Toda ciudad que se precie de tal debe tener su santo patrono. Esa fue una de las prioridades a tratar en Buenos Aires durante aquella reunión del 20 de octubre de 1580.
¿Cómo hacer la elección? ¿Cuál proponer de la larga lista de ejemplos de la religión católica apostólica romana? fueron preguntas que no tardarían en encontrar respuestas. Y así, la leyenda comenzó a gestarse para terminar jugando un papel principal en la historia de aquel día. Según la misma, los ediles españoles tomaron un sombrero e introdujeron en él sendos papelitos donde figuraban los nombres propuestos. Una mano revolvió el contenido y extrajo uno. Al desplegarlo se leyó el nombre: San Martín de Tours. Quién habrá sido el que propuso el nombre de un santo francés, fue la pregunta que la mayoría de los presentes debió hacerse.
Según la fe católica, San Martín, obispo de Tours, nació en Sabaria, en la Panonia (actual Hungría). Hijo de un tribuno militar, a los quince años, lo alistaron para servir al ejército de Constancio y más tarde al de Juliano de Apostala. Cuenta la documentación religiosa que en un día frío de invierno Martín, entrando a Amiens (Francia), fue interceptado por un anciano que semi desnudo y tiritando de frío le pidió una limosna. El santo, que por entonces se instruía en la fe católica, tomó su capa militar y cortó un pedazo con su espada para entregarle el trozo de tela al mendigo. Después de ser bautizado, el joven, dejó las armas, se dedicó a la caridad y a transmitir la fe católica. Volvió a Hungría donde convirtió a muchos, pero los arrianos lo expusieron al azote público y al destierro. Después de pasar por un monasterio en Milán y volver a las Galias (Francia), fue elegido obispo de la diócesis de Tours y, dada su humildad, debieron llevarlo engañado a cumplir funciones, diciéndole que un enfermo necesitaba de su servicio religioso. Con numerosos milagros, curaciones y todo tipo de actos de inmensa caridad a lo largo de su prolongada vida, murió el 8 de noviembre del 397, pero como su sepelio se produjó 3 días después es el 11 de noviembre el día de su celebración.
La leyenda se unió entonces con el peso simbólico de la tríada en la fe católica. Se dice que los electores, reunidos en la apenas re-fundada Santa María de los Buenos Aires, volvieron a introducir el nombre de San Martín en el sombrero insatisfechos por su “nacionalidad” y que el nombre salió dos veces más (es decir tres veces consecutivas).
¿Por qué volvían a introducirlo en el sombrero si no querían que salga elegido? Quién sabe; quizás supusieron que el azar estaba evidentemente fuera de juego y que, al salir tres veces consecutivas el mismo nombre, no cabía otra respuesta que adjudicarle la razón a un mensaje divino. Agotando las tesis, también puede que más de uno haya propuesto a San Martín de Tours o lo que es más que todos lo hayan propuesto ignorando que el resto había hecho lo propio... pero así las teorías podrían rondar los límites de lo increíble. En síntesis, mil conjeturas pueden partir de la leyenda sobre la elección del 20 de octubre. Lo cierto es que desde entonces San Martín de Tours se convirtió en el santo patrono de la ciudad de Buenos Aires y su día se celebra los 11 de noviembre.
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