La historia es la única rama del conocimiento que nos puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en el futuro.
martes, 30 de noviembre de 2010
domingo, 28 de noviembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
La Vuelta de Obligado – parte 6
Posteriormente se le destina al Ejército de los Andes, donde San Martín le confía misiones de responsabilidad. Con el grado de mayor interviene en la batalla de Chacabuco, y su desempeño le hace acreedor a la medalla de oro que le otorga el gobierno de las Provincias Unidas, mientras el de Chile lo nombra oficial de la Legión del Mérito y le acuerda medallas y cordones. Maipú rubrica esta nueva etapa del joven guerrero, que luego inicia una campaña en el sur de Chile bajo la dirección de Las Heras.
En 1820 regresa a Buenos Aires, con solo 28 años, y a través de su amistad con Alvear y Sarratea, conoce al entrerriano Francisco Ramírez. Este lo invita a acompañarlo a Entre Ríos, ayudándolo a organizar su ejército y en la tarea de estructurar la naciente “República de Entre Ríos”. Poco después protagonizará Mansilla un episodio oscuro, el del abandono que hizo del caudillo entrerriano cuando éste se lanzó a invadir Santa Fe. Habíale ordenado Ramírez que pasara el río Paraná en unos buques para atacar la capital de la provincia donde dominaba Estanislao López; este ataque estaría combinado con el avance que debería efectuar Ramírez al sur de Coronda. Pero Mansilla defeccionó. Al llegar frente a Santa Fe y luego de disparar algunos cañonazos, algo misterioso ocurrió, y después de pasar una noche inactivo frente a una plaza casi indefensa, Mansilla ordenó repasar el río y volver a Entre Ríos.
La defección del porteño significó la derrota posterior de Ramírez, y luego su muerte. Mansilla explicaría años más tarde este episodio, diciendo que él no podía cooperar con el caudillo entrerriano en una acción que estaba dirigida contra Buenos Aires. Pero esto debió decirlo antes de participar en los planes de Ramírez. Se dijo en su momento –y Saldías recoge la versión- que hubo una cuestión de faldas; que Mansilla estaría enamorado de la Delfina, la bella amante portuguesa del Supremo y, despechado ante la preferencia de ella, dejó fracasar una acción que sabía decisiva para su jefe. Sea como sea, la actuación posterior de Mansilla no tiene puntos negros como éste, pero que algo extraño pasó en esa oportunidad, es indudable.
Después de la muerte de Ramírez y de un breve interregno, Mansilla se hace elegir gobernador de Entre Ríos. Resulta ser un buen administrador, pone paz en la tierra de las cuchillas y hace sancionar una de las primeras constituciones provinciales. Cuando termina su mandato la legislatura de la provincia le hace donación de grandes extensiones de tierra, que serían luego la base de su fortuna.
No aceptó la reelección, pero la provincia lo elige diputado al Congreso de 1824. Fueron asombrosas para muchos las cualidades de orador brillante que demostró en esas funciones, votando favorablemente el proyecto rivadaviano de constitución unitaria.
Declarada la guerra al Brasil, Rivadavia lo nombra comandante de costas, pero poco después se incorpora al ejército de Alvear. Siendo ya general de división, se distingue en Camacuá, y manda en jefe en la batalla de Ombú, en la cual derrota completamente al famoso general brasileño Bentos Manuel, que por esa razón estuvo ausente de Ituzaingó. Su destacado desempeño ganóle a Mansilla el nombramiento de jefe de estado mayor.
Al volver el ejército a Buenos Aires, Mansilla opta por retirarse a la vida privada, de la que en 1834 lo saca el general Viamonte, nombrándole jefe de policía. Cuñado de Rosas, no intervino nunca en la lucha de partidos, pero fue miembro conspicuo de la legislatura durante varios períodos. En 1845 este hombre era comandante en jefe del departamento del Norte. A él confió Rosas el mando de las fuerzas que enfrentarían al enemigo.
por Osvaldo Carlos Sidoli
(Revista Desmemoria- Año 8 Nº 28 – Abril de 2001 – pgs 163/178
Este sitio es publicado por Carlos Mey
histarmar@fibertel.com.ar
martes, 23 de noviembre de 2010
La Vuelta de Obligado – parte 5
En conclusión: 8.000 hombres de caballería del país y 25 o 30 piezas de artillería, fuerzas que con mucha facilidad puede mantener el general Rosas, son suficientes para mantener en un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires, y también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres salga a más de treinta leguas de la Capital sin exponerse a una completa ruina por falta de todo recurso. Tal es mi opinión, y la experiencia lo demostrará”.
San Martín decía al comienzo de esta carta que no entraba a juzgar la justicia o injusticia de la guerra que llevaban las escuadras combinadas franco-inglesas sobre Buenos Aires, limitándose a dar una opinión de carácter técnico. En Europa se sabía quien era San Martín. Es de imaginar el efecto que hizo su carta por la amplia difusión periodística que alcanzó. El Libertador prestó una vez más un gran servicio a su patria.
En tanto los unitarios de Montevideo se expresaban desde las columnas de “El Nacional” y “El Comercio del Plata”, aludiendo a la actitud de los argentinos en relación con los invasores extranjeros: “¿Cómo ha de combatir un pueblo contra los hombres a quienes mira como libertadores?”. Y José Luis Bustamante, secretario y consejero de Fructuoso Rivera, en un libro que tituló “Los errores de la intervención anglo-francesa”, abre sin reservas su pensamiento de este modo: “Los pueblos del Alto Perú, saludando a sus nuevos amigos y protectores (se refiere, como es de suponer, a los invasores europeos) prontos a continuar la campaña santa de la libertad, verían con placentera esperanza flamear en sus costas y fuertes la bandera de la Francia y la Inglaterra”.
Sin embargo, hombres de valía reaccionaron ante la agresión. Uno de ellos fue el coronel Martiniano Chilavert. Había sido jefe de estado mayor en el ejército de Lavalle y era considerado el artillero científico por antonomasia. Coloca el patriotismo por encima del partidismo, y se dirige resueltamente a Oribe en una hermosa carta: “En todas pos posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero”.
Juan Bautista Alberdi fue uno de los más talentosos unitarios enemigo de Rosas, pero en su fecunda y lúcida madurez se le debe esta significativa frase: “Prefiero a los dictadores de mi patria que a los libertadores extranjeros”.
Lucio Mansilla
El jefe que dirigió las fuerzas de la Confederación en esa inolvidable jornada era un veterano de la Independencia, de 53 años, natural de Buenos Aires, a la que defendió de las invasiones inglesas siendo casi un niño, bajo las órdenes de Liniers. Poco más tarde luchó junto a Artigas para desalojar a los portugueses de la provincia Oriental, y ese no fue su único aporte en tal sentido: intervino en el sitio de Montevideo, al lado del general Rondeau, y en las filas comandadas por el coronel Domingo French, que tomaron por asalto la fortaleza portuguesa “El Quilombo”, sobre el río Yaguarón. Por esa campaña se le concede un honroso escudo de plata y se le nombra “Benemérito de la Patria en grado heroico”.
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La Vuelta de Obligado – parte 4
Poco después, la escuadra argentina, que bloqueaba el puerto de Montevideo a las órdenes del almirante Brown, fue apresada, cumpliéndose la consigna ministerial. Pocas veces se había asistido a un atropello más flagrante de las normas del derecho internacional. Las potencias agresoras organizaron hábilmente lo que hoy denominamos “guerra psicológica”, pero no pudieron impedir los comentarios de la prensa, “Triunfe la Confederación Argentina o acabe con honor, Rosas, a pesar del epíteto de déspota con que lo difaman, será reputado en la posteridad como el único jefe americano del sur que ha resistido intrépido las violentas agresiones de las dos naciones más poderosas del Viejo Mundo”; decía “O Brado de Amazonas”; De Río de Janeiro, el 13 de diciembre de 1845. “O Sentinella da Monarchia”, del mismo origen, del día 17, se expresaba así: “Sean cuales fueran las faltas de este hombre extraordinario, nadie ve en él sino al ilustre defensor de la causa americana, el grande hombre de América, sea que triunfe o que sucumba”. El ex presidente de Chile, general Pinto, le escribe al ministro plenipotenciario argentino: “Todos los chilenos nos avergonzamos que haya en Chile dos periódicos que defienden la legalidad de la traición a su país, y usted sabe quienes son sus redactores”.
