viernes, 6 de diciembre de 2024

Texto del Tratado del Pilar del 23 de febrero de 1820

 

Texto del Tratado del Pilar del 23 de febrero de 1820

Pacto celebrado en la Capilla del Pilar entre los Gobernadores de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.

Convención hecha y concluída entre los Gobernadores D. Manuel Sarratea, de la Provincia de Buenos Aires, D. Francisco Ramirez de la de Entre Ríos, D. Estanislao Lopez de la de Santa Fe el día veinte y tres de Febrero del año del Señor mil ochocientos veinte, con el fin de terminar la guerra suscitada entre dichas Provincias, de proveer a la seguridad ulterior de ellas, y de concentrar sus fuerzas y recursos en un gobierno federal, a cuyo objeto han convenido en los artículos siguientes:

Artículo 1

Protestan las partes contratantes que el voto de la Nación, y muy particularmente el de las Provincias de su mando, respecto al sistema de govierno que debe regirlas se ha pronunciado a favor de la confederación que de hecho admiten. Pero que debiendo declararse por Diputados nombrados por la libre elección de los Pueblos, se someten a sus deliberaciones. A este fin elegido que sea por cada Provincia popularmente su respectivo representante, deberán los tres reunirse en el Convento de San Lorenzo de la Provincia de Santa Fe a los sesenta días contados desde la ratificación de esta convención. Y como están persuadidos que todas las Provincias de la Nación aspiran a la organización de un gobierno central, se comprometen cada uno de por sí de dichas partes contratantes, a invitarlas y suplicarles concurran con sus respectivos Diputados para que acuerden quanto pudiere convenirles y convenga al bien general.

Artículo 2

Allanados como han sido todos los obstáculos que entorpecían la amistad y buena armonía entre las Provincias de Buenos Ayres, Entre Ríos y Santa Fe en una guerra cruel y sangrienta por la ambición y la criminalidad de los muchos hombres que habían usurpado el mando de la Nación, o burlado las instrucciones de los Pueblos que representaban en Congreso, cesaran las divisiones beligerantes de Santa fe y Entre Ríos a sus respectivas Provincias.

Artículo 3

Los Gobernadores de Santa fe y Entre Ríos por sí y a nombre de sus provincias, recuerdan a la heroica Provincia de Buenos Aires cuna de la libertad de la Nación, el estado difícil y peligroso a que se ven reducidos aquellos Pueblos hermanos por la invasión con que lo amenaza una Potencia extrangera que con respetables fuerzas oprime la Provincia aliada de la Banda Oriental. Dexan a la reflexión de unos ciudadanos tan interesados en la independencia y felicidad nacional el calcular los sacrificios que costará a los de aquellas provincias atacadas el resistir un Exercito imponente, careciendo de recursos, y aguardan de su generosidad y patriotismo auxilios proporcionados a lo arduo de la empresa, ciertos de alcanzar quanto quepa en la esfera de lo posible.

Artículo 4

En los Ríos de Uruguay y Parana navegarán unicamente los Buques de las Provincias amigas, cuyas costas sean bañadas por dichos Rios. El Comercio continuará en los términos que hasta aquí, reservandose a la decisión de los Diputados en congreso cualesquiera reforma que sobre el particular solicitaren las partes contratantes.

Artículo 5

Podrán bolver a sus respectivas Provincias aquellos individuos que por diferencia de opiniones políticas hayan pasado a la de Buenos Aires, o de esta a aquellas, aun quando hubieren tomado armas y peleado en contra de sus compatriotas: serán repuestos al goze de sus propiedades en el estado en que se encontraren y se hechará un velo a todo lo pasado.

Artículo 6

El deslinde de territorio entre las Provincias se remitirá, en caso de dudas a la resolución del Congreso general de Diputados.

Artículo 7

La deposición de la antecedente administración ha sido la obra de la voluntad general por la repetición de desmanes con que comprometía la libertad de la Nación con otros excesos de una magnitud enorme. Ella debe responder en juicio público ante el Tribunal que al efecto se nombre; esta medida es muy particularmente del interes de los Xefes del Exercito Federal que quieren justificarse de los motivos poderosos que les impelieron a declarar la guerra contra Buenos Aires en Noviembre del año proximo pasado y conseguir en la libertad de esta Provincia a la de las demas unidas.

Artículo 8

Será libre el comercio de Armas y municiones de guerra de todas clases en las Provincias federadas.

Artículo 9

Los prisioneros de guerra de una y otra parte serán puestos en libertad después de ratificada esta convención para que se restituyan a sus respectivos Exercitos o Provincias.

Artículo 10

Aunque las Partes contratantes están convencidas de que todos los artículos arriba expresados son conformes con los sentimientos y deseos del Exmo. Sr. Capitán General de la Banda Oriental Don José Artigas según lo ha expresado el Sr. Gobernador de Entre Rios que dice hallarse con instrucciones privadas de dicho Sr. Excmo. para este caso no teniendo suficientes poderes en forma, se ha acordado remitirle copia de esta nota, para que siendo de su agrado, entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la Provincia de su mando, cuya incorporación a las demas federadas, se miraría como un dichoso acontecimiento.

Artículo 11

A las quarenta y ocho oras de ratificados estos tratados por la Junta de Electores dara principio a su retirada el Exercito federal hasta pasar el Arroyo del Medio. Pero atendiendo al estado de debastación a que ha quedado reducida la Provincia de Buenos Ayres por el continuo paso de diferentes Tropas, verificará dicha retirada por divisiones de doscientos hombres para que así sean mejores atendidas de viveres y cabalgaduras, y para que los vecinos experimenten menos grabamen. Queriendo que los Sres. Generales no encuentren inconvenientes ni escases en su transito para si o sus tropas, el Señor Gobernador de Buenos Ayres nombrará un Individuo que con este objeto les acompañe hasta la linea divisoria.

