domingo, 5 de febrero de 2017

Ezpeleta Espera su Destino - Parte 1




La historia de Ezpeleta da cuenta de una ciudad muy sacrificada. Después de la segunda fundación de Buenos Aires, el 11 de junio de 1580, los españoles realizaron el reparto de las tierras conquistadas. Dividieron el radio comprendido entre el Riachuelo hasta la actual ciudad de Campana en 29 parcelas, y el sector que hoy ocupa esta localidad fue otorgada a don Pedro de Izarra.

A fines del siglo XVII llega a Montevideo desde España, don Salvador Joaquín de Ezpeleta, descendiente de una familia vasca del más alto nivel. Luego se trasladó a Buenos Aires y más tarde a Santa Fe y Entre Ríos. Trajo consigo tropas de carreta, una flota de veleros de cabotaje, saladeros, curtiduría, estaqueadora de cueros, café y billares y otros elementos.

Posteriormente su hijo Mariano de Ezpeleta, diputado por Santa Fe, quien se desempeñó como ayudante del general Ramón Espindola durante la expedición al Paraguay, bajo el mando del general Juan Manuel Belgrano, compra tierras en el partido de Quilmes y establece en estas una estancia, posiblemente antes de 1828, ya que en los libros del archivo de la parroquia de Quilmes, en el año mencionado esta asentada la defunción de Cristóbal Ezpeleta, negro al servicio de don Mariano. 


La fundación del pueblo de Ezpeleta no puede precisarse, pero se ha podido establecer que el 8 de enero de 1891 Donato Sagré, Justo Carballo y Simón Ezpeleta, pidieron a la Municipalidad la aprobación de la traza del pueblo hecha en terrenos de su propiedad al que llamarían Ezpeleta.Este fue el eco que permitió el desarrollo de la ciudad, pero el puntapié inicial lo dio, unos años atrás en 1872, la habilitación de la estación ferroviaria, que fue bautizada como Teniente Coronel Severo Ezpeleta.

Pero recién tendrá sus primeros pobladores en 1873, cuando algunas mejoras en el cementerio crean condiciones propicias para que en sus alrededores se cree residencia fija.
En 1891 se planea el pueblo, junto a la estación ferroviaria homónima. Ya con el transporte se empezó a desarrollar la ciudad, la llegada de los saladeros a la orilla del arroyo Giménez (El Saladero de Nelson, de la firma inglesa Higland Scot Canning, fue el más importante) fueron fundamentales para el desarrollo del pueblo.
 

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