Una carta de San Martín
El Libertador se halaba a muchas millas de su patria, pero seguía atentamente los acontecimientos que aquí se desarrollaban. Consultado por Federico Dickson sobre las posibilidades militares que, a su juicio, podrían tener los invasores, contestó con una carta definitoria, seria, circunspecta, de sentido estrictamente profesional, pero destinada a los gabinetes de las potencias europeas: “Bien es sabido la firmeza de carácter del jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente muy marcado que posee, sobre todo en la vasta campaña de Buenos Aires y resto de las provincias. Y aunque no dudo que en la Capital tenga un número de enemigos personales, estoy convencido de que bien sea por orgullo nacional, temor, o bien por las prevenciones heredadas de los españoles hacia los extranjeros, ellos en su totalidad se le unirán y tomarán parte activa en la actual contienda. Por otra parte es menester conocer (como la experiencia lo tiene acreditado) que el bloqueo que se ha declarado no tiene en las nuevas repúblicas de América, y sobre todo en la Argentina, la misma influencia que tiene en Europa. Solo afectará a un corto número de propietarios, pero a la masa del pueblo que no conoce las necesidades de la de estos países, le será bien indiferente su continuación.
Si las dos potencias quieren llevar adelante las hostilidades, es decir, declarar la guerra, yo no dudo un momento que podrán apoderarse de Buenos Aires con más o menor pérdida de hombres y gastos, pero estoy convencido que no podrán sostenerse mucho tiempo en posesión de ella: los ganados, primer alimento, o por decirlo mejor, único en el pueblo, puede ser retirado en muy pocos días a distancia de muchas leguas; lo mismo que las caballadas y demás medios de transporte, y los pozos de las estancias inutilizados. En fin, formar un verdadero desierto de doscientas leguas de llanura sin agua ni leña, imposible de atravesar por una fuerza europea, la que correrá más peligro a proporción que sea más numerosa si trata de internarse. Sostener una guerra en América con tropas europeas, no solo es muy costoso, sino más que dudoso su buen éxito. Tratar de hacerlo con hijos del país mucho más dificultoso, y aún creo que imposible encontrar quien quiera enrolarse con el extranjero.
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lunes, 22 de noviembre de 2010
La Vuelta de Obligado – parte 3
Un turbio negociado
Cuando está por desatarse en el Plata la agresión de las potencias europeas, un periodista independiente, Emilio Girardin, denuncia en el diario “La Presse”, de París, el verdadero sentido de la intervención “El gobierno francés, que hoy da la mano a Inglaterra, ¿Qué diría, que haría si la Inglaterra hubiese intervenido con la autoridad en nuestro bloqueo de Buenos Aires, so pretexto de que ese bloqueo impedía sus relaciones de comercio con el Río de la Plata?. La cuestión de justicia y derecho político no es diferente por ser la República Argentina menos fuerte que la Francia y la Inglaterra. Es preciso, pues, buscar en otros intereses el secreto de la política de Inglaterra.
Hemos sostenido que nuestros compatriotas, tomando las armas en Montevideo, servían para cubrir el agiotaje tenebroso que con la ayuda del comodoro Purvis hacía una casa inglesa de Montevideo, la casa de Lafone, dueña de los bienes públicos de ese estado y de las islas adyacentes. ¿No predijimos que la Inglaterra validaría por medio de una intervención esas adquisiciones y se colocaría en lugar de sus connacionales propietarios?... Desde 1808 la Inglaterra se figuró a Montevideo como otro Cabo de Buena Esperanza con respecto al Pacífico. Ya había ocupado esa ciudad pero se vio obligada a evacuarla; y para quien conoce su persistencia y tenacidad, es corriente que su intervención actual en esos parajes oculta sus miras ambiciosas”.
El general Tomás Guido, a la sazón embajador de la Confederación Argentina ante el imperio del Brasil, le escribe a San Martín informándole que la vedadera causa de la intervención anglo-francesa estaba radicada en un mero problema de intereses, los pingües negocios que realizaba la casa Lafone y Cía., de Inglaterra, dueña de la Aduana de Montevideo.
Volver las cosas a la normalidad, dando por terminada la intervención extranjera en el Plata, constituiría una especie de lucro cesante, que el comodoro Purvis y otros dignos guerreros no estaban muy dispuestos a concretar.
El jefe del gobierno inglés, lord Aberdeen, instruye a su enviado especial, Williams Gore Ouseley, como ha de desenvolverse la mediación: “La cesación del bloqueo se obtendrá de inmediato y sin dificultad (refiriéndose al bloqueo argentino del puerto de Montevideo), como que nada más fácil para las escuadras combinadas que apresar la argentina”.
El robo de la escuadra
El 26 de julio de 1845, cuando el almirante Brown, comandante de la fuerza naval argentina que bloqueaba a Montevideo, en cumplimiento de órdenes superiores, se disponía a regresar a Buenos Aires, tiene lugar un hecho ultrajante que es conocido en nuestra historia como “el robo de la escuadra”.
Las corbetas “Comus” y “Sattellite”, de la estación naval francesa, detienen a cañonazos a la “9 de Julio”, “San Martín” y “25 de Mayo”, mientras que la “D’Assas” hace lo propio con la “Maipú” y la “Echagüe”.
El anciano almirante envía entonces al general Rosas estas palabras llenas de amargura: “Tal agravio demandaba el sacrificio de la vida con honor y solo la subordinación a las supremas órdenes de V.E., para evitar la aglomeración de incidentes que complicasen las circunstancias, pudo resolver al que firma a arriar un pabellón que durante treinta y tres años de continuos triunfos ha sostenido con toda dignidad en las aguas del Plata”.
La Vuelta de Obligado – parte 2
Fue para esa época, 1838, cuando Francia da comienzo a su primer bloqueo contra nuestro país. También por motivos insignificantes e injustificados, como el apresamiento de algún francés incurso en delitos comunes; el servicio de milicias que otros extranjeros prestaban sin inconvenientes, originó una insolente reclamación del vicecónsul en Buenos Aires, Aimé Roger. El gobierno de la Confederación desestimó el apremiante “ultimátum” del funcionario, desconociéndole personería, por no ser diplomático. El funcionario se ve obligado a pedir sus pasaportes.
Llega enseguida la poderosa escuadra y el francés escribe, ya desde México, a su país: nada mejor que “infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar que será una lección saludable a todos los demás estados americanos. La partida está empeñada y toda la América abre los ojos: corresponde a Francia hacerse conocer si quiere que se la respete”.
Pero en el Plata no se repitió la hazaña de San Juan de Ulúa. A pesar de algunos unitarios en el exilio, la mayoría de ellos repudió el bloqueo y el pueblo estrechó filas en torno al gobierno, en la emergencia. La gran potencia europea resigna sus pretensiones y se firma el tratado Mackau-Arana, verdadero triunfo del gobierno de Buenos Aires.
El tratado Mackau-Arana de 1840 dejó con la sangre en el ojo tanto a franceses como a unitarios, mientras el imperio del Brasil recelaba ante el poderío creciente de la Confederación Argentina. Por ese se envió a Londres la misión del vizconde de Abrantes, a solicitar la intervención anglo-francesa, junto con el Brasil, naturalmente, para derrocar a Rosas. Pero las grandes potencias no querían compartir ventajas con ninguna nación sudamericana, pues a su política le convenía la balcanización del continente.
