lunes, 18 de noviembre de 2024

Arroyo Grande, una batalla casi olvidada en Entre Ríos, cuyos jefes eran orientales: Rivera y Oribe


El 6 de diciembre se cumplieron 180 años de la batalla de Arroyo Grande a unos cinco kilómetros de la ciudad de San Salvador, que por entonces no existía, una de las más sangrientas de las guerras civiles del siglo XIX.

Después del derrocamiento de Oribe en 1838, con apoyo de Francia, cuya flota bloqueaba el Río de la Plata, comenzaron una serie de guerras civiles locales en la Argentina, que culminaron en Corrientes y las provincias reunidas en la llamada Coalición del Norte.
Las provincias intentaban derrocar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, brigadier Juan Manuel de Rosas, que ejercía un verdadero gobierno general sobre el país, sin una constitución que le diera validez.

Después del fracaso de Lavalle en llevar la revolución hasta la misma ciudad de Buenos Aires, el jefe unitario tuvo que llevar su ejército hacia el norte del país. Hasta allí fue perseguido por el general Oribe, nombrado por Rosas como comandante del ejército federal. Cuando Lavalle fue derrotado, a fines de 1841, el ejército federal quedó libre para aplastar la resistencia correntina y volver a Uruguay a recuperar el gobierno. En su camino de regreso no se suponía que pudiera encontrar más resistencia que la de Rivera, pero dos enemigos nuevos le salieron al cruce.

El general José María Paz se puso al frente del ejército correntino y venció al gobernador entrerriano, brigadier Pascual Echagüe en la batalla de Caaguazú. A continuación invadió Entre Ríos y, mientras su nuevo gobernador, brigadier Justo José de Urquiza, se refugiaba en Buenos Aires, se hizo nombrar gobernador.
Pero el gobernador correntino, brigadier Pedro Ferré se negó a apoyarlo y se marchó a Corrientes. El presidente Rivera invadió Entre Ríos, pero se quedó junto al río Uruguay.
Mientras tanto, el gobernador de la provincia de Santa Fe, brigadier Juan Pablo López, se pronunció contra Rosas y enfrentó (sin ayuda exterior alguna) la invasión de Oribe. Fue derrotado y huyó hacia Entre Ríos.

Falto de apoyo, Paz se retiró hacia el este y puso su pequeño ejército a disposición de Rivera, yendo después a Montevideo. Rivera se puso al mando de una alianza entre el gobierno uruguayo, el de Corrientes, el expulsado de Santa Fe, y el de Paz en Entre Ríos. Como se puede ver, la participación de Paz y de López era simplemente nominal, fuera de unos pocos oficiales emigrados.

De todos modos, Rivera dominaba el este de la provincia de Entre Ríos, y hacia allí se dirigió Oribe. Poco antes de que Oribe comenzara a moverse, las vanguardias de ambos ejércitos chocaron sobre un paso del río Gualeguay, quedando los entrerrianos de Urquiza vencidos por los santafesinos emigrados de Juan Pablo López.

Para unir sus tropas a las correntinas, Rivera las trasladó hacia el noreste de la provincia. Allí recibió un fuerte apoyo del ejército correntino, al mando del general Manuel Ramírez, en el que figuraban el general José Domingo Ábalos y los coroneles Joaquín y Juan Madariaga, Benjamín Virasoro y Manuel Hornos.

Como dato curioso, el general Lavalle había comenzado su campaña de 1839 a corta distancia (menos de ocho leguas) de donde tendría lugar esta batalla, que en algunos sentidos daría fin a la guerra civil argentina iniciada por aquél, en la batalla de Yeruá. En el período de tres años que separó estas batallas, prácticamente toda la Argentina había sido asolada por la guerra civil.

El ejército aliado colorado-unitario estaba formado por más de 7.500 hombres (2.000 infantes y 5.500 jinetes), orientales en su mayoría y 16 piezas de artillería (14 cañones y 2 obuses). Sus soldados provenían en su mayoría de las provincias argentinas de Corrientes (2.500-2.900 hombres), Santa Fe (1.000) y Entre Ríos (1.500). A los que se sumaban cerca de 2.000 orientales. Su jefe de estado mayor era el coronel Elías Galván.

Por su parte, el ejército de Oribe estaba compuesto por 9.000 hombres (2.500 infantes, porteños en su mayoría, 6.500 jinetes porteños y entrerrianos) y 18 piezas de artillería.
La artillería de Rivera era ligeramente superior en número, pero caería rápidamente en manos enemigas. La caballería de Oribe era bastante más numerosa, mientras su infantería era casi el doble de la enemiga. El jefe de estado mayor de Oribe era su sobrino, coronel Francisco Lasala, quien reemplazaba al coronel mayor Eugenio Garzón, que se había separado del ejército por desavenencias con el general en jefe.
Una anécdota, mencionada por Adolfo Saldías, relata que Rosas engañó al ministro inglés Mandeville, convenciéndolo de que su ejército estaba inmovilizado por falta de caballos. El ministro se lo avisó en secreto a Rivera, cosa que Rosas esperaba, y por eso el presidente oriental estaba desprevenido cuando le avisaron que el ejército de Oribe estaba a una hora de marcha de su campamento. Otros autores niegan el episodio, posiblemente contado a Saldías por un testigo presencial, tal vez alguno de los edecanes de Rosas.

Tal vez por la falsa información de Mendeville, Rivera eligió mal el campo de batalla. En las condiciones en que iba a luchar, debería haber anulado la diferencia numérica eligiendo un campo estrecho. Pero eligió un área bien abierta, donde la caballería pudiera maniobrar. Por otro lado, tuvo que luchar prácticamente con el río Uruguay a su espalda, ya que el gobernador Ferré había prohibido a sus fuerzas cruzarlo hacia el Uruguay, donde Rivera hubiera tenido amplias ventajas.

Otro de sus errores fue dejar como reserva a la caballería correntina, la única que mantenía alta la moral, ensoberbecida después de Caaguazú.

En la mañana del 6 de septiembre, la caballería de Rivera se lanzó al ataque, siendo inmediatamente contenida por la artillería e infantería federales. El extremo derecho de la caballería federal, al mando del coronel Ignacio Oribe (hermano del general en jefe), rodeó a los unitarios que tenía enfrente, al mando del general Juan Pablo López, y apoyó el ataque del ala derecha federal, compuesta por las fuerzas entrerrianas del general Urquiza, gobernador de la provincia. Tras algunas indecisiones, el gobernador entrerriano logró llevar de nuevo sus hombres al ataque. En sus filas figuraban los futuros generales Miguel Galarza, José Miguel Galán y Ricardo López Jordán.


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