lunes, 20 de enero de 2020

Árboles, Barrancas y Próceres - Parte 2


La otra rama, el Ferrocarril Central Argentino que va hacia Córdoba da origen a la estación y al sub barrio “Belgrano C”. La avenida Cabildo es el límite con Belgrano R. El Museo de Arte Español “Enrique Larreta” es un lugar emblemático de Belgrano. La centenaria casa del autor de “La gloria de Don Ramiro” de estilo neo colonial recuerda la fachada de la Casa Histórica de Tucumán. En su interior se puede descubrir un palacio del siglo de oro español, siglos XVI y XVII. En su muy visitado jardín árabe, pueden verse las siguientes especies: ombú, palo borracho, camelia, níspero, naranjos, palmeras y cipreses. En frente en la Plaza Manuel Belgrano, se alza el monumento al General Manuel Belgrano, detrás un grupo de jacarandás que sirve de marco a otras especies presentes, los plátanos y el gingko.

Las Barrancas de Belgrano tienen un especial valor histórico y cultural, por ese motivo fue declarada Área de Protección Histórica (APH). En sus orígenes fue la quinta de Valentín Alsina. Al igual que la Plaza Lavalle, en el barrio de San Nicolás, las barrancas integran tres plazas que, como expresé, fueron diseñadas por Carlos Thays. El conjunto es atravesado por las calles Echeverría y Sucre que, en su cruce con la calle 11 de Septiembre presenta dos rotondas.


La selva en galería se extiende a lo largo de las riberas de los ríos de nuestra Mesopotamia. En ese ambiente subtropical, las copas de los árboles se unen por arriba de los cursos de agua. En el pasado atravesaron esos paisajes los charrúas y guaraníes. También nuestro General Manuel Belgrano. A fines de 1810 pasó con su expedición al Paraguay por Candelaria, en la provincia de Misiones. Bajo un “sarandí blanco” meditó y descansó. Hoy ese arbusto es considerado Monumento Nacional. La especie tiene valor medicinal y como tal se encuentra inscripta en la Farmacopea Nacional Argentina. 

Dos años después Belgrano creó nuestra Bandera. El 27 de febrero de 1812 en las barrancas del río Paraná, cerca de Rosario, frente a las Baterías “La Libertad” e “Independencia” informó a las autoridades de Buenos Aires que “…siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste”.

Los jesuitas plantaron el pino piñonero al sur de la provincia de Santa Fe en el año 1650. El árbol habría sido elegido por un objetivo menor, como punto de referencia o mojón para señalar el pago de San Lorenzo dentro de la Estancia San Miguel del Carcarañá. Otra versión indica que pudo haber sido plantado más tarde por los franciscanos, hacia 1796, en los fondos de la huerta del convento “San Carlos”, porque sus piñones se utilizaban en confituras de panificación en la cocina. 

Sin embargo el destino del árbol fue de una importancia mayor. Según Bartolomé Mitre, San Martín descansó bajo la sombra del pino el 3 de febrero de 1813 después de la batalla de San Lorenzo a orillas de las barrancas del río Paraná y al amparo del árbol redactó el parte de guerra “bañado en su propia sangre y cubierto con el polvo y el sudor de la victoria”.

El pino de San Lorenzo fue el primer ejemplar señalado con una placa conmemorativa colocada por la Sociedad Forestal Argentina en 1913. A su vez, el primer ejemplar reproducido para originar retoños en 1915 y uno de los primeros Árboles Históricos protegidos.

El retoño del pino de San Lorenzo en lo alto de la Plaza Barrancas de Belgrano es un gran orgullo para la Ciudad de Buenos Aires. Fue plantado por la Asociación Cultural Sanmartiniana el 25 de mayo de 1932. Este retoño es más que una metáfora. Sin lugar a dudas remeda a aquellas barrancas del Paraná que fueron testigo de la gloria de los dos próceres. El pino de San Lorenzo crece hacia el cielo azul y blanco de nuestra bandera.





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