sábado, 13 de julio de 2019

El Forjista - Raul Scalabrini Ortiz - Parte 5


Una nueva esperanza

FORJA recibió con expectativas favorables el golpe del 4 de junio de 1943, no así Scalabrini Ortiz, no obstante éste fue cambiando su posición y el 10 de junio de 1944 concurrió a una conferencia de Perón en La Plata. El coronel Perón condenó al capital extranjero y defendió el desarrollo de la industria nacional.

Luego de la exposición, Scalabrini le hizo saber a Perón de la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles, medida que efectivamente llevó a cabo Perón en su gobierno.


Por su profesión debió recorrer el interior por los años 1944 y 1945, donde pudo apreciar el cambio social que se puso en marcha con la política desarrollada por Perón, las leyes laborales se comenzaron a cumplir y los siempre olvidados comenzaron a ser escuchados.

Presenció maravillado el 17 de octubre de 1945 al que definió: ”Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción de terremoto” “Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.

Con la asunción de Perón, Scalabrini Ortiz bregó incansablemente por la nacionalización de los ferrocarriles hasta que el 13 de febrero de 1947, el gobierno nacional implementó esa histórica medida que había contado con Scalabrini como su más entusiasta propulsor.

Pero la política del gobierno peronista además de recuperar la soberanía sobre la riqueza nacional también provocó una notoria mejoría de la situación de los más necesitados, por primera vez eran escuchados y sus problemas más acuciantes solucionados.
Scalabrini Ortiz apoyó al gobierno popular pero con su inamovible espíritu crítico, alertando que aún importantes sectores económicos continuaban en manos extranjeras y que la oligarquía ganadera se encontraba agazapada esperando el momento para reaccionar.

El gobierno de Perón no encontró ningún lugar adecuado para pensadores de la talla de Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, a tal punto que en septiembre de 1955 cuando cayó el gobierno, estaban casi retirados de la actividad política, porque preferían no realizar ninguna crítica que pudiera perjudicar al gobierno,
pero una vez producida la derrota, cuando muchos burócratas que ocuparon cargos de importancia huyeron o se llamaron a silencio, Jauretche y Scalabrini efectuaron su reaparición para hacer sentir su voz contra la oligarquía, de nuevo en el poder.



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