Artículo 12

En el término de dos días o antes si fuese posible será ratificada esta prevención por la muy Honorable Junta de Representantes.

Fecho en la capilla del Pilar a 23 de febrero de 1820.

MANUEL DE SARRATEA – ESTANISLAO LÓPEZ – FRANCISCO RAMÍREZ

Fuentes:

Tratado del Pilar (2019). Recuperado de Enciclopedia de Historia

Efemerides Argentina

 

https://constitucion.online/pactos-preexistentes/tratado-del-pilar/

 

sábado, 23 de noviembre de 2024

El Tratado del Pilar y la traición a Artigas


A pesar de haber triunfado en el campo de Cepeda, lo fue a lo Pirro, pues el Tratado del Pilar significó una derrota para el proyecto federalista provincial

 

 “El 4 de febrero de 1820 entró en esta capital el señor director don José Rondeau, quien sin haber sido visto se dirigió a su casa en donde se halla; cuyo señor no da razón cómo ha sido la dispersión de nuestra caballería, ni aun la causa de su fuga tan precipitada, que no paró hasta llegar a su casa, y meterse en la cama”.

Con indisimulable ironía, Juan Manuel Beruti, en sus Memorias curiosas, da cuenta de la inesperada derrota de las tropas porteñas ante las provinciales.

Los vencedores en Cepeda, Estanislao López y Francisco Ramírez, jefes santafesino y entrerriano respectivamente, exigieron la desaparición del poder central del prepotente Buenos Aires y la plena autonomía de las provincias; la disolución del congreso que había declarado la Independencia en 1816 pero que trasladado a Buenos Aires había servido a los intereses unitarios; la suspensión de las secretas tratativas para coronar un príncipe europeo en el Río de la Plata que llevaban adelante por distintas vías los políticos porteños desconfiados de la suerte de las armas.

Una de las estipulaciones del Tratado del Pilar permitió la entrada triunfal de los federales en Buenos Aires. Lo narra, con indisimulable repugnancia otro contemporáneo, Vicente Fidel López: “Sarratea, cortesano y lisonjero, no tuvo bastante energía o previsión para estorbar que los jefes montoneros viniesen a ofender, más de lo que ya estaba, el orgullo local de la ciudad. El día 25 regresó a ella acompañado de Ramírez y de López, cuyas numerosas escoltas compuestas de indios sucios y mal trajeados a término de dar asco, ataron sus caballos en los postes y cadenas de la pirámide de Mayo, mientras los jefes se solazaban en el salón del ayuntamiento”.

Los habitantes de Buenos Aires, aterrados, esperaban atrocidades y saqueos , nada de eso sucedió, sino que al poco tiempo, por razones aún difíciles de explicar, en vez de ocupar el Fuerte, la Aduana y otros pilares del cuestionado poder porteño, se retiraron a Pilar, en las afueras.

A Buenos Aires no le quedó otra alternativa que también constituirse como provincia independiente, y su primer gobernador, el sagaz Sarratea, de innegables dotes negociadoras, firmó el 23 de febrero de 1820 con los jefes triunfantes, López y Ramírez, el Tratado del Pilar, en el que se admitía la necesidad de organizar un nuevo gobierno central, de características federales, caducando el centralista, unitario, que hasta entonces regía en Buenos Aires. Acuerdo que a la larga no se cumplió. También, en su artículo 10º, se comprometían los caudillos a consultar los términos del Tratado con el caudillo oriental José Gervasio Artigas, su jefe, quien había sido tajante en sus instrucciones: “No admitirá otra paz que la que tenga como base la declaración de guerra al rey D. Juan (Emperador de Portugal con sede en Río de Janeiro, invasor de la Banda Oriental) como V. E. quiere y manifiesta en su último oficio”. Artigas necesitaba el apoyo de Buenos Aires para rechazar la invasión luso-brasilera a su Banda Oriental, ominosamente apoyada por el Directorio de Pueyrredón.

Pero un mes antes de la firma del Tratado, el 22 de enero a la madrugada, los portugueses habían caído sobre el raleado ejército artiguista en Tacuarembó y acuchillado a mansalva a sus hombres sin darles tiempo ni a enfrenar los caballos. Sus aliados provinciales, enterados el 17 de febrero de la catástrofe sufrida, fueron seducidos por un Sarratea que, sabedor de la pobreza a la que el autoritarismo porteño había sumido a dichas provincias, sacaría provecho de ello ofreciéndoles el oro y el moro para que consolidasen su poder en sus territorios. Con promesas de respeto y no agresión recíprocas se firmó el Tratado el 23 de ese mes, apenas un día después de iniciadas las deliberaciones, dejando de lado la cláusula que más importaba a don Gervasio y a tono con los deseos de Buenos Aires.

Luego vendrían la indignación del jefe oriental, sus combates contra Ramírez, la ruptura de éste con López por su alianza con Buenos Aires , la muerte del entrerriano, el exilio eterno del oriental en el Paraguay. Así se rompería la poderosa alianza federal que estuvo a punto de imponerse sobre el unitarismo porteño.

 

Por Pacho O´ Donnell

https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-tratado-del-pilar-y-la-traicion-a-artigas-nid19022023/

lunes, 18 de noviembre de 2024

Arroyo Grande, una batalla casi olvidada en Entre Ríos, cuyos jefes eran orientales: Rivera y Oribe - Parte 2

 Al mismo tiempo, la extrema izquierda federal, mandada por el coronel Servando Gómez, apoyó el avance del ala izquierda, mandada por el coronel José María Flores, contra las fuerzas orientales del coronel Pedro Mendoza.


