercancías que facilitaban la
gran cantidad de islas y fondeaderos de la salida por San Bernardino. De este
modo, la ruta septentrional, propuesta en 1730, atravesaba las costas
noroccidentales de Luzón y salía a mar abierto por los cabos del Engaño y
Bojeador. La meridional, planteada en 1773 por Juan de Lángara, fue la que
adoptó el navío “Nuestra Señora de la Consolación” (“El Buen Fin”): zarpando de
Cavite con rumbo sur hasta doblar Zamboanga (Mindanao), enfilaba al este
pasando el norte de Gilolo y Nueva Guinea para aprovechar el monzón
austral.
La instauración de la dinastía de
los Borbones, a comienzos del siglo XVIII, trajo consigo un período de
recuperación y modernización de la Armada. En este sentido, se dictaron nuevas
ordenanzas, se crearon nuevos arsenales (Cavite, en la bahía de Manila) y
también escuelas de oficiales y se potenció la construcción naval para plantar
cara a ingleses y holandeses, cada vez más hostiles e invasivos. Felipe V
implantó en 1721 un nuevo método de construcción de barcos que recogía las
enseñanzas, medidas y proporciones establecidas por Antonio de Gaztañeta. Esta
medida supuso que, hacia mediados de este siglo, el típico galeón español se
había convertido en navío de línea. Las naos tuvieron su sucesor en los
galeones hasta final de la década de 1730. Ya en el siglo XVIII fueron
sustituidos por navíos, con mayor carga y capacidad de ataque y defensa.
Incidencias en la navegación del
Galeón de Manila
A pesar de que los siglos XVI y
XVII fueron un período amplio de guerra abierta en el mar, los barcos de la
ruta no se vieron muy afectados. No obstante, sí hay que tener en cuenta las
siguientes pérdidas:
En 1587 el “Santa Ana” fue
apresado por Thomas Cavendish frente a las costas de Baja California
La nao “San Diego” fue hundida en
1600 en la Bahía de Manila por los navíos del holandés Oliver Van Noort
El “Nuestra Señora de la
Encarnación”, en 1709, por Woodes Rogers
El “Nuestra Señora de Covadonda”,
en 1743, por George Anson
El “Nuestra Señora de la Encarnación”,
en el Estrecho de San Bernardino, en Filipinas
El “San Sebastián” y el “Santa
Ana” por George Compton en 1753
El “Nuestra Señora de la
Santísima Trinidad” en 1762, por Samuel Cornish
No hay comentarios.:
Publicar un comentario