sábado, 29 de abril de 2017

Juan B. Justo y la herencia de un socialismo democrático - Parte 1






El 8 de enero de 1928 una noticia sacudió Buenos Aires y conmovió las filas del socialismo argentino. Había muerto Juan B. Justo, quien era a la vez referente intelectual, figura pública y líder indiscutido del Partido Socialista (PS).

Es difícil exagerar el papel de Justo en la historia del socialismo argentino. Aunque esa historia pueda remontarse a Esteban Echeverría y la Generación del 37 y encuentre un punto de consolidación en la difusión sistemática del marxismo por parte del periódico El Obrero dirigido por Germán Avé Lallemant, fue a partir del liderazgo de Justo que se establecieron los rasgos que marcarían el derrotero del PS. 

En primer lugar, y como director de La Vanguardiadesde su inicio, Justo transformó al periódico en promotor permanente de la fundación de un partido socialista. 
En segundo lugar -y es este el punto que deseo profundizar en esta columna necesariamente breve-  impulsó  “la” definición clave en la historia del partido: la que afirmaba que la democracia no constituía un simple recurso táctico orientado a acumular fuerzas para futuras acciones insurreccionales sino “el” camino para construir el socialismo. 

Más aún, subrayaría más adelante, la democracia no era solo el camino al socialismo sino parte inescindible de él.

Esta valoración de la democracia, vale recordarlo en el año en que se cumple el centenario de una Revolución que marcó la principal divisoria de la historia del movimiento socialista internacional, suscitaría su fuerte denuncia del “fanatismo autoritario” de un régimen bolchevique que habría proclamado “la dictadura del proletariado, dictadura que no podía ser la de un partido determinado o, peor aún, la de los jefes de ese partido”. Las críticas de Justo no se limitaban a lo político o lo ético sino que alcanzan también lo económico y educativo: la dictadura, afirmaba, era un recurso de excepción que hacía a los sujetos pasivos y les impedía desarrollar sus capacidades; la dictadura  amenazaba las instituciones económicas que el pueblo había ido desarrollando, como las cooperativas.

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