Si bien la caballería unitaria de este lado logró hacer retroceder a los federales, la herida y posterior muerte de Mendoza desorientó a sus hombres, que abandonaron el campo de batalla. En las filas de Flores estaban los coroneles porteños Cayetano Laprida, Vicente González, Nicolás Granada y el futuro caudillo federal Juan de Dios Videla.

Si bien la caballería federal logró ventajas evidentes, fue el centro el que decidió la batalla. La infantería del general Ángel Pacheco atacó a la artillería oriental, mandado por el coronel Santiago Lavandera (sobrino de Rivera) y dividida en dos fracciones, al mando de los coroneles unitarios Martiniano Chilavert y José María Pirán. Las divisiones federales de los coroneles Mariano Maza, Pedro Ramos, Jerónimo Costa, Cesáreo Domínguez y Marcos Rincón avanzaron hasta los cañones a paso rápido y desplazaron a los artilleros. Este ataque estuvo apoyado por la artillería del coronel Juan Bautista Thorne y del teniente coronel José María Francia.

La reserva unitaria, formada por los correntinos del general Ramírez “chico”, tuvo que lanzarse a la lucha muy temprano para defender las posiciones de las alas de caballería, por lo que no pudo ser utilizada más tarde. La reserva federal, en cambio, al mando del coronel Manuel Urdinarrain, tuvo la oportunidad de apoyar alternativamente a Urquiza y a Gómez.
La infantería y artillería de Rivera, separadas de las alas de caballería, se retiraron lentamente, perdiendo en su marcha varios oficiales, como los coroneles Francisco Sayós, Joaquín de Vedia, Bernardo Henestrosa y Nicolás Tedeschi, quien se suicidó para no rendirse.
Los vencidos tuvieron 2.000 muertos y 1.400 prisioneros, perdiendo, además, la artillería, la munición y 24.000 caballos. Toda la artillería y la infantería cayeron en poder del enemigo; los oficiales, y se dice que incluso los cabos y sargentos, fueron ejecutados, mientras los soldados se incorporaron al ejército de Oribe. En particular, los blancos uruguayos se ensañaron con los colorados, ya que los consideraban traidores por haber derrocado al gobierno legal con ayuda extranjera.
Las bajas de los federales sumaron 300 entre muertos y heridos.
La caballería vencida, en cambio, logró retirarse sin demasiadas pérdidas. Por supuesto, se dividió entre los orientales (y los santafesinos de López), que cruzaron el río hacia Montevideo, y los correntinos que regresaron a su provincia. En el mando de los primeros se destacaron los coroneles Anacleto Medina y Manuel Olazábal, que reorganizaron relativamente las fuerzas.
 
La Guerra Grande
Esta batalla marcó el final de la guerra iniciada en la Argentina en 1839, y significó el comienzo de la llamada Guerra Grande en Uruguay. En realidad, en la visión de Oribe y sus partidarios, ésta fue la continuación de la que había desatado a partir de 1836 Rivera contra Oribe. Sólo que, entre medio, habían pasado cuatro años.
Rivera se retiró rápidamente hacia el sur, pensando que sería perseguido de cerca por Oribe. Algunos jefes colorados mantuvieron la defensa durante algunas semanas en el norte del país, pero fueron barridos hacia el sur.
Oribe comenzó la persecución con notable atraso, y perdió semanas solucionando problemas menores lo que dio al gobierno colorado la oportunidad de reunir un ejército de 5.000 hombres.9 Para cruzar el río con toda su infantería y artillería tuvo que ser trasladado por las naves de la flota de Rosas. Sólo después de completado este traslado, comenzó la lenta marcha hacia Montevideo, al paso de los bueyes que trasladaban los cañones. Llegó el 16 de febrero de 1843 frente a la capital, donde la defensa había sido preparada por el general Paz.

En lugar de tomar la ciudad por asalto, cosa que hubiera causado grandes daños a la población, decidió sitiarla. Tras varios choques en los alrededores, las posiciones quedaron prácticamente fijas por los siguientes ocho años. La razón de tan larga resistencia estuvo en el apoyo prestado a la ciudad sitiada por las flotas francesa e inglesa (y después la brasileña) a los sitiados; una gran cantidad de los defensores, incluso, eran franceses.

Además, desde 1845 en adelante, las flotas europeas bloquearon el puerto de Buenos Aires y atacaron el río Paraná. El sitio, con sus combates, y las operaciones que hicieron los jefes colorados por el interior del país fueron lo que se suele llamar la “guerra grande”.

El gobernador Urquiza apoyó el cruce del río por Oribe y luego se lanzó, al frente de 1.200 hombres, sobre Corrientes. La caballería correntina no atinó a ofrecer una resistencia eficaz, y muchos de sus jefes huyeron al Brasil o se pasaron a las fuerzas de Urquiza. Ferré abandonó el país hacia Paraguay, y como acababa de terminar su período de gobierno, fue elegido en su lugar Pedro Cabral, jefe del partido federal.

La guerra civil argentina seguiría en los años siguientes en forma de breves y poco importantes revueltas contra los federales en el interior. La única provincia que volvería a representar un peligro para el régimen de Rosas sería la de Corrientes, que bajo el mando de Joaquín Madariaga volvería a rebelarse hacia fines de 1843. Caería finalmente en manos federales en 1847, sólo para unirse cuatro años más tarde al mismo Urquiza en la campaña que derrocaría a Rosas en la batalla de Caseros, no sin antes derrotar a Oribe, aún a las puertas de Montevideo.
 
