domingo, 25 de julio de 2010

Chacra Los Tapiales - parte 2

El 10 de agosto de 1814 presenta al gobernador Gervasio de Posadas, un plan para poblar pacíficamente la pampa y llevar adelante una acción civilizadora y opuesta al empleo de la fuerza.

Don Pancho fue un protector de los aborígenes y los representó en el acuerdo de paz que suscribieron con el Gobernador Martín Rodríguez, denominado “Tratado de Miraflores” firmado el 12 de Abril de 1820. El mismo constaba de 10 puntos, que eran significativos para la convivencia, era base firme y estable de fraternidad y seguridad recíproca.

Convivió con indios y gauchos, perfeccionándolos en tareas de campo, los trataba como huéspedes, lejos de prejuicios raciales y les tendió una mano; con auténtico espíritu misionero predicó a los indios, los educó y respetó; hablaba de paz, de comprensión, de hermandad; se acataban normas tales como no beber o jugar; según Clemente Ricci, era un ejemplo de rectitud, sobriedad y templanza.

Sin embargo, su destacada actividad en pos de relacionarse con los naturales de manera pacífica e intentando quebrar siglos de desconfianza, fue tronchada por intereses comerciales, que resistían la labor de Ramos Mexía más allá de las fronteras. Ello le costó ser detenido, engrillado y luego confinado en la Chacra “Los Tapiales” por órdenes del mismo gobernador, Martín Rodríguez que le había asignado la responsabilidad de firmar un tratado de paz con los indios. Hay que destacar que un día antes de ser trasladado por la fuerza de su estancia en Maipú, fue separado de un centenar de indios fieles que vivían con él en las inmediaciones de Miraflores, ya iniciado su viaje se encuentra que cerca de 80 de estos indios, fueron ultimados en las cercanías. Cerca del viejo casco de la estancia Kakel en Maipú existía hasta hace muy poco, una cruz de madera señalando el cementerio de estos indios sacrificados por su adhesión y lealtad con el hacedor del acuerdo de Miraflores.

Ya en Tapiales, vivió en compañía de su familia y protegido por una guardia de voluntarios indios pampas, instalados en tolderías, no muy lejos del casco, el que ya contaba con la actual torre almenar, desde cuya altura se dominaba la amplia extensión de esta hermosa tierra.

Finalmente, Don Francisco Ramos Mexía, muere en 1828, apenado y entristecido por el fallecimiento de dos de sus hijos a causa de la peste. Con tal motivo, sus familiares piden autorización a las autoridades para enterrarlo en su chacra. Tal solicitud les es denegada. Cuenta la tradición que, ante la situación planteada y encontrándose la familia en los prolegómenos de su entierro, transcurridos dos días de largos velorios de esos tiempos, a la hora de la siesta y en medio del descanso, una partida de indios pampas sigilosamente retiró el cuerpo y partieron en silencio en busca de su morada definitiva. El destino final de sus restos, a ciencia cierta, sus descendientes nunca lo conocieron.

Pancho Ramos Mejía, murió confinado por defender una visión sobre el desarrollo de nuestras pampas y de los indios que las habitaban. Visión que coincidía con la de otros patriotas como Belgrano al reivindicar a los naturales de las Misiones, Castelli festejando el 25 de mayo de 1811 con las comunidades indígenas en el Tiahuanaco o con el caudillo oriental Don José Gervasio Artigas quien veía a los americanos como una categoría “…… indios, criollos, negros, campesinos, artesanos todos son americanos”.

Corporación del Mercado Central de Buenos Aires.

Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina.

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