En consecuencia, la división de poderes es una meta a conquistar y no un dogma intemporal. Cuando su conciencia y su capacidad analítica lo determinan, abandona la representación de los hacendados y se convierte en el mejor referente del proteccionismo que es posible imaginar. En septiembre de 1810, escribe en “
El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse… miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas en medio del embelesamiento que les había producido los chiches y abalorios”. Advierte que el planteamiento de problemas confesionales puede servir en esos momentos sólo para dividir a las fuerzas revolucionarias.
Por eso, al traducir “El Contrato Social”, omite el capítulo titulado “Sobre la religión civil”. En ese marco, relativiza la libertad de prensa y cree legítimo abrir la correspondencia de los presuntos enemigos de la revolución.
En consecuencia, “es un político revolucionario, jacobino, astuto y maquiavélico”. Su pragmatismo se hace más patente aún cuando en el “Plan de Operaciones” aconseja provocar enfrentamientos entre los gobiernos de Londres y Lisboa.
Tiene plena conciencia de “la vergonzosa esclavitud a la que Inglaterra somete a Portugal”. Sin embargo, sostiene que la correlación de fuerzas obliga a
Estas sus palabras: “El genio americano obrará prodigios en toda
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