domingo, 10 de marzo de 2013

Campo de Mayo – parte 5


A medida que pasaban las décadas, el acantonamiento militar de Campo de Mayo se fue transformando de manera lenta en un eje de poder sustancial, a tal punto que se transformó en la voz del Ejército. Desde allí salieron tropas para voltear gobiernos, en otras oportunidades se usaron sus instalaciones para jugar a los soldaditos con balas de verdad, y también como campo de concentración, eufemísticamente llamado centro de detención, y hasta como maternidad clandestina, donde las detenidas eran despojadas de sus hijos y muertas luego de parir. La sombra que proyectó sobre el país también dejó sus marcas en nuestra comunidad.

Una de las últimas veces que el lugar fue centro de la noticia fue cuando, a fines de 1995, se allanaron algunas dependencias en busca de pruebas por el atentado a la sede judía de la AMIA. El comisario de la Bonaerense, Ángel Salguero, encabezó un allanamiento que permitió desbaratar una banda de militares retirados y en actividad que se dedicaban al tráfico de armas, las cuales eran robadas al Ejército.

Campo de Mayo, ante la actual reforma militar y frente a la anulación de hipótesis de conflictos, es visto como un lugar que a futuro deben ser desalojadas las unidades militares, aunque en la década del ‘90 se creó en el lugar un sector de entrenamiento para los Cascos Azules, que participan en las acciones convocadas por las Naciones Unidas. Hay propuestas para que allí se habilite un polo industrial, otros manifiestan su intención de dar el espacio a casas de estudios terciarios y universitarios, mientras que hay propuestas para que allí se cree una reserva ecológica, como pulmón para la región norte del Gran Buenos Aires.

Lo real es que hoy el lugar se transformó en prisión de muchos militares, algunos de ellos participaron de los años de plomo, otros en cambio no pudieron voltear gobiernos democráticos y esperan con ilusión un indulto presidencial.


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