Monumento en San Salvador

El 6 de diciembre de 2012, con motivo de conmemorarse el 170 aniversario de la batalla de Arroyo Grande, el Centro de Estudios Históricos Regionales San Salvador y las comunidades de San Salvador y General Campos, destacaron la batalla porque a pesar de que salvó la la soberanía de nuestro país de otro intento del imperio británico desde las sombras, se está olvidando en el tiempo.

El 6 de diciembre de 1972 el Centro de Estudios Históricos Regionales San Salvador levantó un monumento a los caídos en Arroyo Grande. El concejo deliberante de San Salvador declaró de “Interés Histórico Cultural al Monumento a los Caídos en la Batalla de Arroyo Grande”, que fue incorporado al Patrimonio Histórico Arquitectónico de la provincia de Entre Ríos. 

https://chajarialdia.com.ar/?p=201414

 


Arroyo Grande, una batalla casi olvidada en Entre Ríos, cuyos jefes eran orientales: Rivera y Oribe


El 6 de diciembre se cumplieron 180 años de la batalla de Arroyo Grande a unos cinco kilómetros de la ciudad de San Salvador, que por entonces no existía, una de las más sangrientas de las guerras civiles del siglo XIX.

Después del derrocamiento de Oribe en 1838, con apoyo de Francia, cuya flota bloqueaba el Río de la Plata, comenzaron una serie de guerras civiles locales en la Argentina, que culminaron en Corrientes y las provincias reunidas en la llamada Coalición del Norte.
Las provincias intentaban derrocar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, brigadier Juan Manuel de Rosas, que ejercía un verdadero gobierno general sobre el país, sin una constitución que le diera validez.

Después del fracaso de Lavalle en llevar la revolución hasta la misma ciudad de Buenos Aires, el jefe unitario tuvo que llevar su ejército hacia el norte del país. Hasta allí fue perseguido por el general Oribe, nombrado por Rosas como comandante del ejército federal. Cuando Lavalle fue derrotado, a fines de 1841, el ejército federal quedó libre para aplastar la resistencia correntina y volver a Uruguay a recuperar el gobierno. En su camino de regreso no se suponía que pudiera encontrar más resistencia que la de Rivera, pero dos enemigos nuevos le salieron al cruce.

El general José María Paz se puso al frente del ejército correntino y venció al gobernador entrerriano, brigadier Pascual Echagüe en la batalla de Caaguazú. A continuación invadió Entre Ríos y, mientras su nuevo gobernador, brigadier Justo José de Urquiza, se refugiaba en Buenos Aires, se hizo nombrar gobernador.
Pero el gobernador correntino, brigadier Pedro Ferré se negó a apoyarlo y se marchó a Corrientes. El presidente Rivera invadió Entre Ríos, pero se quedó junto al río Uruguay.
Mientras tanto, el gobernador de la provincia de Santa Fe, brigadier Juan Pablo López, se pronunció contra Rosas y enfrentó (sin ayuda exterior alguna) la invasión de Oribe. Fue derrotado y huyó hacia Entre Ríos.

Falto de apoyo, Paz se retiró hacia el este y puso su pequeño ejército a disposición de Rivera, yendo después a Montevideo. Rivera se puso al mando de una alianza entre el gobierno uruguayo, el de Corrientes, el expulsado de Santa Fe, y el de Paz en Entre Ríos. Como se puede ver, la participación de Paz y de López era simplemente nominal, fuera de unos pocos oficiales emigrados.

De todos modos, Rivera dominaba el este de la provincia de Entre Ríos, y hacia allí se dirigió Oribe. Poco antes de que Oribe comenzara a moverse, las vanguardias de ambos ejércitos chocaron sobre un paso del río Gualeguay, quedando los entrerrianos de Urquiza vencidos por los santafesinos emigrados de Juan Pablo López.

Para unir sus tropas a las correntinas, Rivera las trasladó hacia el noreste de la provincia. Allí recibió un fuerte apoyo del ejército correntino, al mando del general Manuel Ramírez, en el que figuraban el general José Domingo Ábalos y los coroneles Joaquín y Juan Madariaga, Benjamín Virasoro y Manuel Hornos.

Como dato curioso, el general Lavalle había comenzado su campaña de 1839 a corta distancia (menos de ocho leguas) de donde tendría lugar esta batalla, que en algunos sentidos daría fin a la guerra civil argentina iniciada por aquél, en la batalla de Yeruá. En el período de tres años que separó estas batallas, prácticamente toda la Argentina había sido asolada por la guerra civil.

El ejército aliado colorado-unitario estaba formado por más de 7.500 hombres (2.000 infantes y 5.500 jinetes), orientales en su mayoría y 16 piezas de artillería (14 cañones y 2 obuses). Sus soldados provenían en su mayoría de las provincias argentinas de Corrientes (2.500-2.900 hombres), Santa Fe (1.000) y Entre Ríos (1.500). A los que se sumaban cerca de 2.000 orientales. Su jefe de estado mayor era el coronel Elías Galván.

Por su parte, el ejército de Oribe estaba compuesto por 9.000 hombres (2.500 infantes, porteños en su mayoría, 6.500 jinetes porteños y entrerrianos) y 18 piezas de artillería.
La artillería de Rivera era ligeramente superior en número, pero caería rápidamente en manos enemigas. La caballería de Oribe era bastante más numerosa, mientras su infantería era casi el doble de la enemiga. El jefe de estado mayor de Oribe era su sobrino, coronel Francisco Lasala, quien reemplazaba al coronel mayor Eugenio Garzón, que se había separado del ejército por desavenencias con el general en jefe.
Una anécdota, mencionada por Adolfo Saldías, relata que Rosas engañó al ministro inglés Mandeville, convenciéndolo de que su ejército estaba inmovilizado por falta de caballos. El ministro se lo avisó en secreto a Rivera, cosa que Rosas esperaba, y por eso el presidente oriental estaba desprevenido cuando le avisaron que el ejército de Oribe estaba a una hora de marcha de su campamento. Otros autores niegan el episodio, posiblemente contado a Saldías por un testigo presencial, tal vez alguno de los edecanes de Rosas.

