Sale Leiva al balcón y con palabras mesuradas y prudentes intenta convencer a los peticionantes de que el Ayuntamiento se ocupará de todo, que se queden tranquilos y regresen a sus casas en orden. La grita se hace entonces más concreta: clama que el Virrey sea suspendido y Leiva nada puede hacer para calmarla. En esos momentos entra Saavedra a la Sala Capitular y los cabildantes le piden que interponga su influencia ante los manifestantes para que despejen la plaza. Desde el balcón, el Jefe de los Patricios habla a la multitud, asegurándole que nada omitirían él y los demás comandantes para satisfacer las demandas populares. Pide luego la desocupación de la plaza y la tranquilidad necesaria para que los cabildantes puedan seguir deliberando. Los manifestantes se retiran, y el Cabildo se dedica entonces a estudiar la manera de convocar el congreso de vecinos. Finalmente, se resuelve que la convocatoria se realice para el día siguiente, 22 de Mayo, a las 9 de la mañana.
Se confecciona una lista de los personajes que deben ser invitados y se acuerda, además, que ha de redactarse una “proclama enérgica” para comenzar la sesión. Se invitará al obispo, a las autoridades jurídicas y administrativas, al Cabildo eclesiástico, a los comandantes, a los alcaldes de barrio, a diversos catedráticos, oficiales, sacerdotes y vecinos principales.
La convocatoria a Cabildo abierto no es, todavía, una victoria de los revolucionarios. El partido del Virrey confía en que los votos terminarán dándole la hegemonía. Se imprimen 600 esquelas de invitación, pero sólo se llegan a distribuir 450, sobre la base de la lista elaborada por el Cabildo. La mayoría de esos invitados, presumiblemente, apoya la causa del Virrey. Sin embargo, sólo concurren 251 invitados. La ausencia de los 199 que no se presentan se debe, en su mayoría - según un autor -, a la pusilanimidad y el miedo, sin perjuicio de que los miembros de la Legión Infernal y muchos oficiales se encarguen de sugerir el regreso a sus casas a algunos de los invitados que resultan ausentes.
Pero además de la gente que ocupa los altos de la casa consistorial - relata un testigo - hay “una reunión como de 300 personas de capa y, debajo de éstas armadas de puñales y pistolas; a su cabeza está don Antonio Luis Beruti".
4. Cabildo Abierto
Además de los invitados especiales, concurre una barra entusiasta. French, por su parte, lleva a sus hombres para dar calor popular a las opiniones de los revolucionarios.
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