domingo, 27 de junio de 2010

El Tratado Roca-Runciman - parte 4

Recién el 5 de mayo, una semana después del hecho consumado, “La Vanguardia” rompió líneas en la prensa y tomó una posición orgánica contra el acuerdo. La misma que luego iban a continuar su líder, Alfredo Palacios, y Lisandro De La Torre cuestionando al corrupto acuerdo y sus consecuencias.

“Se está muy lejos de responder a sentimientos verdaderamente patrióticos, puesto que todo se reduce a las concesiones entre los intereses de ciertos grupos, donde se imponen, como siempre los que tienen mayor fuerza financiera”, afirmaba el diario socialista.

Por el bien de todos

El historiador Felipe Pigna resume el hecho en pocas palabras, en la tercera parte de su libro “Mitos de la Historia Argentina”. Dice: “En la historia de las relaciones internacionales hay pocos antecedentes de un acuerdo bilateral tan desigual y vergonzoso firmado a sólo efecto de beneficiar a la minoría de la minoría de un país”.

Alcanzar el acuerdo fue presentado a la sociedad como una necesidad y un interés de toda la Argentina. Por aquel entonces, la idea del “granero del mundo” estaba muy presente (y lo sigue estando) en el inconsciente colectivo. Dejar de exportar carne era como dejar de respirar, como dejar de vivir.

“Las ideologías sirven a los intereses particulares que ellas tienden a presentar como intereses universales, comunes al conjunto del grupo”, dice Pierre Bourdieu. Y en esto, los medios de comunicación jugaron y juegan un papel central porque “contribuyen a la integración ficticia de la sociedad en su conjunto”. En 1933, nadie influía tanto como los diarios, más en una sociedad con una cultura letrada tan desarrollada como la argentina.

El acuerdo respondía a intereses puramente individuales, favorecía a todo lo que tuviera cerca la bandera británica. La alta sociedad argentina, que vivía como en París, gastaba en libras esterlinas y habla inglés, era la socia de los capitales sajones que se beneficiaron con el pacto. El gobierno conservador de Justo jugaba a favor de esos intereses, y al mismo tiempo, era parte de ellos.

En la actualidad, esos sectores conservadores están más lejos del poder político, pero siguen siendo fracciones dominantes. Los medios a veces representan sus posiciones y la mayoría las propias, las del multimedio. En 75 años muchas cosas cambiaron, pero otras no.

Hoy, los intereses de una minoría siguen apareciendo muy seguido como los de la mayoría, y la exportación de carne es un problema nacional ¿Será que estamos destinados a repetirnos? Al menos, ahora los que se quejan son otros.

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