jueves, 6 de octubre de 2016

Los 90 años de El Gráfico - Parte 9



RENOVACION. Era lo que necesitaba EG en los 60. Las ventas habían caído de 250 a 90 mil. El responsable del cambio fue Carlos Fontanarrosa. Asumió como director en 1962, incorporó a Juvenal, El Veco y Cherquis Bialo, convenció a los directivos de Atlántida de que invirtieran en nuevas máquinas, impuso el slogan “EG en la calle”, suprimió el horario fijo de 8 a 14 bajo la consigna “los periodistas no tienen horario” y marcó una bisagra en la historia de la revista. Se retiró en 1977.

PALO Y PALO. Se comenzaba a hablar de Gabriela Sabatini, de 14 años, y EG decidió enfrentarla en un court para conocer sus virtudes. Lo hizo Luis Hernández, especialista de tenis, quien la desmenuzó bajo el título: “Yo jugué con Sabatini y les cuento”.

DESDE CHIQUITO. “Escribile una carta a Menotti” fue el slogan de un concurso organizado por EG con vistas al Mundial 82. Había tres categorías y los ganadores acompañarían a la Selección en una gira por España con los gastos pagos. En la categoría 14 a 18 años se impuso Gonzalo Bonadeo, quien ya daba muestras de su conocimiento.

SPORT. Entre 1964 y 1970, EG publicó un mensuario de mayor tamaño y mejor calidad de papel que la edición habitual. Sus notas dejaron un recuerdo imborrable y hoy mantienen una vigencia asombrosa. Fue idea de Julio César Pasquato, que firmaba como Juvenal. Escribía en La Razón y pasó a EG. Sus palabras sirven para dimensionar qué significaba EG: “Fue la culminación de un viejo sueño, como jugar en la primera del club que me tenía entre sus hinchas de pibe”. Se sumó em 1962 y no lo abandonó hasta su muerte, en 1998.

OLIVETTI. La anécdota de Juvenal con su vieja Olivetti en Alemania 74 todavía se recuerda. La contó él mismo en EG: “Le presté mi máquina a un colega inconsciente y me la devolvió descompuesta sin avisarme. Volví de la derrota de Argentina con Polonia en el debut para escribir con urgencia y cuando quise hacerlo, se me quedaron las teclas pegadas. En el paroxismo de mi bronca, tiré la máquina contra la pared y rebotó. Me golpeó la mano derecha y me fracturó el pulgar. Resultado: tuve que escribir en una máquina de tipografía alemana, sólo con la mano izquierda y la derecha quedó inutilizada por el resto del Mundial”. Profesión de alto riesgo la del periodista...


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