lunes, 4 de noviembre de 2019

El gobierno de Lonardi - Las diferencias internas - Parte 2


Esta contradicción que torturaba a Lonardi se haría visible durante su gestión, a pesar de las palabras pacificadoras, su gobierno estuvo teñido del más furioso revanchismo, que sin ser tan acentuado como el que le siguió con Aramburu, ponía en evidencia su debilidad para controlar a los más gorilas que se lanzaron a ocupar espacios en todos los niveles, ingresando a punta de pistola en locales partidarios, sindicatos y universidades. Además se procedió en encarcelar e interrogar a miles de dirigentes peronistas y sindicales, mientras sus hogares eran allanados.

La hija del general Lonardi señala al coronel Carlos Eugenio Moori Koenig como el cabecilla de los comandos civiles que actuaron como fuerza parapolicial organizada, en todos los ataques sufridos por locales peronistas y sindicatos, además ese militar fue el que cumplió la misión de ultrajar el cadáver de Eva Perón. (3)

Estos grupos no pudieron ser controlados por Lonardi y cuando intentó poner fin a sus actividades delictivas fue derrocado. Los liberales golpistas dieron muestras acabadas se su escasísimo compromiso con la democracia y su total odio a cualquier decisión que implicara la participación popular.

En esta interna surgida del seno de la autodenominada Revolución Libertadora tendrá especial significación la participación de aquellos que habían actuado en los intentos anteriores para derrocar a Perón, luego del golpe de estado estos personajes regresaron al país y reingresan a las Fuerzas Armadas, los partidos políticos y el gremialismo “libre” con una muy alta cuota de odio y resentimiento. Todas esas personas repudiaban cualquier intento conciliador con los peronistas, ni aún con aquellos que no habían ocupado cargos de importancia en el gobierno depuesto.

El Uruguay se había convertido en un punto de concentración de los autoexiliados, cruzaron el Río de la Plata para retornar a la actividad ni bien cayera el peronismo. Un diario informaba el 29 de septiembre de 1955 del regreso de varios integrantes de la familia Tornquist, del capitán Carlos Suarez Mason (el mismo que ocupara un cargo de relevancia en la última dictadura), el capitán Marcelo Beccar Varela, el teniente Pablo Carpintero, el teniente primero Osvaldo Cacciatore (intendente de Buenos Aires durante la dictadura de 1976), el capitán Elbio Anaya (integrante de la Junta de Comandantes que inició el conflicto en Malvinas), el capitán Jaime Mariano de Nevares, también regresaron dirigentes políticos como Ernesto Sanmartino (el autor de la denominación
“aluvión zoológico” para referirse al 17 de octubre) , Enrique Broken, Jorge Selser y Luis Pan. (4)


Nótese que muchos de los ocuparon cargos de relevancia en la dictadura que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983 comenzaron su actividad conspirativa luchando contra el gobierno del General Perón, con el tiempo fueron perfeccionado sus técnicas conspirativas y de represión.

Los lonardistas sospechaban que la cuestión de eliminar al peronismo no sería tan sencilla, por lo que confiaban en concretar su proyecto más lentamente e intentando contener a los sectores más extremistas del antiperonismo, creyendo que los peronistas no eran más que ingenuos individuos engañados por la simpatía que irradiaba el General Perón, dando muestras que no sólo desconocían al peronismo sino que eran ignorantes de la situación del país. Buscaron una salida que no irritara en demasía a los derrotados y no hicieron más que enojar a sus aliados liberales y también a los peronistas, muchos de los seguidores de Lonardi eran nacionalistas que se habían desilusionado tempranamente del peronismo, ni bien comprobaron la adhesión popular que concitaba, los nacionalistas en general detestaban todo aquello que tuviera destino de mayorías.

Abelardo Ramos describirá la situación en que se encontraban los seguidores de Lonardi de la siguiente manera: “Entre la revolución nacional de Perón y la contrarrevolución oligárquica no había lugar para un fórmula intermedia”. (5)

Lonardi designó Secretario de Prensa a un fascista, Juan Carlos Goyeneche que fue el organizador de la vergonzosa y detestable exposición de las joyas y vestuario de Eva Perón, fue un claro acto de venganza que mostraba todo el odio que podían incubar estos servidores de la oligarquía. Pero como habitualmente ocurre con los nacionalistas en nuestro país, son utilizados para que realicen los trabajos sucios que los liberales no se animan a concretar, una vez que cumplen sumisamente con los mandados son desechados y arrojados del gobierno. Cuando Goyeneche dejó de ser útil los liberales pidieron su cabeza y el presidente mansamente se las otorgó.



(3) Marta Lonardi, Mi padre y la revolución de 1955, Ediciones Cuenca del Plata, 1980, pag.107.
(4) Diario El mundo 29/9/1955
(5) Jorge Abelardo Ramos, La era del bonapartismo, Editorial Plus Ultra, 1973, pag. 236

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