Tal vez por la falsa información de Mendeville, Rivera eligió mal el campo de batalla. En las condiciones en que iba a luchar, debería haber anulado la diferencia numérica eligiendo un campo estrecho. Pero eligió un área bien abierta, donde la caballería pudiera maniobrar. Por otro lado, tuvo que luchar prácticamente con el río Uruguay a su espalda, ya que el gobernador Ferré había prohibido a sus fuerzas cruzarlo hacia el Uruguay, donde Rivera hubiera tenido amplias ventajas.

Otro de sus errores fue dejar como reserva a la caballería correntina, la única que mantenía alta la moral, ensoberbecida después de Caaguazú.

En la mañana del 6 de septiembre, la caballería de Rivera se lanzó al ataque, siendo inmediatamente contenida por la artillería e infantería federales. El extremo derecho de la caballería federal, al mando del coronel Ignacio Oribe (hermano del general en jefe), rodeó a los unitarios que tenía enfrente, al mando del general Juan Pablo López, y apoyó el ataque del ala derecha federal, compuesta por las fuerzas entrerrianas del general Urquiza, gobernador de la provincia. Tras algunas indecisiones, el gobernador entrerriano logró llevar de nuevo sus hombres al ataque. En sus filas figuraban los futuros generales Miguel Galarza, José Miguel Galán y Ricardo López Jordán.


miércoles, 30 de octubre de 2024

Alfonsín anuncia un gobierno de crisis en el final del mandato


Sobre el final de su mandato, Raúl Alfonsín utiliza la Cadena nacional luego del pronunciamiento de las urnas favorable a la fórmula del Partido Justicialista encabezada por Carlos Menem. Alfonsín explica que ofreció su salida anticipada del cargo, ya que la crítica coyuntura económica demandaba medidas que excedían a un Gobierno saliente. Agrega que, ante el rechazo de su renuncia por parte de las autoridades electas, su gobierno se abocó a crear un plan con el necesario consenso de la fuerza política sucesoria que, tras su delineado conjunto, también fue rechazado. En consecuencia, el mandatario anuncia un "gobierno de crisis" hasta el 10 de diciembre, y una modalidad económica que califica como "economía de guerra". El presidente fustiga a quienes hacen acusaciones vagas de corrupción, y advierte que en la crisis "todos nos necesitamos y debemos respetarnos". Llama a "jugar a la cosa grande" y a "no sumar desprestigios". En el final, Alfonsín anuncia que hará un uso intensivo de la televisión, no en beneficio de su partido, sino en defensa de la democracia.

Fragmento del Discurso de Uriburu a un año del golpe a Hipólito Yrigoyen

sábado, 26 de octubre de 2024

Délfor y La Revista Dislocada: La gran usina del humor


En este informe recordamos al gran Délfor Amaranto Dicásolo, creador de La Revista Dislocadas, usina de la que salieron varios de los humoristas más recordados de Argentina

martes, 15 de octubre de 2024

Entrevistas a Raúl Alfonsín, Jorge Bacqué y Juan Vital Sourrouille


En esta emisión, Mariano Grondona presenta en el primer bloque al ex presidente Raúl Alfonsín, quien emite opiniones críticas sobre el gobierno de Carlos Menem: cree que la gestión de su sucesor experimenta un retroceso a posiciones de derecha que vincula con las políticas de la última dictadura militar. Hace una enumeración de las medidas económicas que considera regresivas, y objeta asimismo la política hacia las Fuerzas Armadas. Se refiere a retrocesos en educación, en la cuestión judicial, en el campo social. Ante encuestas que cuestionan la representatividad de los partidos políticos, responde que hay una campaña anti política producto del ingreso de los sectores económicos a dicho terreno, que juzga preferible a las actitudes golpistas de antaño. En el cierre, explica las razones de su salida anticipada de la presidencia. Luego, Grondona presenta un tape con una nota al ministro saliente de la Corte Suprema Jorge Bacqué, quien explica que su renuncia se debe a su desacuerdo con la ampliación de jueces para el tribunal supremo que promovió el Gobierno. En el bloque final, Grondona entrevista en el piso al ex ministro de Economía Juan Vital Sourrouille, que expresa tres ejes de críticas a la actual gestión económica: su poco cuidado por la equidad; la reforma del Estado basada en la ley de Emergencia, y la política cambiaria.

domingo, 6 de octubre de 2024

Cadena nacional: Alfonsín en la 101° Exposición de la SRA


En la inauguración de la 101° Exposición de Agricultura y Ganadería de la Sociedad Rural Argentina, Guillermo Alchourón titular de la entidad agropecuaria pronuncia un discurso en el que le exige al presidente Raúl Alfonsín, presente en el palco, medidas para terminar con el déficit fiscal y estimular, a la par, la exportación de granos desde el Estado. A su turno, Ernesto Figueras secretario de Agricultura y Ganadería intenta realizar su alocución pero se ve dificultado debido a la silbatina que estalla desde las gradas de la pista principal del predio ferial. Seguidamente, el presidente Alfonsín, con vehemencia, utiliza su discurso para contestar las críticas planteadas por Alchourón, y expone algunas de las medidas propuestas por su gobierno para el sector agropecuario en "tiempos de crisis". Al mismo tiempo, mientras una parte de la concurrencia lo abuchea e insulta, el primer mandatario caracteriza esas actitudes como fascistas, fanáticas y antidemocráticas, y no de "productores agropecuarios". Al finalizar la exposición presidencial, Guillermo Alchourón vuelve a pedir la palabra para ratificar la posición del sector que representa. Alfonsín se sienta en la tribuna sin inaugurar la Exposición, la cual comienza de todas formas y bajo la lluvia con el tradicional desfile del ganado premiado. Luego del cierre de la Cadena nacional, se desarrolla el mencionado desfile.

