jueves, 22 de agosto de 2019






El político argentino que terminó sus días en la pobreza: no quiso tener sueldo y rechazó una jubilación "de privilegio"

La curiosa vida de Elpidio González, el hombre que fue vicepresidente, ministro de Guerra y jefe de policía y murió sin dinero porque consideraba que estaba mal cobrar por un cargo para el que el pueblo lo había elegido


Cuando le tocó desempeñarse como vicepresidente, entre 1922 y 1928,rechazó tener sueldo porque consideraba que estaba mal cobrar por algo para lo que el pueblo lo había elegido. De nuevo en el llano, con deudas y luego de que la justicia le rematase su vivienda, se negó a cobrar una jubilación de privilegio que, curiosidades de la historia, había sido creada a partir de su caso.

Al final de sus días Elpidio González sorprendía a los transeúntes ver por la Avenida de Mayo porteña por su larga barba blanca y el traje oscuro con el que solía recorrer algunos comercios amigos entregando anilinas que vendía. En el barrio era conocido, ya que vivía en una pensión de la zona.Lo que llamaba la atención era que aquel hombre de aspecto descuidado había sido vicepresidente, ministro, legislador y jefe de Policía. Y que vivía al día. Cuando llegaba.

Había nacido en Rosario, el 1º de agosto de 1875. Luego de recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de esa ciudad, se trasladó junto a su madre Serafina a Córdoba, donde estudió hasta quinto año de abogacía. Abandonaría los estudios para recibirse finalmente en 1907 en la Universidad Nacional de La Plata.

Venía de prosapia radical, ya que su padre, el coronel Domingo González, un viejo soldado federal del Chacho Peñaloza, había participado en 1893 de la revolución radical de Rosario. Y Elpidio estuvo a su lado. Él mismo volvería a jugársela en la provincia mediterránea en la revolución del 4 de febrero de 1905. Para entonces, se convirtió en el referente del radicalismo local.

Con Yrigoyen y con Alvear

No quiso ser gobernador de la provincia, y la banca de diputado nacional que ocuparía pronto la abandonaría para ser ministro de Guerra en la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen. El presidente buscó a una persona de carácter para que ocupase un puesto reservado tradicionalmente a militares.

También le tocó ser jefe de Policía durante la Semana Trágica de enero de 1919. El desempeño represivo de las fuerzas del orden, así como de civiles armados que protagonizaron un violento progrom en el barrio del Once, matando y torturando a inocentes, hizo que tanto anarquistas y socialistas nunca se lo perdonasen.

Aún con recelo por su amistad con Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear lo llevaría como vicepresidente. Entonces renunció a su sueldo, explicando que si el pueblo lo había colocado en semejante responsabilidad, no estaba bien recibir dinero por ello. Además, consideraba que ejercer la vicepresidencia era todo un honor y que si desempeñaba bien su trabajo, el prestigio tendría mucho más valor.

El funcionario fue ministro de Guerra en la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, a quien admiraba

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