miércoles, 7 de julio de 2010

El pasado colonial: Mujeres y demandas judiciales - parte 1


Sumergirnos en el pasado siglo XIX nos obliga a recurrir mayormente a las fuentes públicas como documentos oficiales, o bien originadas en la vida privada como las frecuentes cartas, o bien a los registros que dejaron muchos viajantes extranjeros que estando de paso por nuestro país plasmaron en sus diarios y anotaciones descripciones muy ricas sobre los paisajes, el estilo de vida, las construcciones, etc.

Así podemos encontrar las memorias de Miers (un experto en minas), las interesantes descripciones del gran naturalista Charles Darwin o las del viajero Francis Bond Head que se vio atraído por el paisaje cordobés ya que encontró en su viaje por el interior la interminable llanura de las pampas, plenas de chatura y vacía de belleza alguna. Se dedicaban muchas líneas a las salvajes costumbres masculinas –corridas de caballos, el matadero, la práctica del pato, las riñas, corridas de toro, etc- típicas de la época en contraposición a la dulzura, las gracias y delicadezas de las mujeres de la colonia que luego del obligado paseo por la alameda, preferían bañarse en el río por las noches –acompañadas de una criada y faroles- para disminuir los efectos de las altas temperaturas veraniegas.
Buenos Aires por esos años no era comparable con ninguna ciudad Europea, carecía de toda comodidad y daba la impresión de estar en ruinas, llamando la atención sus escasos edificios públicos: cabildo, fuerte, catedral o la misma recova (hoy mayormente desaparecidos para crear sobre sus ruinas una ciudad “moderna” que niega su pasado colonial).

Se tejían fantasías sobre la figura del indio indomable y se describía además la férrea tradición católica de los cordobeses, cuya organización familiar difería de la del resto del país: 4/5 integrantes por familia sobre 3/ 4 como promedio general de la época.
Se deduce por los censos que las familias eran pequeñas y se evitaba extender la prole recurriendo a variados métodos anticonceptivos tales como el mas popular coitus interruptus, el manejo del calendario biológico o la simple abstinencia, un dato llamativo de la época es que los dormitorios contaban con camas individuales, ya que las camas de doble plaza se comenzaron a utilizar ya comenzado el siglo XX. El rol paterno era fuerte y una muestra de ello era que se necesitaba del consentimiento del padre de familia –con poderes absolutos en el ámbito doméstico- para pedir la mano si el casamiento era entre menores de 25 años.

La tendencia muestra que progresivamente el estado fue interviniendo cada vez en asuntos domésticos de gran relevancia –como casamientos, defunciones, nacimientos, etc-, o de menor envergadura pleitos familiares, costumbres reprochables como vagancia, ebriedad o desempleo manifiesto, cuestión que denota una desplazamiento de la iglesia sobre estas cuestiones sociales –antes de su exclusiva censura y mirada crítica- o bien su subordinación al Estado.

Cicerchia Ricardo: Historia de la vida privada en la Argentina. Troquel. Bs. As. 1998.
Licenciado Diego Abel Sánchez
http://www.editum.org

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