viernes, 6 de febrero de 2009

HISTORIAS URBANAS


Leyendas de Buenos Aires

Hay una ciudad espectral, habitada por personajes extraños en los que muchos creen y dicen haber visto. Tanto que son parte de cada barrio. Como los fantasmas que sobrevuelan casonas abandonadas, la dama que intentó escapar de su tumba, una niña aristocrática asesinada por su amante y bestias fabulosas como el Gigante de Once. Algunos relatos, ya clásicos, tienen en sus orígenes fundamentos históricos. Otros, el rumor que va de boca en boca.

Guillermo Barrantes y Víctor Coviello son dos jóvenes escritores que rastrearon leyendas urbanas inéditas y las plasmaron, con espíritu detectivesco, en el libro "Buenos Aires es Leyenda". "Con los mitos pasa algo similar a la teoría de la supervivencia del más apto de Darwin: es la supervivencia de la historia que más le gusta al oyente. Alguien puede escuchar tres versiones de una misma historia y se va a quedar con la que más le gusta y ésa es la que va a reproducir", explica Barrantes.

Las leyendas, por definición, cuentan con un fondo real que es transformado por la tradición. Pero para Coviello representan mucho más: "Son como las flores que crecen en medio del cemento, en los balcones: algo fantástico y delirante que nace en medio de la Ciudad". Pasen, tiemblen y vean las invenciones fabulosas de Buenos Aires.


El gigante de Once que salva vidas

Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once vaga un personaje de casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio. Este gigante "bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia protectora.

Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, un hombre artificial creado en el siglo XVI por un rabino de Praga, llamado Judah Loew ben Bezabel. Si bien la historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un rabino, con los inmigrantes judíos.

De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que estaría en el anexo de un hospital, en Caballito. Otros creen que vive en un callejón oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria. De una u otra forma, hay vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno.


Dulce venganza arquitectónica

Esta es la historia de dos familias enfrentadas que dejó sus huellas en Retiro. Los Anchorena, que vivían en el actual Palacio San Martín con 150 sirvientes. Y los Kavanagh, adinerados, aunque no patricios. Hacia 1920 los Anchorena construyen la iglesia del Santísimo Sacramento como futuro sepulcro familiar. Cuenta la leyenda que uno de los Anchorena se enamoró perdidamente de una Kavanagh, aunque el romance no fue aprobado por su familia. Corina Kavanagh decidió una venganza arquitectónica: en Florida y San Martín, ordenó la construcción de un edificio cuyo único requisito era que impidiera la vista desde el palacio Anchorena a la iglesia, objetivo que aún cumple el edificio Kavanagh. "Incluso, si alguien quiere mirar de frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje "Corina Kavanagh", relata Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre.

Ajos contra el enano vampiro

Se trata de uno de los relatos más fascinantes del libro “Buenos Aires es leyenda”. Tiene como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de los Zares a fines de los 70. Belek, que provenía de la zona de los Cárpatos –como el conde Drácula–, fue expulsado luego de que el dueño del circo, Boris Loff, el Hombre Bala y la Mujer Barbuda lo encontraran prendido al cuello de Vera, una mono tití.

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