viernes, 25 de febrero de 2011

Gobierno del Virrey Cisneros – parte 4


Mayo y después…

No termina aquí la vida política del último Virrey que tuvo el Río de la Plata. Cisneros creyó, para junio de 1810, que todo se trataba de una aventura sustentada por algunos criollos, por eso intentará volver a retomar las riendas del gobierno utilizando algunos apoyos que le pudieran suministrar españoles que vivían tanto en el interior como en la ciudad de Buenos Aires. Hasta pensó en apostarse en Montevideo, que todavía estaba gobernada por realistas. En carta fechada el 22 de junio de 1810 que elevó a Madrid, el ex Virrey Cisneros descarga su furia contra la Primera Junta que lo echó del poder: “El Presidente [Saavedra] habita en el Real Fuerte, de donde me obligó a trasladarme a una casa particular; tiene la misma guardia y recibe los mismos honores que un Virrey; este numeroso pueblo está oprimido”. Y en otro párrafo, agrega: “Nunca he sido más obsequiado y respetado del vecindario que cuando me veo despojado del mando, y es que su fidelidad respecta en mí la verdadera representación de V. M., al mismo tiempo que detesta por modos bien notorios la autoridad de la Junta”.

Habiendo permanecido en Buenos Aires, la Primera Junta comienza a espiar a Cisneros en todos sus movimientos y contactos, lo cual determinó su expulsión. Juan Larrea, vocal de la Junta, se encargó de este trámite. Él era un hombre muy relacionado a los capitanes de ultramar, varios de los cuales también eran agentes secretos en las costas del Plata. Larrea se ganó la confianza de uno de ellos, el capitán del cúter británico Dart, Marcos Bayfield, un experto contrabandista y mejor amigo de personalidades de la oligarquía porteña. Bayfield sería el encargado de llevar a la isla Gran Canaria a los siguientes hombres: Baltasar Hidalgo de Cisneros, los oidores Francisco Tomás de Anzoátegui, Manuel Sebastián de Velazco, Manuel José de Reyes y los fiscales Manuel Genaro de Villota y Antonio Caspe y Rodríguez. Dicen las crónicas, que los expulsados fueron escoltados hasta el puerto por un escuadrón de Húsares.

Mientras tanto, el inglés Marcos Bayfield, en razón de este favor que cumplía, recibió una jugosa compensación de parte de la Primera Junta, que se comprometió a protegerlo y le concedió el permiso para desembarcar, libre de derechos, una partida de tabaco –rapé- que tenía en su embarcación Dart, dejándolo, además, libre de impuestos para la introducción de 100.000 pesos en géneros, y extraer otros tantos frutos del país igualmente libres. Zarpó el barco inglés el día 24 de junio de 1810, y arribó a Gran Canaria el 4 de septiembre de 1810. Nunca más se volvió a oír el nombre de Cisneros por el Río de la Plata.

Autor
Gabriel Oscar Turone

Bibliografía
Cañás, Jaime. “Qué hicieron los agentes secretos en el Río de la Plata”, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, Mayo de 1970.
Rosa, José María. “Defensa y pérdida de nuestra independencia económica”, Peña Lillo editor, Buenos Aires, Argentina, Noviembre de 1986.
Triana, Alberto J. “Masonería. Historia de los Hermanos Tres Puntos”, Segunda Edición, Buenos Aires 1958.
Wast, Hugo (Gustavo Martínez Zuviría). “Año X”, Editorial y Librería Goncourt, Buenos Aires 1970.

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