miércoles, 18 de marzo de 2015

Consecuencias de la batalla de Caseros - Parte 2

No obstante las ventajas territoriales obtenidas por el Brasil en la República del Uruguay, la diplomacia brasileña enfrentaba un obstáculo serio con este país. El tratado del Pantanoso firmado entre Oribe y Urquiza el 8 de octubre de 1851 estableció el principio de "ni vencedores ni vencidos", lo que dejaba a los "blancos" en pleno ejercicio de sus derechos cívicos y con claras posibilidades de llegar al gobierno, ya que eran mayoría en la república oriental. Nuevamente Urquiza había obrado unilateralmente, pero esta vez perjudicaba no a los intereses de Rosas sino a los del Brasil. El Imperio no toleraría a los blancos que habían seguido a Oribe, aliado del tan detestado Rosas. Preocupado por el seguro triunfo de los blancos, el senador y jefe del partido saquarema Honorio Hermete Carneiro Leao se entrevistó con Urquiza días después de Caseros para conversar sobre este tema. Urquiza le contestó que el Brasil debía dejar en paz a los orientales.


El 1º de marzo de 1852 se dio el triunfo en Uruguay de Juan Francisco Giró, del partido blanco. Disgustadas por el resultado, las autoridades brasileñas exigieron el cumplimiento de los tratados Lamas a través de Carneiro Leao. El presidente Giró rechazó la exigencia brasileña, confiando en el apoyo de Urquiza y alegando que la Confederación Argentina, en su carácter de firmante de la Convención de Paz de 1828, era parte interesada en la cuestión. Pero a pesar de las expectativas de Giró, Urquiza, que era deudor del Brasil y que a partir del Protocolo de Palermo del 6 de abril de 1852 ya era el encargado de las relaciones exteriores de la Confederación, decidió convalidar la posición del Imperio. 


Además, el 28 de agosto Urquiza decretó la libre navegación de los ríos (2) y se dispuso a reconocer la independencia paraguaya, enviando a Santiago Derqui para negociar con el presidente paraguayo Carlos Antonio López (3). Ambas medidas eran viejas aspiraciones brasileñas.


Finalmente, el triunfo de Urquiza trajo una consecuencia no buscada: la rebelión de la provincia de Buenos Aires contra su autoridad a través de la revolución del 11 de septiembre de 1852, y su erección en Estado separado. Este acontecimiento abría una nueva etapa de guerras civiles entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina que recién se cerraría en 1861.

2 . En julio de 1852 el nuevo gobierno de la Confederación Argentina reconoció oficialmente la independencia del Paraguay, extendiendo a los habitantes de aquel país el mismo derecho de libre navegación del que disfrutaban los ciudadanos de las provincias del Litoral (Tratado de Límites, Amistad, Comercio y Navegación, Asunción, 17 de julio de 1852, ANA-SH, 298, Nº 17, cf. Thomas Lyle Whigham, The Politics of River Commerce in the Upper Plata, 1780-1865, Stanford University, Ph.D. dissertation, 1986, p. 116). A pesar del nuevo orden de cosas, la contradicción de intereses entre Buenos Aires y los estados platenses del norte constituía un obstáculo estructural que fue parte de la vida económica del Alto Plata, más allá de la sanción de medidas legales a favor del libre comercio y la libre navegación de los ríos.

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