A parecidas razones se debe el fracaso de la gestión llevada a cabo por Florencio Varela, quien entrevistó a lord Aberdeen y le propuso la independencia de Entre Ríos y Corrientes, a cambio de un ejército para derrocar al dictador.
La ambición de conquistas territoriales de las potencias europeas era insaciable, y además, tanto Francia como Inglaterra, acababan de sufrir un rudo golpe en su prestigio. Estados Unidos acababa de anexarse el estado mejicano de Texas, a pesar de que las dos naciones europeas habían respaldado a Méjico para impedir el despojo. Tanto ingleses como franceses necesitaban un éxito militar para rehabilitarse. El Río de la Plata se presentaba como el pavo de la boda.
Las sugestiones del vizconde de Abrantes, por un lado, y las seductoras informaciones de Florencio Varela, por el otro, despertaron el apetito siempre latente de los imperialismos. La creación de nuevos pequeños estados coincidía, además, con la conveniencia de las potencias: subdividiendo a las naciones recién emancipadas, les resultaría fácil controlarlas política y económicamente.
La causa de la humanidad
El objetivo comercial, principal finalidad de esta empresa, se concretaba con la libre navegación de sus barcos por nuestros ríos interiores, pero resultaba necesario ofrecer para consumo externo, en aquella época de auge del romanticismo, una motivación simpática, capaz de despertar favorables resonancias en el ámbito popular.
Entonces, en base a las noveladas “tablas de sangre” de José Rivera Indarte, y al periodismo truculento de Montevideo, que presentaban a Rosas como un monstruo ávido de sangre, se montó una estructura de propaganda para justificar la intervención anglo-francesa en los asuntos del Río de la Plata por razones elementales de humanidad. No se podía permanecer indiferente ante los padecimientos de los habitantes de Buenos Aires y ante el peligro de que Montevideo cayera a su vez en manos de Oribe, lugarteniente de Rosas.
Vibrantes debates parlamentarios, sobre todo en la cámara francesa, dieron estado internacional al grave problema. Ante la prudencia especulativa de Guizot, el jefe de la oposición, Thiers, produjo uno de sus demagógicos discursos de siempre. “Montevideo es una colonia francesa, –expresa Thiers- en Montevideo el terreno es excelente, variado, regado. En Buenos Aires empiezan esas vastas llanuras llamadas pampas dono es muy difícil el cultivo”. Habla a continuación directamente de Rosas, “hombre tan célebre por sus crueldades que su barbarie excede a todo lo que podría deciros… ha fusilado sin juicio, que es el modo más humano de conducirse en ese país, porque habitualmente se degüella… se ponen juntos hombres y mujeres entre tablas y se los asierra… Rosas ha colocado cabezas humanas en los mercados donde habitualmente se expenden las cabezas de los animales”. El objetivo estaba cumplido. Invocando “la causa de la humanidad” Francia emprendía por segunda vez una aventura bélica en el Río de la Plata.
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domingo, 21 de noviembre de 2010
La Vuelta de Obligado – parte 1
El 20 de noviembre de 1845 se produjo el combate de la Vuelta de Obligado, en el que las fuerzas argentinas opusieron su coraje a las dos fuerzas navales más grandes del mundo.
Inglaterra y Francia tenían entonces el dominio de los mares, y en nombre de la libertad de comercio buscaban expandir sus economías en cualquier lugar del planeta. Las excusas eran siempre las mismas: defender a sus ciudadanos de los atropellos cometidos por los dictadores de turno. El siglo XIX era el momento histórico de la expansión colonialista europea, y el Lejano oriente, Oceanía y Africa fueron los objetivos donde, paradójicamente, los instrumentos civilizadores de la ciencia y la técnica se utilizaron para servir a la prepotencia, con agravio de los derechos humanos más elementales.
América Latina, a pesar de su reciente independencia política, era otra presa fácil y apetecible. Su suelo producía generosamente las materias primas necesaria para alimentar a muchos millones de hombres, y el algodón y el tabaco, entre otros productos, prometían un tráfico de perspectivas brillantes. Los pretextos para desencadenar una guerra de conquistas pueden tomar una forma “sui generis”: lo fundamental era el resultado.
El tratado Mackau-Arana de 1840, verdadero triunfo diplomático del gobierno de Rosas, no satisfizo los anhelos franceses, por lo que estos se volvieron a Inglaterra en busca de ayuda para intervenir conjuntamente en el Río de la Plata.
El objetivo comercial -principal finalidad de esta empresa- se centraba en la libre navegación de sus barcos por nuestros ríos interiores, creando estados tapones que facilitarían el control político regional. Pero para consumo externo era necesario ofrecer una motivación romántica y simpática, capaz de despertar favorables resonancias en el ámbito popular. Entonces, y gracias al periodismo de Montevideo, que presentaba a Rosas como un monstruo ávido de sangre, se montó rápidamente una estructura de propaganda para justificar la intervención de ambas potencias en los asuntos del Río de la Plata por razones elementales de humanidad (como Francia había hecho en Argelia y Tahití, y como Inglaterra lo hiciera en China con la “guerra del opio”).
El siglo XIX es el momento histórico de la expansión colonialista europea. Desde sus albores el desarrollo industrial determinó a las principales potencias, Inglaterra y Francia, a embarcarse en una desenfrenada carrera de conquistas territoriales y de mercados internacionales.
El lejano Oriente, Oceanía, y luego Africa, fueron los objetivos donde, paradójicamente, los instrumentos civilizadores de la ciencia y la técnica se usaron para servir a la prepotencia, con agravio de los derechos humanos.
América latina, a pesar de su reciente independencia política, era una presa fácil y apetecible. Su suelo producía generosamente las materias primas necesarias para alimentar a muchos millones de hombres, y el algodón y el tabaco, entre otros productos, prometían un tráfico de perspectivas brillantes. Los pretextos para desencadenar una guerra de conquistas eran secundarios, lo fundamental era el resultado.
Eso creyeron, al menos, después de su acción en San Juan de Ulúa, México, frente a Veracruz. En efecto, una sutileza dio pie a que naves de guerra francesas destruyeran a cañonazos la fortaleza de dicha ciudad. ¿Motivo? Unos soldados mejicanos cometieron la travesura de comerle unas golosinas a un confitero francés sin pagarle: ¡agravio al honor de la Francia! Y la bárbara reacción bélica.
sábado, 20 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
La Moda - parte 2
El final y las conspiraciones
La revista La Moda duró 5 meses y dos días, redondeando un total de 23 números. El último salió el 21 de abril de 1838, cuando su director, Juan Bautista Alberdi, anunciaba que “he querido cesar [La Moda], 1° por las ocupaciones extraordinarias de la imprenta; 2° por una considerable deserción de los suscriptores, y 3° por la no oportunidad de las publicaciones literarias”. Cabe destacar que en esa última edición, se incluyeron tres composiciones musicales: “Fígaro”, minué de Juan Bautista Alberdi; “Valsa”, de G. Schubert, y “Minué”, de Juan Pedro Esnaola.
En segundo término, la publicación desaparece por cuestiones más bien políticas: algunos de los integrantes de La Moda empezaban a conspirar contra Juan Manuel de Rosas y el sistema federal.
El sesgo francés de quienes redactaban La Moda, que se manifestaba únicamente en el terreno literario-social, fue degenerando de a poco hasta introducirse ya en círculos de política activa. No escapa, por otra parte, que ese grupo de jóvenes tuviera puesta su mirada en Europa, y más precisamente en Francia. Entre bambalinas llegaron a proponer el idioma francés como lengua oficial de los argentinos, y hasta dieron su beneplácito para que la Confederación Argentina se convierta en un protectorado extranjero que la orientara, de una vez, hacia el progreso indefinido que con tanto entusiasmo preconizaban desde las columnas de la publicación.
