7. La votación
Terminado el debate, se procede a votar. La barra patriota escandaliza por cada voto: con vivas si son contrarios al Virrey, con desafueros si son favorables a Cisneros. La grita se extiende a la plaza, donde los "infernales" - que ahora, han agregado a las cintas blancas una rama de olivo, símbolo de la victoria - se hacen eco de lo que pasa adentro a través de elocuentes señales que se les transmiten desde el Cabildo.
“Continúa la votación con todo este desorden - se quejaría más tarde en su informe el ex Virrey Cisneros- a los que sufragan en favor de la autoridad se les insulta con descaro y escarnio; a los que opinan en contra se les aplaude no obstante los apercibimientos serios del Cabildo. Se obliga a prestar los votos en público sin embargo de haber solicitado muchos la votación secreta; por manera que observando los hombres de bien una formal coacción toman muchos el partido de retirarse ocultamente a sus casas sin emitir sus votos”. Efectivamente, 25 concurrentes no votan. A favor del Virrey se pronuncian 64 votos, y 162 en contra. La extensa jornada sólo termina pasada la medianoche, en que es preciso buscar refugio para ponerse a cubierto “del hambre y el frío”.
El primero en votar es el obispo, pero nadie acompaña. su pronunciamiento. Le sigue Ruiz Huidobro, que vota en los términos de su discurso, y arrastra detrás suyo, entusiasmados, a Vieytes, Feliciano Chiclana, Viamonte y otros. El voto en favor del Virrey que concita más adhesiones lo emite el oidor Manuel José de Reyes y el voto patriota más acompañado es el de Saavedra, que sufraga en 299 lugar. Su pronunciamiento dice así:
"Que consultada la salud del pueblo y en atención a las actuales circunstancias, debe subrogarse el mando superior que obtenía el Excmo. señor Virrey, en el Excm. Cabildo de esta Capital, ínterin se forma la corporación o junta que debe ejercerlo; cuya formación debe ser en el modo y forma que se estime por el Excmo. Cabildo, y no quede duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.
Así, con ese voto, amplía Saavedra el alcance del de Ruiz Huidobro, al subrayar que es el pueblo quien ejerce originariamente la soberanía. Tal principio – que ya había sido aplicado en España al formarse Juntas de gobierno ante la invasión napoleónica – presidirá todos los acontecimientos posteriores de los días 23, 24 y 25 de Mayo.
8. El Cabildo reemplaza al Virrey
El 23 por la mañana se reúne el Cabildo para realizar el escrutinio de los votos emitidos en el borrascoso congreso del día anterior. “Hecha la regulación con el más prolijo examen – dice el acta del Cabildo – resulta de ella a pluralidad con exceso, que el Excmo. señor Virrey debe cesar en el mando y recaer éste provisionalmente en el Excmo. Cabildo, con voto decisivo el caballero Síndico Procurador General hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente".
De este modo queda Leiva como jefe virtual del Virreinato. El astuto síndico no pierde la oportunidad de jugarse una carta brava para afirmar la posición del partido del Virrey. Hábilmente, Leiva señala al Cabildo que es conveniente conciliar el bien de estas provincias con la autoridad superior, la cual debe velar por la unión de todos los territorios americanos. Subraya el síndico que, si bien Cisneros ha cesado como Virrey, la autoridad que de él emana aconseja confiarle la presidencia de la Junta, hasta tanto los diputados de las demás provincias resuelvan lo que conviene en definitiva. Así lo resuelve el Cabildo y se redacta entonces un oficio para comunicar la decisión a Cisneros.
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