sábado, 7 de enero de 2023

El camino de la Bandera: de Rosario a nuestro corazón argentino

 

Este 20 de junio, aniversario del paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano, es también el Día de la Bandera decretado por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, durante la presidencia de Roberto M. Ortiz. 

El 27 de febrero de 1812 en las barrancas del río Paraná, en Rosario, flameaba por primera vez nuestra enseña patria. Sin embargo, no fue aceptada en un primer momento. La Bandera tendría que esperar unos años hasta ser reconocida como símbolo nacional

Su creador, el general Manuel Belgrano, pensó que estaban dadas las condiciones para, de una vez por todas, cambiar el pabellón español de nuestras tropas por una nueva bandera.

 

“Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional.”

Así, informaba al Gobierno, consciente de la necesidad de contar del emblema nacional que nos diferenciara del resto de las naciones del globo.

Una semana antes el Triunvirato, a su pedido, había aprobado el uso de la escarapela nacional con dichos colores mientras Belgrano supervisaba la construcción de las baterías “Libertad” e “Independencia” para proteger el río. No conforme con el simbolismo de esos nombres, creyó oportuno marcar a fuego sus ideales y proyecto de Patria con la creación de la Bandera Nacional. María Catalina Echeverría de Vidal -hermana de su amigo Vicente Anastasio- fue la encargada de confeccionar con telas de la tienda de Pedro Tuella el primer pabellón de dos franjas.

A las 6.30 de la tarde del 27 de febrero de 1812 el General Manuel Belgrano se dirigía con estas palabras a un joven santafesino:

- “Vea si está corriente la cuerda y ate bien la bandera para llevarla bien alto, como debemos mantenerla siempre…”.

Ese joven quien tuvo el honor de izar por primera vez la enseña de la patria naciente, fue Cosme Maciel, máxima autoridad civil presente.

Este gesto soberano no sería acompañado por las autoridades que posteriormente ordenaron que “...haga pasar como un rasgo de entusiasmo el enarbolamiento de la bandera blanca y celeste, ocultándola disimuladamente…”.

Belgrano no se enteró inmediatamente de este apercibimiento, pues ya había abandonado Rosario para hacerse cargo del Ejército Auxiliar del Alto Perú. En el segundo aniversario de la Revolución de Mayo, solemnemente en la Catedral de Jujuy, y ante el canónigo Gorriti hizo jurar y bendecir su Bandera por todos los presentes, autoridades civiles y militares ante un pueblo conmovido. El propio Belgrano volcó en un oficio al Gobierno estos sentimientos:

“Vengo a estos puntos, ignoro cómo he dicho, aquella determinación, los encuentro fríos, indiferentes, y, tal vez, enemigos; tengo la ocasión del 25 de Mayo, y dispongo la Bandera para acalorarlos y entusiasmarlos…”. “A la puerta de mi posada hizo alto la columna, formó en batalla, y pasando yo por sobre las filas la bandera, puedo asegurar á Vuestra Excelencia que vi, observé el fuego patriótico de la tropas, y también oí en medio de un acto tan serio murmurar entre dientes: “Nuestra sangre derramaremos por esta bandera...”.

“La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella... y se harán las banderas del regimiento núm. 6, sin necesidad de que su falta se note por persona alguna; pues si acaso me preguntan por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y cómo ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con la que le presenten”.

Sin embargo, su “rapto de entusiasmo”, fue imitado en diversas partes de las Provincias Unidas, incluso en Buenos Aires un grupo de patriotas tomó la iniciativa para que las cosas no permanecieran “frías e indiferentes”, comprendiendo así las intenciones de Belgrano, y en un acto público flameó la celeste y blanca en las torres de la iglesia de San Nicolás de Bari por primera vez en la capital como símbolo de la Independencia y Libertad tan ansiadas.

En 1813 sobre el río Pasaje (hoy Juramento) las tropas patriotas juraron fidelidad ante la Bandera a la Asamblea del año XIII; y luego llegó el día de una gran victoria del ejército en Salta el 20 de febrero donde la bandera debutó en batalla a casi un año de su creación.

Hoy diríamos que la celeste y blanca: “se viralizó por todas partes”. En diferente versiones de forma y tonalidad acompañando la lucha emancipadora hasta en el Cruce de Los Andes como lo había vaticinado el propio Belgrano en su proclama a los pueblos del Perú del 25 de febrero de 1814 manifestando que depositaba en manos del General San Martín, “la bandera del Ejército que en medio de tantos peligros he conservado y no dudéis que la tremolará sobre las más altas cumbres…”.


Dos años después, el Congreso de Tucumán con fecha 20 de julio de 1816 adoptó la Bandera Nacional creada por Belgrano que ya se venía usando y con fecha 25 de febrero de 1818 se le agregaría el Sol de Mayo o Incaico como “bandera de guerra”.

Hasta 1985, la bandera con el sol fue la «bandera mayor» de la Nación, y sólo podían lucirla los edificios públicos y el Ejército. Luego de 1985 el Congreso promulgó la ley por la cual todas las banderas tienen que tener el Sol de Mayo.

Hoy 20 de junio, aniversario del paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano, es también el Día de la Bandera decretado por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, durante la presidencia de Roberto M. Ortiz.

 

*El autor es Historiador sanmartiniano


Roberto Colimodio

https://www.losandes.com.ar/opinion/el-camino-de-la-bandera-de-rosario-a-nuestro-corazon-argentino/

 

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