sábado, 24 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 3


El general Bustos, como militar de carrera que es, le previene sobre los riesgos que corre al desprenderse de la artillería, pero Facundo no lo atiende. El no es partidario de los cañones. Asegura que no los necesita. Le bastan sus jinetes, con los cuales ya ha derrotado anteriormente a los veteranos del Regimiento l° de los Andes, y al coronel Lamadrid.

En momentos en que Facundo está con todas sus disposiciones tomadas, llega al lugar el jefe unitario. Y cuál no ha de ser su sorpresa, cuando se encuentra con que Córdoba está ya en poder de Quiroga. Su desconcierto es enorme, especialmente porque sus planes no tienen ya aplicación práctica. El mismo lo confiesa:


"A las siete de la noche nos hallamos en los arrabales de Córdoba, junto a los Mataderos. ¿Se creerá que me hallaba a pocas cuadras de la plaza, después de haber descendido de los altos que la circuyen, desde los que se distinguía una muy extensa línea de fogones en el campo de La Tablada que indicaban el campo enemigo, y al mismo nivel que ella, sin saber si se había o no rendido?"

Hasta este momento, el plan del general Paz consiste "en meter víveres en la plaza, a cuyo efecto traía una buena tropa de ganado, reforzarla con igual número de infantes al que traía desmontado", dejar una de las piezas de artillería que lleva y salir al encuentro de Quiroga, teniendo a la ciudad de su parte.

Ahora, con la ciudad en poder de aquél, y con sus tropas formadas en batalla sobre el campo de La Tablada, la situación cambia fundamentalmente.

A la mañana siguiente, después de una consulta con su Estado Mayor, y ante la evidencia de que Quiroga lleva la ventaja de la iniciativa, Paz trata de encontrar medios adecuados para contrarrestarla.

Existe una confesión del general Paz, que constituye algo así como el punto clave para estimar sus temores con relación a las posibilidades de triunfar de Quiroga.

"Iba, pues -dice Paz- , a entablar el combate por la tarde, pero con el presentimiento de que si lograba al anochecer desorganizar la masa de caballería enemiga, le sería imposible al general Quiroga, cuya influencia personal era mucha, el reunirla y aun contenerla".

Evidentemente, el general Paz, gran conocedor de hombres, está en lo cierto cuando hace la apreciación anterior, porque en la batalla que se aproxima, él no va a combatir solamente contra el ejército de Facundo Quiroga, sino también contra la influencia personal que el riojano ejerce sobre su gente. Desorganizar a Quiroga mentalmente, desorientándolo en el momento en que vayan a tener comienzo formal las operaciones militares, tiene que ser, por lo tanto, y lo es, uno de los principales objetivos que persigue Paz.

Todo está listo para la batalla que se aproxima, y ya no será posible que ninguno de los protagonistas de este episodio acumule a su favor otros factores que no sean los de carácter psicológico o, simplemente, los vinculados a las oportunidades en que han de ser llevados a la realidad los planes esbozados.



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