RENOVACION. Era lo que necesitaba EG en los
60. Las ventas habían caído de 250
a 90 mil. El responsable del cambio fue Carlos
Fontanarrosa. Asumió como director en 1962, incorporó a Juvenal, El Veco y
Cherquis Bialo, convenció a los directivos de Atlántida de que invirtieran en
nuevas máquinas, impuso el slogan “EG en la calle”, suprimió el horario fijo de
8 a 14
bajo la consigna “los periodistas no tienen horario” y marcó una bisagra en la
historia de la revista. Se retiró en 1977.
PALO Y PALO. Se comenzaba a hablar de Gabriela Sabatini, de 14 años, y EG
decidió enfrentarla en un court para conocer sus virtudes. Lo hizo Luis
Hernández, especialista de tenis, quien la desmenuzó bajo el título: “Yo jugué
con Sabatini y les cuento”.
DESDE CHIQUITO. “Escribile una carta a Menotti” fue el slogan de un concurso
organizado por EG con vistas al Mundial 82. Había tres categorías y los
ganadores acompañarían a la Selección en una gira por España con los gastos
pagos. En la categoría 14 a
18 años se impuso Gonzalo Bonadeo, quien ya daba muestras de su conocimiento.
SPORT. Entre 1964 y 1970, EG publicó un mensuario de mayor tamaño y mejor
calidad de papel que la edición habitual. Sus notas dejaron un recuerdo
imborrable y hoy mantienen una vigencia asombrosa. Fue idea de Julio César
Pasquato, que firmaba como Juvenal. Escribía en La Razón y pasó a EG. Sus
palabras sirven para dimensionar qué significaba EG: “Fue la culminación de un
viejo sueño, como jugar en la primera del club que me tenía entre sus hinchas
de pibe”. Se sumó em 1962 y no lo abandonó hasta su muerte, en 1998.
OLIVETTI. La anécdota de Juvenal con su vieja Olivetti en Alemania 74 todavía
se recuerda. La contó él mismo en EG: “Le presté mi máquina a un colega
inconsciente y me la devolvió descompuesta sin avisarme. Volví de la derrota de
Argentina con Polonia en el debut para escribir con urgencia y cuando quise
hacerlo, se me quedaron las teclas pegadas. En el paroxismo de mi bronca, tiré
la máquina contra la pared y rebotó. Me golpeó la mano derecha y me fracturó el
pulgar. Resultado: tuve que escribir en una máquina de tipografía alemana, sólo
con la mano izquierda y la derecha quedó inutilizada por el resto del Mundial”.
Profesión de alto riesgo la del periodista...
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