Al llegar los conquistadores a estas tierras, notaron que los nativos practicaban el ritual de juntarse a beber una infusión a los que los guaraníes llamaban "caiguá". Esta expresión deriva de los vocablos guaraníes "káa" (yerba), "y" (agua) y "gua" (procedencia), lo que se puede traducir en "agua de yerba".
La expresión "mate", nace del vocablo quechua
"matí", que significa calabaza, que es donde se preparaba el mate. El
mismo se tomaba a través de una cañita denominada "tacuarí", en cuyo
extremo se colocaba una semilla ahuecada que hacía las veces de filtro.
Por extensión, los conquistadores denominaron de esta
manera a la infusión elaborada a partir de la yerba (ilex paraguayensis). Estos
tenían la creencia de que era una "hierba del demonio" por desconocer
su práctica. Sostenían además que era una bebida de haraganes, ya que los
nativos dedicaban varias horas por día a este rito.
La yerba mate debe su sabor amargo a los taninos de sus
hojas, es por esto que hay quienes gustan de endulzarlo un poco, y la espuma
que se genera al cebar, es causa de los glicósidos.
El mate es algo más que una bebida. Es una tradición que
vence las costumbres aislacionistas del criollo y empareja las clases
sociales... y a través de los tiempos, es el mate quien hizo la rueda de
amigos, y no la rueda quien trajo al mate. Y no solo eso, también es un símbolo
para todo aquel que se aleja de su país natal (Argentina, Paraguay, Uruguay,
Chile y Brasil) y encuentra en él una remembranza y un enlace con su tierra.
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