martes, 25 de febrero de 2014

Alem, Leandro Nicéforo (reportaje imaginario) - Parte 1



Leandro Nicéforo Alem, el pionero de la lucha por el voto popular y fundador de la Unión Cívica Radical, nació en Buenos Aires el 11 de marzo de 1842. Fue un gran impulsor de la lucha por el voto popular y la honestidad gubernativa. Fundó en 1890 la Unión Cívica para enfrentar al régimen fraudulento y excluyente que en aquel momento encarnaba Juárez Celman y llegó a tomar las armas en las Revolución de 1890. Sintiéndose traicionado por los acuerdos de sus aliados políticos, rompió con la Unión Cívica y fundó el primer partido moderno de la historia argentina: la Unión Cívica Radical. Siguió peleando con todas sus fuerzas desde todas las trincheras contra el fraude y la corrupción imperantes. En 1896, deprimido y decepcionado, decidió suicidarse.

¿Qué opina de los premios otorgados a los militares que participaron en la “campaña al desierto”?

Están forjando una escuela corruptora, que rebaja los vínculos morales que deben ligar a los ciudadanos al cumplimiento del deber, debilitando este sentimiento. Ahora el cumplimiento del deber es una cosa tan rara que merece premio; de manera que siguiendo en esta escuela, es hombre honrado el que no hace dilapidaciones, el que no ha sacado del bolsillo, permítaseme esta frase vulgar, un reloj que no le pertenecía.
Usted propuso que los 600.000 pesos destinados a los premios a la oficialidad se destinaran a pagar los sueldos atrasados a los sufridos soldados, los famosos “milicos” de la “campaña al desierto”.

Tengo el convencimiento que no lo van a recibir. Los guardias nacionales de la Guerra del Paraguay nunca recibieron los pesos. Los premios que se proponen votar ahora, si alguien los recibiera, no serían los guardias nacionales, sino unos cuantos estafadores.

¿Qué le contesta a los que lo califican de “utópico”?

Los partidarios del más estrecho y enervado mercantilismo todo lo ven a través del tanto por ciento, juzgando las acciones más hermosas de la Humanidad, como hijas de los sueños de la niñez, o ilusiones de románticos poetas. Se trata de elevar un pueblo a la alta dignidad del hombre libre, de consagrarle sus más importantes derechos, combatiendo legalmente por la práctica de sus instituciones, que formuladas en un código, son sin embargo, desconocidas y holladas por los malos mandatarios y todo es una farsa.

¿Por qué se opone a la federalización de Buenos Aires en 1880?

La llamada federalización será un duro golpe a las instituciones democráticas y el sistema federativo en que ellas se desenvuelven cuando el poder central, por sí solo, tenga más fuerza que todos los estados federales juntos. El centralismo absorberá a todos los pueblos y ciudadanos de la República el día en que se entregue la ciudad de Buenos Aires, ese centro poderoso; y la suerte de la República Argentina federal quedará librada a la voluntad y pasiones del jefe de Estado.

Según su opinión, ¿cómo surgen  los planes económicos injustos y de la preeminencia de la economía por encima de la política?

Esto no tiene vueltas. No hay, no puede haber buenas finanzas, donde no hay buena política. Buena política quiere decir respeto a los derechos; buena política quiere decir aplicación recta y correcta de las rentas públicas, buena política quiere decir protección de las industrias útiles y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder.


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