Además, varios hombres de La Moda convergían en el núcleo central de la intelectualidad porteña: el Salón Literario, detrás del cual funcionaba un club político antirrosista, la Asociación de Mayo, con aceitados contactos con viejos unitarios simpatizantes de Bernardino Rivadavia. Predicaban allí la introducción de las costumbres y políticas europeas, contrarias al supuesto “atraso” criollo al que había que desplazar. Además, ya venían fogoneando pactos secretos con los marinos franceses que, en marzo de 1838, dieron un ultimátum a Rosas antes de bloquear sin derecho alguno nuestras rutas marítimas.
El bloqueo de la escuadra francesa al puerto de Buenos Aires, ocurrido el 28 de marzo de 1838, con el contralmirante Leblanc a la cabeza, significó el destape traidor de los intelectuales porteños, quienes vieron, en dicha acción, la posible instauración del afrancesamiento político, social y cultural que predicaban. Años más tarde, Juan Bautista Alberdi dirá lleno de entusiasmo: “El año 37 vino a cambiar la faz de las cosas… Se comprendió, entonces, que un cambio inmediato era posible viniese de fuera de la República Argentina. La juventud dejó inmediatamente la revolución inteligente, y se entregó a la revolución armada: dejó las ideas y tomó la acción; este cambio le pareció preferible por ser más corto. Diplomacia, concesiones, manejos parlamentarios, todo quedó a un lado con las letras: la juventud dio la cara y se proclamó en guerra abierta con la tiranía”.
Uno de los más comprometidos con las elucubraciones francesas y unitarias era Esteban Echeverría, que ganó muchos adeptos entre los muchachos que se reunieron para darle vida al Salón Literario y a la redacción de La Moda. Todos ellos participaban de sus mismas ideas, que habían adquirido en la lectura de los libros, revistas y autores que invadieron el país a causa de la revolución liberal de Francia de 1830.
No fue extraño que las clases altas de Buenos Aires adoptasen modismos exóticos y románticos, ni que alguna niña distinguida recitara, acompañada del piano, algún poema del novelista francés Alfredo de Vigny. Obedeciendo un mandato impostergable, los “iluminados” se dieron a la transformación de la cultura nativa para reemplazarla por otra desarraigada y para unos pocos. Detrás de estas agitaciones culturales se encontraba la mano de Echeverría y su séquito de entusiastas seguidores. Pero ellos no quedarían conformes, puesto que pretendían modificar la sociedad desde un terreno meramente político. Cuando esto tuvo lugar a través de la Asociación de Mayo, Rosas los controló pero sin violencias de ninguna naturaleza. Nadie de los subversivos fue expulsado de la Confederación Argentina o forzado a emigrar; no existe documento conocido que lo compruebe.
De modo que, algunos ex integrantes de La Moda y del Salón Literario continuaron viviendo tranquilamente en Buenos Aires, como ser Vicente Fidel López, Tejedor, Juan María Gutiérrez, José Barros Pazos, Diego Arana, Rafael Corvalán, etc., etc. Sin embargo, ellos planificarían el asesinato del Restaurador de las Leyes comprando la voluntad de un fiel colaborador suyo, el coronel Ramón Maza. El fracaso de la revuelta franco-unitaria de los “Libres del Sur” en 1839, determinó no solamente el ajusticiamiento de Maza sino también el exilio de prácticamente todos los intelectuales que fueron parte de La Moda, el Salón Literario y la secreta Asociación de Mayo.
Autor
Gabriel Oscar Turone
Bibliografía
Chávez, Fermín. “Iconografía de Rosas y de la Federación”, Tomo II, Editorial Oriente, Agosto 1970.
Chávez, Fermín. “La cultura en la época de Rosas”, Ediciones Theoría, Mayo de 1973.
Periódico “El Restaurador”, Ciudad de General San Martín, Año II – N° 7, Junio 2008.
Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, N° 15-16, Buenos Aires, Agosto de 1951.
www.revisionistas.com.ar
jueves, 18 de noviembre de 2010
La Moda - parte 1
Los debates historiográficos oficiales omiten referirse a las publicaciones editadas en los días de la Confederación Argentina, seguramente para evitar llevarse la sorpresa de que, aún en la “barbarie”, la gente leía y también se interesaba en el conocimiento de las culturas de otros lugares del mundo. Gracias al respaldo documental que no ha caído bajo las garras de los “civilizadores” luego de 1852, podemos dar fe de la existencia de numerosas revistas, gacetillas y periódicos que inundaron las ciudades de la patria federal.
Una de esas revistas fue La Moda, que apareció en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1837, a instancias de fervorosos federales que, años más tarde, tomaron partido por el unitarismo liberal y masónico. Uno de sus cofundadores fue Juan Bautista Alberdi, quien el mismo día del lanzamiento de la publicación dijo que La Moda es un “gacetín semanal de música, de poesía, de literatura, de costumbres”. Se editaba en la Imprenta de la Independencia, aunque también otra fuente advierte que salía por la Imprenta de La Libertad.
Esta nueva revista era un órgano perteneciente al famoso Salón Literario, creado en ese mismo año de 1837 bajo los auspicios de Juan Manuel de Rosas, según refiere su fundador, Marcos Sastre, en el discurso inaugural. Y aquí encontraremos un aspecto jamás divulgado del Restaurador de las Leyes, quien lejos de ser un “tirano” dejó que un grupo de jóvenes de inspiración sansimoniana, afrancesada y liberal pudiera irradiar su romanticismo a través del Salón Literario y sus publicaciones. Vale la pena mencionar muy brevemente que Saint-Simón fue un conde que propugnó una doctrina llamada socialismo utópico, y que el romanticismo, si bien menos revolucionario en sus fines que el sansimonismo, pregonaba la absoluta libertad del individuo para no quedar atado a ningún tipo de tradición cultural. Esa confianza puesta en la juventud intelectual terminó por derrumbarse cuando, advertido Rosas de los fines que perseguían discrecionalmente contra el país, mandó clausurar el Salón Literario.
El grupo de escritores, columnistas y editorialistas de La Moda estaba compuesto por las siguientes personalidades: Juan Bautista Alberdi, Demetrio y Jacinto Peña, Carlos Enrique Eguía, Carlos Tejedor, Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, José Barros Pazos, Nicanor Albarellos, Manuel Quiroga de la Rosa y Rafael J. Corvalán (hijo del edecán de Rosas, general Manuel Corvalán). Colaboró también, aunque sin ser parte del staff, Esteban Echeverría, quizás el más innovador de los antes nombrados. Él fue un intelectual que vivió varios años en París, y bajo dicha influencia europea se acercó al grupo de la revista La Moda y a los del Salón Literario, a quienes, como veremos luego, corrompió.
Piezas musicales, prendas y editoriales
La publicación contenía piezas musicales del pianista y compositor Juan Pedro Esnaola, del violinista Carlos Bassini, de Roque Rivero y hasta del propio Alberdi, entre muchos otros. A partir de la revista N°8, Alberdi introdujo el “Álbum Alfabético”, sección o columna que trataba temas relacionados con la música. En uno de esos escritos, describió al género folklórico del “Cielito” como “hijo de las campiñas argentinas, expresión de las alegorías nacionales; despierto y vivo como el sol que alumbra nuestros campos, está destinado a servir de peroración a nuestros bailes: es compañero de la aurora; su música rosínica es acompañada por los pájaros del alba; nace tiznado, negligente, gracioso como las últimas horas de una dulce noche”.
