viernes, 4 de enero de 2013

Historia secreta de la revolución – parte 4



Illia juega su carta

Por supuesto, este clima trasciende a las esferas gubernamentales. La desconfianza entre el presidente y el comandante en jefe se transforma ahora en una sorda hostilidad. Hay una anécdota que pude resumir esta situación: el presidente Illia se tropieza en uno de los pasillos de la Casa Rosada con los comandantes en jefe de Aeronáutica y Ejército, que han concurrido a realizar una gestión ante el Ministerio de Defensa. Saluda efusivamente al primero: -"Cómo le va Armanini". Al segundo lo mira de soslayo, y luego le dice sólo: "¿Cómo le va señor general ?". En los medios oficiales se comienza a contemplar la idea de reemplazar al comandante del Ejército.

Como candidato oficial se esboza el general Carlos Jorge Rosas, un oficial inteligente y ambicioso que quizás pudo llegar a la comandancia en 1963 o 1964, pero no en 1965, cuando las estructuras del Ejército se hallaban sólidamente agrupadas en torno de Onganía. Se dice que desde fuentes inspiradas por el general Rosas se lanzó una campaña contra el comandante en jefe del Ejército, basada en la acusación de que la reestructuración de la Fuerza, que en ese momento se llevaba a cabo, estaba inspirada por el Pentágono (ministerio de defensa norteamericano). Hecho éste que es controvertido, dado que en esferas militares allegadas a Onganía se sostiene que la situación era exactamente la inversa. Para llegar al comando del ejército, Rosas contaba con un cuadro de oficiales intelectualizados, pero sin mando efectivo de tropa, salvo él mismo, que se hallaba al frente del poderoso II Ejército del Litoral.

Onganía, en cambio, cifra su poder en oficiales con mando, no sólo en el Ejército sino también en Aeronáutica. La tensión entre ambos altos jefes culmina cuando el general Rosas no da cuenta al comando en jefe de una entrevista-mantenida con el general Rauch, que en esos días se hallaba en rebeldía y proclamando epistolarmente la necesidad de una "revolución nacional". Rosas es convocado al comando en jefe y relevado en seguida. La partida ha quedado definida. Como un último intento de guardarlo como carta de reserva, antes que obligatoriamente deba solicitar el retiro, el gobierno radical le da destino designándolo embajador en Paraguay, (De ahí que quizás una de las noticias más adversas que haya recibido Illia durante su mandato fue cuando meses atrás se le informó del grave accidente automovilístico sufrido por el general Rosas en momentos en que retornaba a Asunción luego de haber mantenido importantes entrevistas en Buenos Aires.)

El momento crítico
La tensión entre gobierno y comandante en jefe ha llegado a su punto culminante. En los términos inmediatos se llama enfrenamiento Avalos vs. Onganía, y se trasluce en una puja sorda entre dos pisos del edificio de la calle Azopardo: el 5º, donde funciona el comando en jefe, y el piso 7º, donde está instalada la Secretaría de Guerra.

La pugna hace crisis a través de un hecho accidental: el relevo del teniente coronel Sarno ordenado por el comandante en jefe sin previa consulta al secretario, de Guerra, hecho que éste alega para justificar su renuncia. Y aquí entonces se plantea el problema: ¿quién será el reemplazante de Avalos?. Onganía sostiene que debe serlo un militar retirado, "pues no puede pasar a ser superior del comandante en jefe quien hasta ayer fue su subordinado". Esto da lugar a una serie de tratativas con el ministro de Defensa. Para el gobierno radical ése puede ser el momento de provocar el alejamiento de Onganía y opta por designar a un oficial en actividad: el general Castro Sánchez, que se había desempeñado como subsecretario de Avalos.

Para Onganía, a su vez, es la oportunidad de alejarse con su prestigio intacto, y apenas finalizado el juramento del nuevo secretario presenta su pedido de retiro. Si bien se ha decidido a dar el paso provocando la ida de Onganía, el gobierno de Illia no se resuelve, en cambio, a modificar sustancialmente la conducción de la Fuerza poniendo en la comandancia una figura adicta, hecho que por otra parte podría desencadenar una aguda crisis en el Ejército. Se inclina por designar a un oficial del "equipo Onganía". También "azul", también perteneciente al arma de caballería.

El elegido, general Pascual Pistarini, es sobrino del que fuera ministro del ex dictador, pero se mantuvo siempre aislado de los eventos políticos. En 1955, con el grado de teniente coronel, formó parte de una de las columnas enviadas para reprimir la Revolución Libertadora iniciada en Puerto Belgrano, pero sometido a un sumario se comprobó que sólo se había limitado a cumplir una orden superior. Destacado deportista, especialista en saltos hípicos —record mundial con el caballo "Diablo", con el que saltó 2,17 metros—, hizo luego una brillante carrera llegando a merecer la insignia de San Jorge, la máxima a que puede aspirar un oficial de caballería.

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