miércoles, 2 de junio de 2010

Belgrano y la actuación como secretario del Consulado de Buenos Aires


Estando en España, en diciembre de 1793, fue llamado por el Ministro Gardoqui, quien le anuncia que ha sido nombrado Secretario Perpetuo del Consulado que se ha de erigir en Buenos Aires.

Llega a Buenos Aires el 7 de mayo de 1794, dispuesto a consagrarse a sus obligaciones, y poder aplicar sus vastos conocimientos teóricos para comprender la realidad y tender a su transformación. El Consulado celebra su primera sesión el 2 de junio de ese año, tiene jurisdicción mercantil, a la par que carácter de junta económica, para el fomento de la agricultura, industria y comercio. Entre las atribuciones del Secretario figura la de ‘’escribir cada año una memoria sobre los objetos propios de su instituto”. Belgrano despliega entonces una actividad incansable.

El Consulado tenía jurisdicción sobre todo el Virreinato del Río de la Plata y Belgrano mantuvo una fluida correspondencia con los diputados en los distintos destinos, pidiéndoles que le mandaran información detallada de las características geográficas y de las producciones locales. Se ocupa de tratar de reformar los abusos del comercio exterior y fomentar el interno reduciendo las exacciones que gravaban el mismo, facilitando la navegación fluvial e insistiendo en la construcción de nuevos caminos como los de Catamarca y Córdoba, Tucumán y Santiago del Estero, San Luis y Mendoza e incluso busca franquear las comunicaciones entre Buenos Aires y Chile. Se auxilia de estudiosos y organiza viajes de reconocimiento del territorio, levantando planos topográficos, e interesándose en los indígenas establecidos fuera de la frontera con el español, a los cuales busca integrar a través del comercio y evangelizar para su desarrollo como personas. En Belgrano es constante su interés por un mejoramiento económico, sin descuidar los aspectos sociales y morales de la población.


El Consulado bajo su inspiración, se aboca a la construcción del muelle de Buenos Aires, iniciando las obras que implican el sondeo del río y reconocimiento de la costa.

Busca el fomento de la agricultura, respondiendo a sus ideas fisiocráticas. En la primera Memoria de mediados de 1796 realiza un estudio económico profundo. Bajo el título “Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor ‘, sintetiza un vasto programa económico de fomento de la agricultura, del comercio libre y desarrollo y protección de la industria nacional. Propicia la creación de una Escuela Práctica de Agricultores y otra de Comercio. Crea la Escuela de Náutica, la Academia de Dibujo, arquitectura y perspectiva y otra de Matemáticas.

Belgrano propiciaba la educación de las primeras letras a través de escuelas gratuitas y la enseñanza de oficios, como un medio de combatir la ociosidad y los vicios. También fue uno de los primeros en interesarse por la educación de la mujer, proponiendo la instalación de escuelas gratuitas, “…donde se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc. y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial, o más en las mujeres que en los hombres”.
Belgrano destinó premios de 30 y 40 pesos fuertes a las niñas huérfanas del Colegio de San Miguel que presentaran una libra de algodón hilado.

La múltiple labor de Belgrano como secretario del Consulado se vio afectada por la crisis que experimentaba en esos momentos el Imperio Hispanoamericano bajo el dominio de los Borbones y la particular situación europea con la expansión napoleón.

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