viernes, 6 de septiembre de 2024


Fragmento del mensaje brindado por el general José Félix Uriburu desde el balcón de la Casa Rosada hacia la multitud reunida en la Plaza de Mayo. A un año del golpe de Estado que encabezó para derrocar al presidente Hipólito Yrigoyen, informa sobre los logros de su gobierno de facto: la "consolidación de las finanzas y de los créditos comprometidos", la "regularización de las universidades" y la "depuración social mediante la eliminación de elementos nocivos para el orden público". Anuncia que avanza el plan de reforma constitucional prometido en la proclama inicial que, asegura, fue ampliamente debatido y cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos. Éste, agrega, "será el legado más perdurable de la revolución". Dice que ha trabajado para que los partidos "contrarios al personalismo" se organicen y formen coaliciones en torno a objetivos comunes, para evitar que vuelvan al poder los que fueron "autores o cómplices de los delitos" del gobierno depuesto. Ratifica el llamado a elecciones presidenciales para el 8 de noviembre y expresa su confianza en el pronunciamiento electoral del pueblo argentino.


https://www.archivorta.com.ar/asset/uriburu-a-un-ano-del-golpe-a-hipolito-yrigoyen-1931/

domingo, 1 de septiembre de 2024

Raúl Alfonsín en Parque Norte-Balance de su Gobierno


Subido originalmente por JMIGUELdeTAPIALES

domingo, 4 de agosto de 2024

jueves, 1 de agosto de 2024

Cadena nacional: discurso de Bignone a horas de las elecciones


Un día antes de las elecciones del 30 de octubre de 1983 que marcarían el final de la última dictadura, el general Reynaldo Bignone brinda un discurso por Cadena nacional. El presidente de facto argumenta sobre el camino hacia la democracia y califica la intervención de las Fuerzas Armadas como “de contención”. Obviando el desgaste post-Malvinas, la masiva movilización del 16 de diciembre de 1982 y las huelgas promovidas por el movimiento obrero, Bignone entiende su convocatoria a líderes políticos, producida antes de su asunción, como el hito fundamental del retorno a la constitucionalidad. En este sentido, llama a los partidos políticos a promover renunciamientos para ahogar rencores y perdonar errores como condición para un futuro pacífico. Finalmente, pide que al día siguiente los argentinos voten por las ideas y no por los rencores.

https://www.archivorta.com.ar/asset/discurso-de-bignone-a-horas-de-las-elecciones-1983/




jueves, 25 de julio de 2024

La PRESIDENCIA de Arturo IlliA - Su Gobierno: 1963 1966


Mi nombre es Elisa Fernandez, soy contadora y profesora de contabilidad, administración y economía. Preparé esta serie de videos en formas de clases, como lo hago habitualmente en mis cursos.

Mi pagina Web, si quieres verla:

miércoles, 24 de julio de 2024

ARGENTINA a inicios del siglo XX EN COLORES | BUENOS AIRES 1932


En esa época la Metro Goldwyn Mayer hizo estos cortometrajes con fines TÚRISTICOS. Por ser considerado un documento histórico el video se ha traducido tal cual como se narra en el video original.
EN ESTE CASO la filmación original en blanco y negro ha sido coloreada digitalmente.

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200 años de la firma del Tratado del Pilar. Reflexiones.


Las dos primeras décadas del siglo XIX no fueron apacibles en el Plata. Los movimientos y crisis que se desarrollaron en ellas eran preludio de que los tiempos venideros serían agitados. En la primera mitad de ese siglo definimos a nuestro país. Esos decenios  fueron testigo de los proyectos políticos y personales de los distintos actores. Tiempos de encuentros y desencuentros. Tiempos de proyectos comunes y antagónicos que anunciaban la Argentina futura. 

La firma del Tratado del Pilar no fue distinta a la descripción que precede. Suscripto en el escenario geográfico en el que en una parte hoy se asienta el Campus “Nuestra Señora del Pilar” de la Universidad del Salvador.  Entiendo que dejó trunco el plan belgraniano y sanmartiniano. Expresó la llegada de los tiempos  de desencuentro, los cuales no serían breves por el contrario bañarían gran parte de la centuria decimonónica con la sangre de compatriotas en luchas civiles. Las últimas palabras de Manuel Belgrano en su lecho de muerte sintetizan las angustias y preocupaciones de ese tiempo.

La década de 1810 que nos muestra un flamante 25 de mayo, con gobierno propio, también muestra la provisionalidad constitucional e institucional. Invito al lector, de este breve texto, a realizar un recuento mental de cuantos modelos gubernativos desarrollamos en esos años, vale recordar la Junta, el Triunvirato y el Directorio. Los invito a realizar un ejercicio similar sobre los documentos constitucionales sucesivamente vigentes en ese tiempo, me refiero a los reglamentos y estatutos provisorios. Insisto en un último recuento sobre los personajes que fueron ocupando los distintos gobiernos en esa década, y en la siguiente en este último caso me refiero a los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires. 

