En nuestra historia, una mención debe llevar la del coronel
Ramón Estomba, que no por corta (sólo vivió 38 años) deja de ser interesante.
Vida particular la de este oficial, que nació en Montevideo hacia 1790. La
madre de Estomba era tía de Bartolomé, Emilio y Federico Mitre (al pobre
Federico, que llegó a coronel, nadie lo recuerda.) El nombre de bautismo fue
Ramón Bernabé Antonio y a los 20 años comenzó su carrera militar sirviendo en
el ejército del Norte, combatiendo en Suipacha, las Piedras, Tucumán y Salta,
hasta los desastres de Vilcapugio y Ayohuma. Herido durante este combate, fue
tomado prisionero, la vida de Estomba fue defendida por dos subalternos, que
murieron defendiéndo. Cayendo prisionero, fue detenido durante siete largos
años en las infames Casamatas del Callao. Terrible lugar era esta cárcel ya que
los españoles no tenían misericordia por los criollos a los que consideraban
traidores.
Las condiciones de hacinamiento y salubridad convertían a esta
prisión en una trampa mortal. De 1500 prisioneros patriotas, solo 500
sobrevivieron a este presidio. Entre ellos estaba Ramón Estomba, que aprovechó
ese tiempo para leer y cultivarse entre el horror. Finalmente, cuando la
Expedicíon Libertadora del Perú llegó, recuperó la libertad tras un cambio de
prisioneros que el General San Martín concertó con el virrey del Perú.
Prontamente se incorporó al Ejercito Libertador sirviendo con distinción, y el
Protector le otorgó la Orden del Sol. Participó en la toma de Lima y persiguió
a las tropas derrotadas de Canterac.
Cuando las tropas del Regimiento Río de la Plata, acantonados en el Callao
defeccionaron, dado el estado crítico de vestimenta, alimentación y falta de
pago, Estomba fue tomado prisionero y volvió a su antiguo calabozo. Allí fue
cuando el negro Falucho, gracias a el relato de Mitre, ganó fama y bronces
eternos, al negarse a sumarse a la rebelión.
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