Además, las páginas de la revista publicaban algunas curiosas descripciones sobre las prendas que utilizaban las mujeres de la alta sociedad porteña. En este caso, vestimenta francesa de última moda para andar a caballo: “Vestido verde botella o azul oscuro, manga ligeramente abuchada hasta el medio brazo y el resto perfectamente liso. Gorrita varonil, tipo “cuartel”, con un trozo de gacilla flotante desde arriba. Largos tirabuzones en torno a la cabeza, a estilo romano. Esta moda ha sido usada en Francia en el último verano. Aquí hemos visto otra no menos linda: la señorita M.A.B. como se presentó en el Retiro, el último domingo. La noble simplicidad de su porte y su rara posesión del caballo acababan por hacer de ella una belleza perfectamente sansimoniana”.
Hubo autores que quisieron ver en La Moda una sátira al gobierno de Juan Manuel de Rosas, pero no existió prácticamente tal finalidad. En la gacetilla N°3 se incluyó un ardiente elogio de la divisa punzó, y en una editorial del 14 de abril de 1838 titulada “Trece de Abril”, se reconocía al gobernador federal con admirables calificativos: “También ayer se han cumplido tres años memorables para nuestra patria, tres años desde el día en que el pueblo de Buenos Aires, acosado de tantos padecimientos inmerecidos, se arrojó, él mismo, en los brazos del hombre poderoso que tan dignamente le ha conducido hasta este día.
“Que los detractores del poder actual se expresen a sus anchas, en el sentido que les dicte su egoísta encono, nosotros no podemos olvidar jamás de que no somos testigos de un solo acto dirigido a estorbar el desarrollo de los sagrados principios de nuestra regeneración social (…)
“Las luces pues, no tienen sino motivos de gratitud, respecto de un poder que no ha restringido la importación de libros, que no ha sofocado la prensa, que no ha mutilado las bibliotecas, que no ha invertido la instrucción pública, que no ha levantado censura periódica ni universitaria. Las luces no tienen más enemigos que los restos consuetudinarios del antiguo régimen, cuya demolición, no es de la misión oficial, sino exclusivamente de la prensa literaria y moralista. Las costumbres no deben ser reformadas sino por las costumbres mismas, ha dicho Montesquieu, y nosotros, escritores de costumbres nos hemos puesto a realizarlo, merced a la ilustrada y noble tolerancia de un Gobierno que tenemos la honra de saludar en el tercer aniversario de su feliz establecimiento”.
Esto refleja que, por lo menos hasta 1838, la elite intelectual de Buenos Aires sintió profunda admiración por don Juan Manuel de Rosas, que ha sabido proteger e impulsar la cultura, estimular todas las manifestaciones de la inteligencia y ganarse la gratitud de la gente pensante.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
martes, 16 de noviembre de 2010
lunes, 15 de noviembre de 2010
domingo, 14 de noviembre de 2010
sábado, 13 de noviembre de 2010
viernes, 12 de noviembre de 2010
En Buenos Aires agonizan los cines que hicieron historia
El Grand Splendid se transformará en una librería a inaugurarse en julio. El Los Angeles cierra en abril, según su dueño, a menos que haya acuerdo con el Gobierno de la Ciudad para destinarlo a fines sociales
En lo que parece una película ya vista, desaparecen otros dos tradicionales cines porteños, el Grand Splendid y el Los Angeles. La sala del Grand Splendid, ubicada en Santa Fe y Callao desde el año 1919, donde se dieron las primeras películas sonoras y se estrenaron tangos, será una librería de la cadena Yenny. El Los Angeles, que abrió en 1947 y está dedicado al cine infantil desde 1965 en Corrientes y Callao, cerrará en abril salvo que prospere un proyecto de acuerdo con el Gobierno porteño, que integraría esta sala a un circuito de actividades municipales para chicos.
Los responsables de ambas salas coinciden en el diagnóstico de la situación: la llegada de los complejos de cine en la década de 1990 y el cambio en las costumbres del público. Mientras tanto, desde la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, el diputado Fernando Finvarb impulsa un proyecto para declarar de interés cultural estos cines.
Sin embargo, Finvarb admite que para salvar al Los Angeles el municipio deberá gastar unos cien mil pesos anuales. Y que, en el caso del Grand Splendid, la idea es al menos preservar por contrato las características arquitectónicas de esta sala, la más antigua que hoy tiene Buenos Aires.En la década de 1980 teníamos 400.000 espectadores anuales y ahora no llegamos a 100.000 personas, tenemos 13 empleados y muchos gastos fijos, pero cada vez más gente elige ir a los cines de los shoppings, admite Daniel Peralta, responsable del Los Angeles. Y su par del Grand Splendid, Rabeno Saragusti, asegura que con los multicines esto ya no es negocio.
Teníamos 15 empleados y un gasto mensual de más de 35.000 dólares.Aunque hoy en sus puertas el Grand Splendid luce un cartel que anuncia la reapertura en abril, Saragusti confirmó que el 14 de febrero cerró un contrato de alquiler por diez años con la cadena de librerías Yenny, que recientemente compró El Ateneo de la calle Florida y planea instalar aquí una sucursal.Adolfo De Vicenzi, directivo de Yenny, comentó que se invertirán 3.000.000 de pesos para hacer un gran salón de 1.500 metros cuadrados, que abriría en julio. La librería se llamará El Ateneo, tendrá una cafetería, galería de arte en el espacio hoy ocupado por los palcos y un escenario para presentaciones de libros.
Saragusti explicó que el contrato realizado con Yenny implica que no se puede tocar nada del interior del cine, ni el escenario, los palcos o los mármoles y otros detalles. Sólo las butacas. De Vicenzi aseguró que lo respetará.Pero más allá de las cifras, con el cierre de estas salas se va una parte de la historia porteña. En el Los Angeles, al menos dos generaciones vieron los grandes éxitos de Walt Disney: Películas como La noche de las narices frías y Blancanieves, que duraban meses en cartel, recuerda Peralta. Y agrega: Nosotros nos modernizamos, en 1993 incorporamos la última tecnología en proyección y sonido, dejando tres salas de 90 butacas y una de 380.
Además se instaló una hamburguesería en la planta baja. Siempre hicimos funciones para chicos de barrios humildes. Creo que ahora alguien debería ayudarnos, cerrar sería un duelo.En cuanto al Grand Splendid, el más autorizado para hablar de él sería Max Glücksman (1875-1946), un empresario pionero de la industria discográfica en la Argentina. Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Roberto Firpo y otros grandes tangueros grabaron con él por primera vez.
En 1919 Glücksman hizo construir el Grand Splendid como una catedral del cine y el teatro: 4 hileras de palcos con 550 butacas, una platea para 500 personas, refrigeración y calefacción, techo corredizo y una cúpula decorada por el pintor Orlandi con alegorías pacifistas, por el fin de la Primera Guerra. Allí se estrenaron películas argentinas mudas como Juan Sin Ropa.
Y la primera sonora importada, La divina dama, con Corinne Griffith.Desde 1924 Glücksman organizó en esta sala concursos anuales de tangos, que luego grababa en su sello El Nacional Odeón. Allí los espectadores consagraron títulos como Sentimiento gaucho y Organito de la tarde, entre otros. Firpo le dedicó un tango, Grand Splendid, en 1927.
