miércoles, 28 de diciembre de 2011

El peligro yanqui

El primer artículo que escribió Manuel Ugarte después de este primer viaje fue “El peligro yanqui”, aparecido en El País el 19 de octubre de 1901. En él, alertó sobre el choque de intereses de las dos Américas y tomó como punto de partida lo ocurrido en Cuba. Además, advirtió que una de las tácticas utilizadas por Estados Unidos era la infiltración o predominio industrial en un país determinado, etapa previa y necesaria que prepararía la escena para ser seguida de una agresión pretextando la defensa de intereses económicos. Escribe Ugarte en este artículo:

De esta manera, cuando decide apropiarse de una región que ya domina moral y efectivamente, sólo tiene que pretextar la protección de sus intereses económicos (como en Texas o en Cuba) para consagrar su triunfo por medio de una ocupación militar de un país que ya está preparado para recibirle. Por eso al hablar de peligro yanqui no debemos imaginarnos una agresión inmediata o brutal que hoy sería imposible, sino un trabajo paulatino de invasión comercial y moral que iría acreciendo con las conquistas sucesivas y que irradiará cada vez con mayor intensidad desde la frontera en marcha hacia nosotros (1901a).

Recordemos que con Cuba, los Estados Unidos basaron sus relaciones en la Enmienda Teller, por la cual concedían al país una independencia nominal, situación que se completaría en 1901, cuando a través de la Enmienda Platt se estableció un protectorado sobre la isla. En ese mismo año Ugarte propuso, para defenderse del imperialismo estadounidense, utilizar el contrapeso de la participación de las potencias europeas en los asuntos latinoamericanos. Lo hizo en “La defensa Latina”, artículo fechado el 5 de octubre de 1901 en París, y publicado El País de Buenos Aires el 9 de noviembre de 1901:

Francia, Inglaterra, Alemania e Italia han empleado en las repúblicas del sur grandes capitales y han establecido corrientes de intercambio o de emigración. En caso de que los Estados Unidos pretendiera hacer sentir materialmente su hegemonía y comenzar en el sur la obra de infiltración que han consumado en el Centro se encontrará naturalmente detenido por las naciones europeas que tratan de defender las posiciones adquiridas […] Se dirá que es defenderse de un peligro provocando otro. Pero si los europeos están de acuerdo para oponerse a las pretensiones de los Estados Unidos, no lo están para determinar hasta qué punto deben graduar las pretensiones propias […]

De modo que estaríamos defendidos contra los americanos por los europeos y contra los europeos por los europeos mismos […]

Además la verdadera amenaza no ha estado nunca en Europa sino en América del Norte (1901b).

Todavía Ugarte manifiesta dos puntos de vista que modificaría años más tarde: la apreciación despectiva sobre las repúblicas de América Central y la apreciación de privilegio con que juzga la situación de los países del extremo sur -no soportando ningún tipo de colonialismo y desconociendo, por ende, la acción del ejercido por Inglaterra: “Según ellos (Estados Unidos) es un crimen que muestras riquezas naturales permanezcan inexplotadas a causa de la pereza y falta de iniciativa que nos suponen juzgar a toda América Latina por lo que han podido observar de Guatemala o de Honduras” (1901a). Cuando Ugarte realizó su gira cambió posición con respecto a Centroamérica y se convirtió en defensor de esas naciones:

Sólo el extremo sur está ileso y aún en nuestra región donde los intereses industriales y comerciales de Europa hacen imposible un acaparamiento, han ensayado los Estados Unidos una manera de acapararnos. La guerra peruano-chilena y el antagonismo entre Chile y Argentina son quizás el producto de una hábil política subterránea dirigida a impedir una solidaridad y una entente que pudieran echar por tierra los ambiciosos planes de expansión (1901a).


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