martes, 3 de marzo de 2009

El Pedigree de Palermo


LOS MUCHACHOS DE PALERMO NO USABAN GOMINA


En diciembre de 1908, en la esquina de Santa Fé y Serrano, se inauguró una "confitería, bar y casa de lunch" que sus propietarios, Boniforti y Sanchez, bautizaron "El Pedigree".Por ese entonces la Plaza Itala era "uno de los puntos más pintorescos, más animados y de mayor atracción de Buenos Aires, al decir del cronista de P.B.T. que fue a pasear , según confiesa, después de mucho tiempo por Palermo y se encontró, de improviso, con el nuevo establecimiento.
Así lo narra: "Descendimos del tranvia frente a la estación, y de pronto, una vereda iluminada y anchurosa llena de mesitas y cómodos asientos atrajo nuestra atención".Eran las típicas mesitas redondas de marmol, con base de hierro fundido, rodeadas de sillas plegadizas de chapa, con el asiento agujereado en simétricos círculos.En la calle, una hilera de árboles daban sommbra y frescura al ambiente y el toldo extendido reparaba del sol y la lluvia.

Amplios faroles que colgaban de las paredes del frente ubicados cada dos o tres metros unos de otros, iluminaban la vereda, y los clientes podían disfrutar gracias a ello del día y la noche palermitana.Allí se reunía la muchachada y las familias, para disfrutar viendo pasar los tranways cargados de pasajeros, los primeros automóviles y los coches de tracción a sangre, cabriolé, volanta, quitrín, mateo, en los que se paseaban las bellezas de la época.

No era facil conseguir mesa en la vereda cuando el tiempo era propicio, las noches de verano, las primeras tardecitas otoñales y las últimas de la primavera.En el invierno funcionaba a full el "Salón de lunch". Allí todo tenía otra categoría, mesas cuadradas de madera y sillas esterilladas.

El mismo salón cumplía también funciones de "café" y un café que se precia debe tener billares.Era el billar una institución y sigue siéndolo a pesar de las transformaciones de los gustos con el tiempo.La terraza "reservada para familias" estaba paquetamente instalada con mesas plegadizas, redondas, de chapa, que cubrían blancos manteles fijados a la mesa por un florero en el medio y un cenicero al costado con la propaganda de algún producto de la época.El Pedigree tenía también un jardín. En este lugar se repetían las mesas de la terraza y las sillas de la vereda, pero desaparacía el mantel.

Era un jardín interno que encerraba las paredes del establecimiento. Varios pinos daban sombra a las mesitas diseminadas con amplio espacio entre unas y otras.En un enrejado de madera, típico de ese entonces, se abrazaban las enredaderas que se cubrían de flores aportando su colorido y su perfume. El personal era una paquetería. Mozos de camisa blanca, moñito negro, chaqueta negra y blanco delantal de la cintura hasta el piso que casi cubría sus zapatos charolados. Colgando del brazo izquierdo, la servilleta.Aquello realmente era un "establecimiento admirablemente dispuesto donde no faltaba un detalle de riqueza, confort y buen gusto".

En la terraza y en el jardín se podía cenar al aire libre, mientras "una orquesta animaba las reuniones, ejecutando obras selectas".


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