El historiador señaló a LA NACION LINE aspectos poco difundidos del prócer que lo pintan como un destacado político y un visionario.
Durante varios años, la figura de Manuel Belgrano quedó circunscripta únicamente a la creación de la bandera. Sin embargo, además de ser el inventor de la enseña que hoy flamea en todo mástil vernáculo, este abogado que en su lucha por la patria dejó salud y fortuna, es reconocido hoy por los historiadores como uno de los personajes más trascendentes en la construcción de la Argentina como nación.
En declaraciones a LA NACION LINE, el historiador Felipe Pigna recurrió a las palabras de José de San Martín, para destacar las cualidades del prócer. El santo de la espada sostenía que "si había un padre de la patria, ése era Belgrano".
Entre los aspectos que la historia oficial mantuvo en segundo plano durante casi dos siglos figuran las características visionarias de este líder que era experto en economía y política. Ya en 1794, en "Memoria del Consulado", escribía que si este país se dedicaba sólo a la ganadería estaba acabado, que había que fomentar las industrias y repartir mejor la riqueza.
Además, muchos juristas le reconocen la autoría del primer esbozo constitucional de la Argentina, en diciembre de 1810, en la Campaña al Paraguay. Entonces, redacta el "Reglamento para el pueblo de las misiones", que incluye 30 artículos donde reglamenta todo tipo de actividad y establece cómo debía organizarse la sociedad.
Pigna subraya también el lugar destacado que el prócer le dio a la educación. "Cuando Belgrano triunfa en las batallas de Salta y Tucumán, el Estado lo premia con 40 mil pesos, algo así como 120 millones de dólares actuales. El dona el dinero para la creación de cuatro escuelas, que nunca se construyeron."
Pero la pregunta entonces es por qué la historia le otorgó simplemente el rol de padre de la bandera a un hombre que, sin desmerecer la importancia de la creación del símbolo patrio, tuvo otros aspectos más trascendentes para el desarrollo de la nación.
Según Pigna, "el poder real de la época lo consideraba muy peligroso, por lo tanto era mejor mantenerlo alejado de la vida política y enviarlo a misiones militares imposibles de las que él no tenía ninguna intención de participar". Sin embargo, se calzó las espuelas y obtuvo varios triunfos importantes en pos de la independencia.
La desaprobación hacia ciertas conductas de Belgrano continuaron hasta su muerte, que lo alcanzó en la más absoluta miseria a pesar de que, al contrario de los funcionarios actuales, ingresó rico a la administración pública. Los diarios de la época evidencian este ostracismo, pues aquel 20 de junio de 1820 ningún medio de la Argentina publicó su fallecimiento.
La negativa a reconocer algunas ideas del letrado continuaron a lo largo de los años. "Pero, como los relatores oficiales no podían disimular al personaje porque lo tenían que mencionar de alguna manera, vieron la forma más inofensiva de recordarlo: como el creador de la bandera", opina el historiador.
En ese sentido, revela que esta versión reduccionista continuó hasta nuestros días porque "al poder actual tampoco le conviene reconocer que hace 200 años un prócer dijo que había que repartir mejor las tierras y las riquezas. No vaya a ser que a alguien se le ocurra hacer lo mismo".
Dicen que por sus obras habla el hombre, pero también por su carácter. Y parece que el de Belgrano era bastante enérgico. Para graficarlo, Pigna cuenta la siguiente anécdota. "Cuando el 24 de mayo el virrey Cisneros crea una junta absolutamente impopular, liderada por él, en una reunión, Belgrano se refiere a la situación de esta manera: ‘Si a las 3 de la tarde el virrey no renuncia, juro a mis compañeros que lo arrojaré por la ventana’".No hubo necesidad de tirarlo, porque el representante del rey renunció.
Pigna concluye su semblanza señalando: "Alguien que viniendo de una familia con mucha fortuna y teniendo la vida resuelta se compromete para resolverle la vida a los demás, y en esa lucha pierde su salud, su fortuna y su vida, es alguien extraordinario."
Constanza Longarte
Viernes 20 de junio de 2003