viernes, 14 de mayo de 2010

Artigas, la revolución de mayo y la unidad hispano-americana - parte 4

ARTIGAS Y ROSAS

Acerco las figuras de Artigas y Rosas, que para algunos parecerá herejía, Artigas tiene estatua y Rosas aún no. Pero Rosas, para mi, fue el continuador de Artigas.

Aunque no se diera cuenta, aunque no valorara a Artigas en su justa medida (que no es el caso). Rosas es el triunfo de la idea de los" Pueblos Libres" en la margen occidental del Plata. La Confederación se forma en 1831) y su Pacto del 4 de enero es un eco de las instrucciones del XIII. Esa liga de gobiernos populares, confederados, con un Encargado de Negocios Extranjeros: esa formación sólida, de granito que es el Pacto Federal que Rosas hace aprobar a todas las provincias argentinas y de donde nace la Confederación Argentina, es la vieja idea de Artigas. El Restaurador ha tomado la bandera del Protector. Hasta su color punzó luce en su divisa.

Y no es solamente en los gobiernos populares y confederados como Rosas se asemeja Artigas. Así como éste lucha contra los portugueses, Rosas lo hace contra los ingleses y los franceses: la defensa de la soberanía es común a ambos.

Y finalmente el "americanismo". El "sistema americano" de Rosas ha sido mal comprendido por muchos.

Han creído en una prepotencia de Buenos Aires sobre el Plata. No fue así. Rosas quería la unidad del Plata, y algo más que la unidad del Plata: la unidad hispanoamericana. Pero la quería como Artigas a base de una propia decisión de los pueblos, sin prepotencias inconducentes por una política de mutuo respeto y común defensa. Esa unidad tal vez no llegaría a asumir la forma de una Confederación o de un Estado Federal, sino de una "fraternidad". Eso bastaba, la fraternidad sellada con sangre entre argentinos y orientales cuando las intervenciones extranjeras de 1838 a 1850 mostraba con elocuencia el común destino de ambos.


Para muchos, la palabra "Rosas" es mala palabra. Es que Rosas -como Artigas- han sido muy calumniados.

La calumnia que encuentra eco en la gente de mentalidad colonial. O en los interesados en mantener el orden colonial bajo un manto de sonoras palabras.

Pero yo quiero recordar a vosotros, aquí y sean estas mis últimas palabras, dos títulos de gratitud de la Banda Oriental hacia Rosas. No hablo de las intervenciones, ni del sitio, ni de la invasión brasileña de 1851 y los inicuos tratados de octubre de ese año donde siempre se encuentra a Rosas junto a los orientales. Hablo de otras cosas, generalmente ignoradas.

La primera es la intervención de Rosas en la expedición de los Treinta y Tres Orientales. La preparó visitando la Banda Oriental con el pretexto de la compra de unos campos, como era un estanciero que no intervenía aparentemente en política, los portugueses lo dejaron recorrer la tierra. Hablo, con los jefes artiguistas y les anunció el arribo a la playa de la Agraciada. Y después él, junto con otros, financió la expedición de Lavalleja y Oribe.

La segunda es la actitud de Rosas ante el tratado proyectado por Brasil el 24 de marzo de 1843. Brasil le entrega allí prácticamente el dominio de la Banda Oriental a condición de la ayuda de Rosas para concluir con la revolución independiente de Río Grande.

Aquellos que creen que Rosas tenía "ambiciones territoriales argentinas" no pueden comprender porqué Rosas rechazó ese tratado. Que lo venía a salvar de la intervención anglo-francesa (que no se haría si Brasil y la Confederación presentaban un bloque unido), y le daría a la Banda Oriental.

Es que Rosas era mucho más ambicioso que eso. No quería dominarla con prepotencias, quería por propia y decidida voluntad de todos llegar a una unidad definitiva. Haría la unidad americana como hizo la unidad Argentina: sin dominio de Buenos Aires sobre el interior, en perfecta igualdad las provincias, hasta quitando privilegios de Buenos Aires (como el librecambio que obstaban al desarrollo de la economía del interior).

Porque Rosas, estanciero porteño, no gobernó para los estancieros ni para Buenos Aires; sino para una América libre de dominios foráneos y unida por gobiernos populares.

Como Artigas, nacido en Montevideo y militar de profesión, no gobernó para su ciudad natal ni para su clase militar.

No triunfó, como no triunfó Rosas, pero nos dejaron la lección que hemos de recoger en este siglo. Siglo de nacionalidades, donde se baten en retirada los imperialismos y sus servidores conscientes e inconscientes, con su fárrago de palabras huecas y de esquemas falsos.


José María Rosa
http://comunidad.libreopinion.com

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