PAULA ALVAREZ VACCARO. EDUARDO POGORILES.
jueves, 11 de noviembre de 2010
San Martín de Tours patrono de Buenos Aires – parte 2
Haciendo un poco de historia
San Martín de Tours nació en Hungría en el año 316, pero desde muy pequeño se fue a vivir a Pavia (Italia). A los 15 años, siguiendo la voluntad de su padre que era un oficial romano, se vio obligado a entrar al ejército. Es en esa época cuando, en un muy frío invierno, la tropa romana ingresó a la ciudad francesa de Amiens. Allí se encontró con un hombre casi sin ropas, que tiritando de frío le imploró caridad. Como no contaba con nada para darle se quitó la capa y la cortó al medio con su espada y cubrió con una de las mitades al pobre hombre. Martín soportó la burla de sus compañeros, pero esa noche Cristo se le apareció en sueños vistiendo la capa que había compartido con el mendigo y diciéndole a Dios “TENIA FRÍO PERO MARTÍN ME ABRIGÓ CON SU MANTO”. Impresionado por el sueño, se hizo bautizar y comenzó su vida dedicada a Cristo.Fundó el primer monasterio que hubo en Francia donde estuvo diez años estudiando las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por su intermedio, muchas curaciones y milagros. Martín siempre decía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".
En el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que viera a un enfermo grave, pero era porque el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas llegó la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y lo obligaron a aceptar.
En Tours fundó otro convento. Y gracias a la prédica, los milagros y la bondad del nuevo obispo las conversiones al cristianismo eran cosa de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos. Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue el fundador de las parroquias rurales en Francia.
Cuenta la tradición que habiéndose caído por una escalera se le apareció un ángel que le dio un aceite que trajo del cielo, con el cual se curó frotándose las lastimaduras. La gente se admiraba al verlo siempre de buen genio, contento y muy amable, empleando siempre la bondad en su trato con los demás.
Supo con anticipación cuando iba a morir. Sus discípulos le pidieron llorando que no los abandonara. Falleció en el año 397.
El medio manto que cortó con la espada para dar al pobre, fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños templos.
Es patrono de varios millares de parroquias en el mundo entero. Sólo en Francia hay más de 3.500 y también allí existen 284 ciudades que llevan su nombre.
Es el Santo Patrono de la Ciudad de Buenos Aires, desde el 20 de Octubre de 1580. Ese día, según se hizo constar en las actas del Cabildo, los cabildantes españoles tomaron un sombrero e introdujeron en él papelitos donde cada uno
Había escrito el nombre del santo que proponía. Se mezcló cuidadosamente el contenido y se extrajo uno. Con sorpresa los presentes leyeron el nombre “SAN MARTÍN DE TOURS”. Como Era un santo francés se decidió hacer la elección nuevamente. Entonces se introdujo el papelito otra vez en el sombrero y se mezcló con los que habían quedado. Por tres veces se repitió la operación y por tres veces consecutivas salió el nombre del mismo santo. Lo cierto es que fue aceptado por decisión divina y desde entonces “SAN MARTÍN DE TOURS” se convirtió en el SANTO PATRONO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.
El templo donde se lo venera está ubicado en la calle San Martín de Tours N° 2949, en el Barrio de Palermo.
Existen dos calles y una plaza que llevan su nombre. La Plaza está ubicada en Av. Alvear entre Schiaffino y Posadas.
San Martín de Tours patrono de Buenos Aires – parte 1
Toda ciudad que se precie de tal debe tener su santo patrono. Esa fue una de las prioridades a tratar en Buenos Aires durante aquella reunión del 20 de octubre de 1580.
¿Cómo hacer la elección? ¿Cuál proponer de la larga lista de ejemplos de la religión católica apostólica romana? fueron preguntas que no tardarían en encontrar respuestas. Y así, la leyenda comenzó a gestarse para terminar jugando un papel principal en la historia de aquel día. Según la misma, los ediles españoles tomaron un sombrero e introdujeron en él sendos papelitos donde figuraban los nombres propuestos. Una mano revolvió el contenido y extrajo uno. Al desplegarlo se leyó el nombre: San Martín de Tours. Quién habrá sido el que propuso el nombre de un santo francés, fue la pregunta que la mayoría de los presentes debió hacerse.
Según la fe católica, San Martín, obispo de Tours, nació en Sabaria, en la Panonia (actual Hungría). Hijo de un tribuno militar, a los quince años, lo alistaron para servir al ejército de Constancio y más tarde al de Juliano de Apostala. Cuenta la documentación religiosa que en un día frío de invierno Martín, entrando a Amiens (Francia), fue interceptado por un anciano que semi desnudo y tiritando de frío le pidió una limosna. El santo, que por entonces se instruía en la fe católica, tomó su capa militar y cortó un pedazo con su espada para entregarle el trozo de tela al mendigo. Después de ser bautizado, el joven, dejó las armas, se dedicó a la caridad y a transmitir la fe católica. Volvió a Hungría donde convirtió a muchos, pero los arrianos lo expusieron al azote público y al destierro. Después de pasar por un monasterio en Milán y volver a las Galias (Francia), fue elegido obispo de la diócesis de Tours y, dada su humildad, debieron llevarlo engañado a cumplir funciones, diciéndole que un enfermo necesitaba de su servicio religioso. Con numerosos milagros, curaciones y todo tipo de actos de inmensa caridad a lo largo de su prolongada vida, murió el 8 de noviembre del 397, pero como su sepelio se produjó 3 días después es el 11 de noviembre el día de su celebración.
La leyenda se unió entonces con el peso simbólico de la tríada en la fe católica. Se dice que los electores, reunidos en la apenas re-fundada Santa María de los Buenos Aires, volvieron a introducir el nombre de San Martín en el sombrero insatisfechos por su “nacionalidad” y que el nombre salió dos veces más (es decir tres veces consecutivas).
¿Por qué volvían a introducirlo en el sombrero si no querían que salga elegido? Quién sabe; quizás supusieron que el azar estaba evidentemente fuera de juego y que, al salir tres veces consecutivas el mismo nombre, no cabía otra respuesta que adjudicarle la razón a un mensaje divino. Agotando las tesis, también puede que más de uno haya propuesto a San Martín de Tours o lo que es más que todos lo hayan propuesto ignorando que el resto había hecho lo propio... pero así las teorías podrían rondar los límites de lo increíble. En síntesis, mil conjeturas pueden partir de la leyenda sobre la elección del 20 de octubre. Lo cierto es que desde entonces San Martín de Tours se convirtió en el santo patrono de la ciudad de Buenos Aires y su día se celebra los 11 de noviembre.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
martes, 9 de noviembre de 2010
Desde las sombras de la mediocridad
Quizás sea, después del horror que propició, el signo más notorio de la vida pública del ex marino Emilio Eduardo Massera; su intento, personal, tozudo y, finalmente, fallido por mostrarse como el único de los tres hombres de la primera cúpula de la dictadura militar que ocupó la Argentina a partir de marzo de 1976, capaz de elevarse por sobre la mediocridad que caracterizó aquella experiencia.
Jorge Rafael Videla parece haber aspirado a lo mismo durante algún tiempo, pero no tardó mucho en rendirse a la evidencia de su propia medianía y, en cuanto a Orlando Ramón Agosti, sólo es posible recordar su inhabilidad para quebrar el silencio con algo más que un par de frases huecas. Incapaz de construir, el trío se las ingenió, sin embargo, para infligirle al tejido social de la Argentina un daño del que aún no se ha recuperado plenamente.
En uno de los muchos libros que intentaron descifrar aquellos años de la Argentina -“Un léxico de terror”, 1998- la académica de la Universidad de Harvard, Marguerite Feitlowitz, se aproximó al significado que tuvo la presencia de Massera en la Junta Militar del inicio del Proceso de Reorganización Nacional.
“Brutal, sádico y depredador -escribió la autora- todo el régimen fue intensamente verbal”. En ese contexto, encontró Feitlowitz, “el gran orador del Proceso fue el almirante Massera, maestro del ritmo mayestático, de tono culto y de mensaje que, aún siendo profundamente confuso, resultaba cautivador”. Massera, en síntesis, mintió tanto o más que los otros protagonistas de la dictadura colectiva, pero entre todos sólo él parece haber estado convencido de que sus mentiras lo llevarían hasta la playa de una victoria política personal.