No fue sencillo construir un país independiente sobre el andamiaje político, económico y social que dejó el tiempo hispánico. Muchos serán los desafíos a sortear. Muchos de ellos son aún hoy condicionamientos para nuestro desarrollo.

Poco tiempo antes de la firma del Tratado del Pilar fracasaba la Constitución de 1819, uno de nuestros primeros intentos de organización nacional, por no lograr adecuados equilibrios entre Buenos Aires y el resto de las provincias, entre autocracia y república. Ello llevará a la batalla de Cepeda, al fin del Directorio y de la Constitución de 1819. En adelante el proyecto de país será más pequeño que el buscado por Belgrano y San Martín.

El Tratado del Pilar fue firmado el 23 de febrero de 1820, consecuencia de la batalla de Cepeda donde los caudillos del litoral vencen a las tropas porteñas, por Manuel de Sarratea  gobernador provisorio de la provincia de Buenos Aires, Estanislao López y Francisco Ramírez, los dos últimos representantes de la Liga Federal y gobernadores de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos respectivamente.  Sarratea se convirtió luego de Cepeda en el primer gobernador de Buenos Aires aunque su mandato fue efímero.  

El pacto proclamó la unidad nacional y el sistema federal. Buenos Aires se reconoció como igual a las demás provincias. Convocaba, en el plazo de 60 días, a una reunión de representantes de las tres provincias en el convento de San Lorenzo, para convenir la reunión de un congreso que permitiese reorganizar el gobierno central. Establecía el fin de la guerra y el retiro de las tropas de Santa Fe y Entre Ríos a sus respectivas provincias. Buenos Aires se comprometía a ayudar a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos en caso de ser atacadas por los luso-brasileños. Los ríos Uruguay y Paraná se declaraban navegables para las provincias amigas. Concedía una amplia amnistía a los desterrados y perseguidos políticos. Determinaba el enjuiciamiento de los responsables de la administración anterior “por la repetición de crímenes con que se comprometía la libertad de la Nación”. Disponía la comunicación del tratado a José Artigas para que en su caso el caudillo oriental reincorporase a la Banda Oriental a la provincias federadas. 

El pacto tuvo su fase secreta por la cual Buenos Aires proveería a Santa Fe y Entre Ríos auxilios y armas. López y Ramírez no acceden a imponer a Buenos Aires declarar la  guerra a los luso-brasileños para liberar a la Banda Oriental desconociendo la autoridad de Artigas quien resultó derrotado en la batalla de Tacuarembó por los luso-brasileños, entendiendo que era más imperativo organizar a las provincias y abandonar de momento la guerra contra los luso-brasileños que les imponía la estrecha alianza con Artigas. 

López y Ramírez, finalmente, debieron aliarse a los porteños, aunque fuesen declarados enemigos de Artigas, para detener el avance luso-brasileño sobre la Mesopotamia. La estrategia salvo al litoral pero alejo al caudillo oriental que entendió la alianza con Buenos Aires como una traición, quien finalmente fue al exilio luego de enfrentar a Ramírez. 


Dr. Juan Carlos Frontera
Director de Posgrados de la Facultad de Ciencias Jurídicas

 

https://noticias.usal.edu.ar/es/200-anos-de-la-firma-del-tratado-del-pilar-reflexiones

 

jueves, 4 de julio de 2024

Tratado del Pilar

Pacto firmado en 1820 por las provincias argentinas de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires.

 

Por Marcelo Néstor Musa

 

¿Qué fue?

Se denomina Tratado del Pilar a un pacto firmado el 23 de febrero de 1820 por Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, en la localidad bonaerense de Pilar.

Su objetivo fue poner fin a las hostilidades entre las tres provincias, luego de la batalla de Cepeda (1820), en la que un ejército federal había vencido a las tropas del Directorio y ocupado la ciudad de Buenos Aires.

Los firmantes del pacto fueron los gobernadores de Santa Fe, Estanislao López; Entre Ríos, Francisco Ramírez; y Buenos Aires, Manuel de Sarratea.

 



Copia del Tratado de Pilar. Archivo provincial de Santa Fe.

Tras el acuerdo, las tropas de Santa Fe y Entre Ríos regresaron a sus respectivas provincias, mientras que Buenos Aires pudo organizarse institucionalmente como provincia autónoma.

El Tratado del Pilar es uno de los “pactos preexistentes” mencionados en el Preámbulo de la Constitución Nacional de la República Argentina, junto al Tratado del Cuadrilátero, el Pacto Federal y el Acuerdo de San Nicolás.

 

Antecedentes

 

Después de declarar la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el Congreso de Tucumán comenzó a discutir qué forma de gobierno convenía adoptar.

Pero en 1817 los realistas del Alto Perú cruzaron la Quebrada de Humahuaca e invadieron Salta y Jujuy. Si bien las fuerzas del Ejército del Norte y las tropas del gobernador salteño Martín Miguel de Güemes lograron contenerlos, los diputados temieron que el enemigo pudiera quebrar su resistencia y llegar hasta Tucumán.

Ante esta amenaza, el director supremo decidió el traslado del Congreso a la ciudad de Buenos Aires. Allí, comenzó a funcionar como Poder Legislativo del Gobierno nacional, mientras que el Directorio conservó sus funciones ejecutivas.

Retomadas las discusiones sobre la forma de gobierno, los diputados porteños convencieron a los representantes de varias provincias de la necesidad de instaurar un gobierno central con amplios poderes para evitar el riesgo de una fragmentación del país.

El resultado de esas negociaciones fue la sanción de una constitución centralista, que otorgó al Poder Ejecutivo la facultad de designar a los gobernadores, limitando así las autonomías de las provincias.

