lunes, 6 de febrero de 2012

AUGUSTO RATTENBACH, HIJO DEL GENERAL BENJAMÍN RATTENBACH, AFIRMA QUE "EL INFORME RATTENBACH FUE ADULTERADO" - parte 1


LA INVESTIGACIÓN REALIZADA POR RATTENBACH SOBRE LA GUERRA DE MALVINAS ORIGINÓ UNA CONSPIRACIÓN DE SILENCIO QUE SALIÓ A LA LUZ GRACIAS AL PERIODISMO. EL HIJO DE AQUEL GENERAL CUENTA QUE SU PADRE DESCUBRIÓ QUE SE HABÍAN QUITADO LAS PÁGINAS QUE COMPROMETÍAN AL ENTONCES CAPITÁN ASTIZ.

Pocos recuerdan a esta altura que Leopoldo Fortunato Galtieri resultó absuelto en el juicio a las juntas militares. ¿Cómo fue posible, entonces, que Carlos Menem lo incluyera en su ancha canasta de indultos? Sucedió que el campechano y ostentoso dictador de ojos celestes,
presidente y jefe del Ejército durante el ahora evocado primer semestre de 1982, había sido destituido y condenado a doce años de reclusión, en 1986, por su responsabilidad en la guerra de Malvinas. Las causas judiciales que lo conservaban preso cuando lo sorprendió la muerte sí estaban relacionadas con derechos humanos (correspondían a su antigua actuación como comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario); en cuanto a sus responsabilidades como conductor de la guerra, fue definitivamente perdonado por Menem.
Pero hubo un informe mucho más duro que aquel del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que, además de a Galtieri, condenó a Jorge Anaya a 14 años de reclusión y destitución, y al brigadier Basilio Arturo Lami Dozo a 8 años de reclusión (luego, al revisar las sentencias, la Cámara Federal las unificó en 12 años). Ese otro informe intentó ser tapado por una conspiración de silencio, pero logró saltar el cerco de la censura para estallar en los titulares de todos los medios del país. Fue el Informe Rattenbach, así llamado porque lo elaboró una "Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur" que presidía el teniente general Benjamín Rattenbach, fallecido poco después a los 82 años, en 1984, de un derrame cerebral. El informe había sido encargado por la última junta militar del "Proceso" (general Cristino Nicolaides, almirante Rubén Franco, brigadier Augusto Hughes) y debía tener carácter secreto, pero en forma inesperada una versión del texto apareció publicada en la revista Siete Días (ver recuadro), lo cual contribuyó a potenciar la de por sí explosiva dureza de su letra, que entre otras cosas recomendaba, para juzgar a los responsables de Malvinas, tener presente el artículo del Código de Justicia Militar que impone la pena de muerte a quien entrega una plaza sin pelear.
A 24 años de la revelación periodística que desnudó la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la guerra de Malvinas, el hijo del autor de aquel histórico informe, el músico y coronel Augusto Benjamín Rattenbach, revela que las Fuerzas Armadas no sólo intentaron silenciar los resultados de la investigación de su padre (las únicas copias del original Rattenbach son clandestinas), sino que adulteraron la información cambiando algunas hojas en las que se analizaba el desempeño de Alfredo Astiz durante el conflicto para alivianar los cargos.
"Mi padre tenía un sentido de la disciplina que inspiraba respeto en el Ejército, porque además tuvo una ética a prueba de balas", dice hoy, en su departamento de Barrio Norte, este coronel de 79 años al que no se conoce tanto por haberse rebelado en su momento contra el general Alejandro Lanusse (quien lo pasó a retiro) o por haber integrado en los años ochenta el núcleo fundador del Cemida (Centro de Militares para la Democracia) como por su condición de músico.
La firmeza del Informe Rattenbach, una revisión impiadosa de la guerra escrita puertas adentro en tiempos de autoamnistías y repliegue a los cuarteles, quizás se explique en gran medida por la formación prusiana y el espíritu profesionalista del hombre fuerte de la comisión investigadora. Quien ahora evoca a aquel teniente general, su hijo el coronel compositor, recuerda que los Rattenbach vivían en 1933 en Berlín porque el Ejército había enviado al entonces mayor Benjamín Rattenbach a capacitarse en la Escuela de Guerra del Ejército alemán, casualmente la misma donde estudiaría el hijo en 1959 y 1960, ya en plena Guerra Fría. El padre, cuenta hoy el hijo, incluso conoció personalmente a Hitler. Pero advierte, raudo:
"Gran parte de los militares argentinos que fuimos enviados a Europa para capacitarnos volvimos con un concepto profesionalista, con ideas más favorables a la democracia".

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