No fue así; contra su intenso deseo -que nunca ocultó-, Massera ni llegó a una Presidencia a la que aspiró a través de un mecanismo de rotación que el Ejército se encargó de condenar, ni pudo luego convertirse en el heredero con votos de la experiencia de excepción. En el final, su modo de mentir condenó tanto a los otros como a sí mismo.
En aquellos días, ensayó un doble juego público y reservado. En el silencio de este último, comandó el segmento militar que, de modo más sistemático, ejerció el terror desde el Estado -la nómina de antecedentes es casi interminable, desde el infame “grupo de tareas 3,32” hasta el infierno en que transformó a la Escuela de Mecánica de la Armada-, mientras que en la superficie ensayó la justificación más acabada de esa pesadilla nacional.
Entre sus antecedentes de juventud, hay un flirteo intelectual de Massera con la filología que quizás ayude a explicar sus pretensiones. En una de las piezas oratorias más promocionadas del período -conocida como “el ciclón silencioso y sutil”-, intentó recuperar para el régimen militar el control del lenguaje de los argentinos. Las palabras de una sociedad que parecía empeñada en un cambio mayor se habían vuelto “infieles a su significado” y, por lo tanto “perturbaban nuestra capacidad para razonar”.
“Aun la palabra de Dios -dijo entonces- es usada por los asesinos para inventar una teología que justifica la violencia”. Sólo las nuevas palabras del poder militar eran “seguras”, agregó, porque ofrecían materia para la “meditación” sobre cuestiones de “la realidad objetiva”.
No conviene dejarse llevar por la soberbia intelectual de sus sobretonos; en ese mismo discurso Massera definió la relación entre las Fuerzas Armadas como una “hermandad indestructible” , quizá la definición de absurdo más evidente.
Massera forcejeó cada día de la experiencia con la supremacía histórica del Ejército en las experiencias militares y, en particular, con Videla y su adláter Roberto Viola y utilizó la muerte -no sólo ya como el medio para ganar la “guerra sucia” que habían inventado- sino como una herramienta para dar jaque a sus adversarios internos.
Los asesinatos de Héctor Hidalgo Solá y de las religiosas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, ejecutados por la Armada , fueron precisamente eso: no eran golpes contra las organizaciones guerrilleras, sino parte de la puja política intestina que se dio en el régimen.
No tuvo éxito y debió dejar, en 1979, la Junta Militar y la comandancia de la Armada pero no se resignó. Intentó trasladar su carisma de caudillo naval a la política sin uniforme e incluso fundó un partido -Cambio para la Democracia- que buscó sus raíces, sin poder reclamarlas por cierto, en una difusa socialdemocracia y terminó condenado a cadena perpetua el 9 de diciembre de 1985, en el juicio a los ex comandantes, por tres homicidios agravados por alevosía; 12 tormentos; 69 privaciones ilegales de la libertad calificadas por amenaza y violencia y siete robos.
Aunque se benefició con el indulto de 1990, volvió al arresto por la sustracción de menores y también por la apropiación de bienes de desaparecidos.
En la novela “Trampa 22”-apropiada como referencia porque es sobre militares- el autor, Joseph Heller, afirma que “algunos hombres nacen mediocres, algunos alcanzan la mediocridad y a otros la mediocridad les es impuesta”. No es difícil ubicar a Massera en una de estas categorías.
* Oscar Cardoso falleció en julio de 2009. Escribió este perfil, que nunca se publicó, en 2002, el día en que Massera sufrió un accidente cerebral.
Pisalo, Pisalo
Sabemos los Argentinos, que no nos quieren en muchos lados, estamos muy mal vistos desde hace rato y si bien este no es el único caso, sirve bien como ejemplo, es del año 1993.
Para muchos (incluido él) es un el más grande, por no decir el único capaz ..... si, capaz de cualquier cosa.
Recorrió el mundo y alimentó nuestra mala fama.
Riazor, 6 de Febrero de 1993. Dépor-Sevilla. Albístegui, jugador del equipo contrario, sangraba por la nariz por una patada de Maradona y el masajista del Sevilla corrió a socorrerlo.
lunes, 8 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
viernes, 5 de noviembre de 2010
Las telecomunicaciones en Argentina - parte 5
PRESUPUESTOS PARA LA LIQUIDACION.
El Decreto N° 2769/92 aprueba el presupuesto para el ejercicio 1993, condicionando a la Empresa a adecuar su Plan de Acción a ese presupuesto y condicionando, dicho Plan, al proceso de liquidación (Artículo 5°); en tanto que la Res. ME y OSP N° 1.718/93 aprueba la política empresarial y el Presupuesto para el ejercicio 1994 de la Empresa ; En lo relacionado con el Presupuesto para el Ejercicio 1995 es aprobado por Res. ME y OSP N° 1.648/94.
La aprobación Presupuestaria del ejercicio 1996, se otorga por Resolución ME y OSP N° 785/95. El Artículo 1° estima los ingresos y gastos por operaciones en $ 2.136.200 y $ 4.466.000 respectivamente; en tanto que el Artículo 2° estima los ingresos y gastos corrientes en $ 4.466.000 y $ 4.636.000, respectivamente, lo que arroja un ahorro de $ 170.200; siendo el ingreso y egreso de capital de $ 0 (PESOS CERO); todo ello arroja un superávit de $ 172.200.
Con fecha 28 de Septiembre de 1998, la EMPRESA NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES (e.l.), en la necesidad de urgir los actos encaminados al cierre definitivo, confecciona la Resolución N ° 38/98 en la cual encomienda al Dr. Eduardo F. MARQUARDT, la implementación de la Unidad de Cierre para dicho cometido.
Desde el año 1993 a la fecha la EMPRESA NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES (e.l.), ha logrado economizar en beneficio del estado, verificando pericias en la etapa de prueba de expedientes judiciales, revisando liquidaciones firmes en la etapa de ejecución (consolidación) y resoluciones que han quedado firmes, reduciendo de este modo los montos de las precitadas liquidaciones y pericias, ahorrando alrededor de $ 45.000.000,00 (cuarenta y cinco millones de pesos) a favor del estado nacional.
Fuente: Expediente de Cierre de ENTEL.
Las telecomunicaciones en Argentina - parte 4
La venta de acciones, por el sistema de oferta pública, de las Empresas de Telefónica de Argentina S.A. y de Telecom Stet / France Telecom S.A., se dispone a través del Decreto N° 778/91, designando a la Comisión de Valores, como órgano encargado de tomar los recaudos pertinentes y al Banco Ciudad como entidad fiduciaria.
El Decreto 2.423/91 implementa el sistema de Propiedad Participada en las sociedades Licenciatarias Norte y Sur, determinando quienes pueden adquirir las acciones (son ellos los sujetos legitimados por el Artículo 22 de Ley N° 23.696); en tanto que se ratifica el acuerdo definitivo para la colocación de acciones de Telefónica Cía de Inversiones en Telecomunicaciones, Nortel Inversora y Telecom, con el M.Ey OSP por Decreto 2584/91; a su vez el Decreto N° 395/92 (luego modificado por el Decreto N° 1.834/93) determina los sujetos legitimados para adquirir acciones del citado plan de la ex ENTEL, ellos son: A) Empleados al momento de la firma del contrato de transferencia y que pasaron a formar parte de Telecom o Telefónica; B) Empleados de la CAT, que pasaron a desempeñarse en las Licenciatarias Norte o Sur al momento de la absorción; C) Los empleados de la Dirección de Obra Social de la ex ENTEL al momento de la transferencia. Como consecuencia de este esquema el Decreto N° 682/95 aprueba la instrumentación de estos Programas de Propiedad Participada (PPP).
El Decreto N° 2585/91 es aprobatorio de los acuerdos entre M.E. y O. y SP. con Telefónica y Telecom.
