sábado, 30 de junio de 2018

Mores - Los recuerdos de Mariano Mores - Parte 1



Mi romance con el tango comenzó cuando tenía 14 años; viajaba en un tranvía que iba por la avenida Corrientes desde el bajo hasta Chacarita. Al pasar por el Café Vicente que estaba enfrente del Germinal, vi un cartel solicitando pianista que tocara música internacional, que leyera a primera vista y que supiera transportar. Bajé, el patrón me tomó una prueba y me aceptó a tres pesos con cincuenta por día.

«Fue en 1936. Aún estaba fresco el recuerdo de la muerte de Carlos Gardel, yo casi no sabía quién era. Una vez mi padre escuchó un disco en un negocio y me dijo quien era. Las historias sobre Gardel me emocionaban y me propuse conocer lo que había hecho, sobre todo los tangos que firmó junto a Alfredo Le Pera. Esa fue realmente mi iniciación. Porque en aquel café no toqué ningún tango.

«Casi enseguida entré a estudiar en la PAADI (Primera Academia Argentina de Interpretación), que estaba en Callao 420 y su director era Luis Rubistein. Allí iban a vocalizar las principales figuras de la época. Rubistein era buen poeta pero tocaba el piano de oído como Enrique Discépolo, como Rodolfo Sciammarella, a quien al poco tiempo le comencé a pasar las notas al pentagrama.

«Uno de sus grandes éxitos, el vals “Salud, dinero y amor”, que se lo escribí yo, primitivamente era una zamba. Yo veía que las canciones suyas tenían repercusión y entonces le pedí a Rubistein que escribiera una letra, yo puse la música y así nació “Gitana”, de neto corte español que yo nunca toqué, pero que llegó a grabarla ese fenómeno que fue Tito Schipa. Aquí tuvo éxito por el dúo Gómez-Vila.

«En ese momento estaba de moda la música paraguaya, la había popularizado Samuel Aguayo. “India” se escuchaba en todos lados. Yo puedo componer una canción así, dije. Hice “Flor de hastío”, y le perdí el rastro. Años después fui a Asunción y allí era un éxito notable pero desconocían al autor.

«Rubistein muy pronto me hizo profesor de PAADI. Allí conocí a Myrna, la que luego fue mi esposa. Ella estudiaba con el profesor Samuel Averbuj. Enseguida hizo dúo con su hermana y cuando me agregué yo con el piano se convirtió en el Trío Mores. Así tomé el apellido de ellas. El trío se disolvió cuando entré en la orquesta de Francisco Canaro.

«Para estar cerca de ella alquilé un cuartito en Villa del Parque, en la calle Terrada al 2400. Lo pintaba con cal coloreada con el azul para lavar la ropa, un blanqueador. Así nació el título: “Cuartito azul”. Fue un éxito por la música y por la letra de Mario Battistella.

«Yo siempre primero hice la música, luego el autor que fuera debía ponerle los versos. La excepción fue Enrique Cadícamo, él me daba los versos y después trabajaba yo. Con Discépolo alguna vez fue al unísono. Me sentaba al piano, esperaba la inspiración y tocaba unas notas, Discépolo enseguida me decía una frase que caía justa.

«A Canaro lo conocí a través de Sciammarella de quien me había hecho muy amigo, él me presentó a Ivo Pelay que fue el guionista de sus obras de teatro y autor de las letras de muchos tangos. Me ofreció entrar a la orquesta, estaba impresionado por el éxito de “Cuartito azul” cantado por Ignacio Corsini y porRicardo Ruiz con Osvaldo Fresedo. Incorporó el tema a un sainete musical suyo, Pantalones cortos que no anduvo, bajó muy rápido.

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