Si bien la constitución no lo establecía expresamente, la mayoría de los diputados consideraba que, tras la restauración monárquica en Europa, el gobierno central debía estar encabezado por un rey. Por esa razón, el Congreso envió a varios diplomáticos para negociar la coronación de un príncipe de una dinastía europea.

La llamada Constitución de 1819 fue rechazada por la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos, que integraban la Liga de los Pueblos Libres, que defendía el federalismo y era gobernada por José Gervasio Artigas.

Desde 1816, esta alianza de provincias federales era atacada por fuerzas portuguesas que habían ocupado Montevideo y gran parte de las áreas rurales de la Banda Oriental.

Para obligar al Directorio a enviar tropas que lo ayudaran a luchar contra los portugueses, Artigas ordenó los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos que invadieran Buenos Aires. Esa invasión tuvo lugar a fines de enero de 1820 y tuvo como corolario la derrota de las tropas del Directorio en la cañada de Cepeda.

Luego de este hecho de armas, las fuerzas federales ocuparon Buenos Aires, forzando la renuncia del director supremo y la disolución del Congreso, por lo que el país se quedó sin autoridades nacionales.

Para poner fin a la ocupación de Buenos Aires, los dirigentes porteños iniciaron negociaciones con los caudillos federales con el objeto de firmar un tratado de paz que estableciera la paz entre las tres provincias.

 

Disposiciones

 

Las principales disposiciones del Tratado del Pilar fueron las siguientes:

Estableció que las provincias firmantes adherían al sistema federal de gobierno, aunque afirmaba que se someterían a lo que dispusieran los pueblos de esas jurisdicciones en una reunión convocada en el convento de San Lorenzo (Santa Fe), en un plazo de 60 días.

Dispuso la ayuda militar de la provincia de Buenos Aires a las de Santa Fe y Entre Ríos en el caso de que los portugueses invadieran la región mesopotámica.

Instituyó la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay tanto para las entidades firmantes como para las consideradas provincias amigas.

Decretó una amnistía y restitución de bienes que benefició a todos aquellos que habían debido exiliarse por cuestiones políticas.

Estableció las condiciones de retirada de las tropas federales a sus respectivas provincias y la situación de los prisioneros tomados en la batalla de Cepeda.

De manera secreta, previó la entrega de armas y dinero a los caudillos federales.

Dispuso la comunicación de lo acordado a Artigas, con el fin de que el jefe de los pueblos libres entablara negociaciones que facilitaran la incorporación de la Banda Oriental a las demás provincias rioplatenses.

 

Causas y consecuencias

 

Causas

Entre las causas que llevaron a la firma del Tratado del Pilar se pueden mencionar:

La derrota total de las tropas del Directorio en la batalla de Cepeda.

La disolución del Directorio y del Congreso nacional y el vacío del poder generado por la falta de autoridades nacionales.

La ocupación de la ciudad de Buenos Aires por las tropas federales de Entre Ríos y Santa Fe.

La derrota de las fuerzas de Artigas en la batalla de Tacuarembó (22 de enero de 1820), que determinó la virtual disolución de la Liga de los Pueblos Libres y el fin del liderazgo de Artigas.

La necesidad de poner fin al estado de hostilidad entre Buenos Aires y las provincias del Litoral y de reanudar las relaciones comerciales en la cuenca del Plata.

Consecuencias

Las principales consecuencias del Tratado del Pilar fueron las siguientes:

La retirada de las tropas federales, que regresaron a Santa Fe y Entre Ríos.

La relevancia alcanzada por López y Ramírez, que decidieron romper su alianza con Artigas, abandonar la Liga de los Pueblos Libres y asumir el liderazgo indiscutido de sus provincias.

La pérdida de influencia de Artigas, que consideró la firma del Tratado del Pilar como una traición por no disponer el envío de fuerzas militares para ayudarlo a luchar contra los portugueses.

La guerra entre Artigas y Ramírez, que concluyó con la derrota y el exilio en el Paraguay del caudillo oriental.

La consolidación de Buenos Aires como provincia autónoma que constituyó sus instituciones de gobierno.

El disgusto de algunos comerciantes y terratenientes de Buenos Aires que consideraron los términos del acuerdo como una claudicación de los derechos que le correspondían a la ciudad como antigua capital virreinal.

La disminución de los ingresos de la aduana porteña como consecuencia de la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná.

La firma del Tratado de Benegas, en noviembre de 1820, entre Estanislao López y el nuevo gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez. Este acuerdo puso punto final a las hostilidades entre las provincias firmantes pero desencadenó la guerra entre López y Ramírez, que fue excluido de las negociaciones.

Protagonistas

Los firmantes del Tratado del Pilar fueron los siguientes:

Manuel de Sarratea (1774-1849): político y militar rioplatense. Participó de la Revolución de Mayo de 1810 e integró el Primer Triunvirato. Se desempeñó como gobernador provisorio de Buenos Aires en 1820.

Estanislao López (1786-1838): político y militar rioplatense, que gobernó la provincia de Santa Fe entre 1818 y 1838. Sostuvo la necesidad de organizar el país bajo la forma federal de gobierno. Murió de tuberculosis en 1838. Fue sucedido por Domingo Cullen y luego por su hermano Juan Pablo López.

Francisco Ramírez (1786-1821): político y militar rioplatense, que gobernó la provincia de Entre Ríos entre 1820 y 1821. Murió durante el combate de Chañar Viejo, durante el cual trató de socorrer a su pareja, la portuguesa María Delfina Menchaca, que había caído en manos de fuerzas santafesinas.

 

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