El Decreto N° 370/92 ratifica el acuerdo complementario del acuerdo definitivo para la colocación pública y privada de acciones, y el acuerdo de colocación entre M.E y OSP y bancos de las acciones de Telecom y Telefónica; mientras que el Decreto N° 506/92 (a posteriori modificado en su Artículo 2° por el Decreto N° 702/95) aprueba convenios celebrados con ambas empresas.
El Decreto N° 251/95 otorga a la Empresa un plazo de 60 días para cumplimentar las obligaciones determinadas por el artículo 1° del Decreto N° 1.863/94.
La Resolución del Jefe de Gabinete de Ministros N° 371/97, en su Artículo 1°, prorroga el plazo máximo de liquidación hasta el 31 de Diciembre de 1997 (establecido en Ley N° 24764, artículo 25), que vuelve a ser prorrogado hasta el 31 de Diciembre de 1998, por Resolución N° 55/98, artículo3°, Anexo III del mismo órgano.
En lo referente a la realización de los inmuebles, el Congreso Nacional, manifiesta su voluntad de ceder a título gratuito el inmueble sito en Vicente López, Pcia. de Bs. As., a la Asociación Civil Club Teléfonos, voluntad que se realiza por medio de Ley N° 24508).-
El Decreto N° 484/98 aprueba la cancelación anticipada del saldo del precio por las acciones asignadas al Programa de Propiedad Participada de TELEFONICA, hecha por empleados, a través del Artículo 1°, en tanto que el Artículo 2° instruye al Banco Ciudad de Bs. As. para hacerlas efectivas.
El Decreto N° 994/98 aprueba el Acta Acuerdo del 17/12/97 entre la Empresa en liquidación y TELECOM.
Las telecomunicaciones en Argentina - parte 3
La sustitución del nombre E.M.T.A., por el de ENTEL se produce atento lo expuesto en los considerandos de la Ley N° 17.302, toda vez que los servicios prestados guardan similitud, y en atención a solicitudes de empresas del interior del país que solicitan idéntica protección legal ante la publicación de guías, que la otorgada a ENTEL por Ley N° 12.970.
El servicio público de telecomunicaciones internacionales será ejecutado exclusivamente en la órbita del Estado Nacional, dejando sin efecto, ipso facto, los permisos otorgados hasta esa fecha, conforme lo disponen los Artículos 1° y 2° del Decreto 6.314/69, todo ello, en atención al momento histórico que se desarrollaba en América Latina y a la importancia de los medios de comunicación.
El Estado aprueba dos convenios celebrados por la Empresa: El primero se perfecciona con la Empresa ITT World Comunications Inc., con la sanción del Decreto 5.196/71, en tanto que el segundo se realiza con la Empresa R.C.A. Global Comunications Inc., que se manifiesta por Decreto 5197/71. En ambos casos el objetivo es poseer comunicación satelital, televisiva y telegráfica, de carácter internacional, monopolizada por el Estado Federal.
Más tarde, la Ley N° 19798 (del 22 de octubre de 1972) otorgó un marco normativo al espectro de las telecomunicaciones, al mismo tiempo que creaba el CONSEJO NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES (CONATEL), que disponía tasas, tarifas y gravámenes para todo el territorio de la República, como así también, medidas relacionadas al desarrollo de la Empresa y a la Seguridad Nacional.
El Decreto 2748/78 aprueba el estatuto de ENTEL, otorgando a la Empresa la capacidad de las personas jurídicas de derecho privado, y determinando el objeto de la Empresa.
El Presidente Carlos Saúl Menem el 12 de Julio de 1989 intervino la Empresa por el término de 180 días, y designó como Interventora a la ingeniera María Julia Alsogaray. Paralelamente, el Congreso Nacional, sancionó la Ley N° 23.696, que declara sujeta a privatización y a concesión a la Empresa.
El Decreto 731/89 reglamentó el proceso de privatización y ordenaba al M.O. y S.P. elevar el proyecto de Pliego de Bases y Condiciones antes del 10 de Diciembre de 1989. Asimismo, divide en tres áreas geográficas al servicio de red telefónica; posteriormente, el Decreto 59/90, decide dividir en dos áreas a la red. Cuando el MO. y SP. asume la gestión del mentado Decreto y sanciona las normas de ejecución del mismo.
El Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) fue la entidad encargada de realizar la evaluación para el concurso llevado a cabo para contratar una consultora que efectuara la evaluación de ENTEL, proceso que fue ratificado por Decreto 54/90.
Ante la mencionada división en dos áreas, se crean por Decreto 61/90 dos empresas: SOCIEDAD LICENCIATARIA NORTE S.A.(Artículo 1°) y SOCIEDAD LICENCIATARIA SUR S.A.(Artículo 2°) - hoy Telecom S.A. y Telefónica S.A. respectivamente- con el objeto de prestar servicios de telecomunicación, creando el marco jurídico para ambas; la última obtiene licencia por Decreto N° 2.344/90 y la primera por Decreto N° 2.347/90. El llamado a concurso internacional se hace a través de la venta de las acciones de esas empresas, conforme lo determina el Artículo 1° del Decreto 62/90. Así también, ese Decreto es aprobatorio de las Bases para el Pliego, que otorga el marco regulatorio para el CAR la cancelación de aquellas, con el grupo Siemens. El Estado Nacional responde patrimonialmente por las deudas contraidas por ENTEL, y la Empresa reconoce en su pasivo un crédito a favor del Estado Nacional (Artículo 1° del Decreto 1.948/90).
Al incumplir la Sociedad Licenciataria Norte S.A. se adjudica a un nuevo consorcio integrado por Stet France Cable et Radio, J.P. Morgan Co. Inc. y Cía Naviera Pérez Companc, el 60 % de las acciones que le correspondían a la primera, Decreto N° 2.096/90.
La Resolución M.E. N° 1.161/90 establece el tipo de cambio de los títulos que se presentan a la conversión para el pago del precio adicional del 60% de las acciones de ambas compañías.
Las licencias de los consorcios SOCIEDAD PRESTADORA DE SERVICIO INTERNACIONAL S.A. y SOCIEDAD DE SERVICIOS EN COMPETENCIA S.A. fueron otorgadas mediante Decreto N° 2346/90 y N° 2345/90 respectivamente, en tanto que las licencias de la SOCIEDAD LICENCIATARIA SUR y la SOCIEDAD LICENCIATARIA NORTE, fueron otorgadas por Decreto N° 2.344/90 y N° 2.347/90, respectivamente. Por otro lado, la aprobación de los contratos de transferencia de acciones se realizó mediante Decreto N° 2.332/90, el que en su Artículo 1° otorga 60 % de las acciones a la Sociedad mencionada en segundo término, en tanto que el Artículo 2° le otorga a la Sociedad mencionada en último término.
El Poder Ejecutivo Nacional crea la Comisión Liquidadora de la Empresa por Decreto N° 2.762/90, en ámbito del ME y OSP y otorga los parámetros en que ha de desarrollar su actividad, asume las atribuciones que la ley otorga al órgano de conducción de ENTEL y eleva informes trimestrales. Asimismo, contiene la norma implícita de liquidación, siendo modificados, posteriormente, por los Decretos N° 304/91 y N° 382/91; el primero designaba a la Comisión liquidadora integrada por el Subsecretario de Hacienda y la Funcionaria Liquidadora, en tanto que el segundo determinaba un control sobre las causas judiciales en trámite. Los Decretos N° 1.658/91 y N° 2.121/91 modifican a los precitados; en tanto que el primero designa Liquidadora de la Empresa a la ingeniera María Julia Alsogaray, precisando las atribuciones del cargo, el segundo modifica al primero, en el sentido de establecer un control sobre el desarrollo y ejecución de las causas judiciales en trámite.
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