jueves, 24 de julio de 2014

Belgrano, desde su esquina símbolo – Parte 1


En cada barrio de Buenos Aires hay una esquina que oficia de punto central, convirtiéndose no sólo en referencia obligada, sino también en símbolo del lugar. En Belgrano, ese lugar es el cruce de las avenidas Cabildo y Juramento. Y aunque en la zona hay otros sectores que pueden resultar representativos (como las Barrancas, las estaciones de tren o la iglesia de la Inmaculada Concepción, a la que todos conocen como “la Redonda”), lo cierto es que Cabildo y Juramento tiene mucho para erigirse como corazón del Belgrano actual.

Como comienzo se debe considerar que si uno despliega un mapa del barrio, Cabildo y Juramento queda casi en el centro de ese lugar que en 1855 era un pueblo, en 1883 pasó a ser ciudad y que en 1887, tras ser anexado a Buenos Aires, quedaría como un barrio más de la gran metrópolis. Los nombres actuales de las dos avenidas recién fueron impuestos el 27 de noviembre de 1893. Antes, Cabildo era 25 de Mayo y Juramento, Lavalle.

Y aún en los tiempos en que Cabildo era el Camino Real del Norte, un ancho sendero de tierra que usaban los troperos (vale recordar que en el cruce con la actual calle La Pampa estaba la pulpería "La Blanqueada", antigua parada de carretas), la esquina con Juramento ya empezaba a figurar como lugar importante. Es que a unos metros vivía Juan Callaba, dueño de las diligencias que llegaban desde el Centro hasta Belgrano. La más famosa era una llamada "La Golondrina". Hoy, por Cabildo y Juramento circulan unas quince líneas de colectivos.


Y si de transportes se trata, aquella esquina también vio pasar muchas veces al famoso tranguaicito, un tranvía tirado por tres caballos que iba desde la estación del tren, en el Bajo, hasta la actual calle Vidal. Era un servicio especial que circuló hasta noviembre de 1915. Durante muchos años, la concesión de ese servicio estuvo a cargo de Luis Cevasco, un antiguo vecino del barrio quien también era famoso por ser el dueño de "Toro", un caballo percherón que ganó muchas cinchadas. La historia dice que, con "Toro", don Cevasco ganó e hizo ganar mucha plata a muchos apostadores que le tenían fe a la fuerza de su caballo.

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