El
propio Alfonsín realizó años después esta conclusión sobre las consecuencias de
aquel Tratado:
Debemos
mirar con orgullo y esperanza lo mucho que han progresado las relaciones entre
la Argentina y Chile a lo largo de los últimos 21 años, alcanzando niveles
insospechados de confianza mutua y cooperación.
Desde aquellos difíciles
primeros años, el camino transcurrido ha sido muy grande y la relación con
Santiago constituye ahora uno de los pilares centrales e indispensables de la
política exterior de nuestro país. Además, Chile participa como país asociado
al Mercosur y en forma plena en la Comunidad Sudamericana, proyectos de
integración que buscan unirnos en un destino común.
La inmensa cordillera se ha
transformado en un nudo de unión, desde donde podemos mirar ilusionados al
horizonte, que nos anuncia un futuro mejor. Raúl Alfonsín
El
Grupo de Cartagena y el intento de formar un club de deudores
El
gobierno de Alfonsín intentó crear mecanismos multilaterales, para tratar la
cuestión de la deuda externa, que permitieran a los países latinoamericanos
actuar conjuntamente.
La heterogeneidad de los países latinoamericanos, y
principalmente la decisión final de México y Brasil de negociar bilateralmente,
limitó considerablemente las posibilidades que abría una acción conjunta. Sin
embargo, los intentos de formar un “club de deudores” impulsados por el
gobierno de Alfonsín, anticiparían los procesos de integración subregional y
regional que se producirían en la década de 1990, y coaliciones multilaterales
Sur-Sur, como el Mercosur, la Comunidad Sudamericana de Naciones y sobre todo
el Grupo de los 20.
El
llamado Grupo de Cartagena comenzó a tomar forma en enero de 1984, en la
Conferencia Económica Latinoamericana (CELA) realizada en la ciudad de Quito, a
iniciativa del presidente de Ecuador Osvaldo Hurtado.
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