Desde 1983 hubo 40 paros generales en la Argentina, con un
promedio de uno cada diez meses. La mayor cantidad y frecuencia de paros
generales se registra en dos gobiernos radicales. En cuanto al número, Raúl
Alfonsín ocupa el primer lugar con 13 paros nacionales en su contra, mientras
que, si se tiene en cuenta el tiempo de gestión, encabeza el ranking el
gobierno de Fernando de la Rúa, con casi un paro general cada tres meses. Es
difícil saber cuantos paros generales hubo en toda la historia argentina.
Entre
otros motivos debido a que hubo numerosas divisiones de las centrales obreras y
muchas veces las convocatorias era muy parciales. Pero la modalidad de la
huelga general ha sido muy utilizada, y por variadas razones. Es una práctica
desconocida en Estados Unidos y muy poco frecuente en la mayoría de los países
de la región.
La primera huelga general de orden nacional sobrevino en
noviembre de 1902. Comienza como un conflicto específico de los estibadores de
Buenos Aires que se niegan a cargar bolsas de más de 70 kilos. Iniciado el
conflicto, el 17 de noviembre se suman los trabajadores del Mercado Central de
Frutos de Barracas, y le siguen los Conductores de Carros. En este panorama, la
FOA (anarquista) lanza, con la oposición de la UGT y Partido Socialista, lo que
fue la primera huelga general nacional.
Esto provoca el espanto de las elites.
Como consigna el historiador Alejandro Belkin, el diario La Prensa publicó el
21 de noviembre de 1902: “se ha planteado, pues, todo un problema económico de
primera magnitud, que afecta por sus fundamentos a la riqueza pública.”
Inmediatamente después se reunió el Congreso Nacional y aprobó la Ley de
Residencia, artilugio que posibilitó la expulsión de miles de activistas
inmigrantes durante muchos años.
Dos años después se produjo la segunda huelga general. El
historiador Agustín Santella cita el documento fundacional de la UGT en donde
se lee “la huelga general puede ser un medio de lucha eficaz cuando sea
declarada contando con una previa organización que ofrezca probabilidades de
triunfo…”1
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