miércoles, 4 de febrero de 2015

La revolución radical de 1905 y sus consecuencias - Parte 1


El 4 de febrero de 1905 estalló una revolución de la Unión Cívica Radical en diversos puntos del país. La sublevación fue sofocada pero convenció a los dirigentes de la época de la necesidad de realizar cambios profundos en el sistema político vigente. Desde finales del siglo XIX, un sector del grupo gobernante había comenzado a darse cuenta de que la prosperidad alcanzada podía peligrar si no se atendían los reclamos de la oposición.  Se mostraron entonces dispuestos a considerar reformas graduales en el sistema electoral, con el fin de evitar conflictos sociales. Pero la “máquina electoral”, aceitada en base a fraude y corrupción, continuaría funcionando a  la perfección durante muchos años. A continuación, incluimos algunos  fragmentos de un discurso de Carlos Pellegrini, pronunciado pocos meses después de la revolución radical, donde manifiesta su convicción de llevar a cabo una apertura política en el sistema electoral. 

Fuente: Discurso de Carlos Pellegrini en el banquete que le ofreció la juventud del P.A.N., el 25 de agosto de 1905.

“Nuestro país despliega ante el mundo sus tesoros y escucha satisfecho el coro de alabanzas y de elogios que se tributa siempre a los afortunados; pero su concepto como Nación no crece cual debiera, y asoman a veces dudas hirientes sobre su capacidad política.
”…Nuestra historia política de los últimos quince años es, con ligeras variantes, la de los quince años anteriores; casi puede decirse, la historia política sudamericana; círculos que dominan y círculos que se rebelan; opresiones y revoluciones, abusos y anarquía. Pasan los años, nada se corrige y nada se olvida…
”Vivimos girando en un círculo funesto de recriminaciones recíprocas y de males comunes. Los unos proclaman que, mientras haya gobiernos personales y opresores, ha de haber revoluciones; y los otros contestan que mientras haya revoluciones, han de existir Gobiernos de fuerza y de represión. Todos están en la verdad, o, más bien, todos están en el error.
”Hay que convencer a los unos que por fundadas que sean sus protestas contra la violación de derechos y garantías, nunca podrán alcanzar el remedio de esos males con revueltas populares o motines militares, y que el testimonio, no sólo de nuestra propia historia, sino de la historia de la humanidad, les dice que, de esas revueltas y motines, han surgido muchas veces Gobiernos de hecho y de fuerza, obscuras y torpes tiranías; pero jamás Gobiernos de libertad y derecho.
”Pero, cuando condenamos estos remedios anárquicos, no podemos admitir que esa condenación se traduzca en garantía para el abuso, y debemos recordar a los Gobiernos que es la libertad y no la represión la que curará males que tienen su origen en nuestra deficiente educación política, y que inútilmente apelarán al rigor de las leyes, pues que aún cuando condenen a los culpables a presidios y destierros, la sentencia caerá sobre ellos sin inflamarlos, porque la conciencia y el sentimiento públicos saben que no hubo en su acto intención criminal, sino vicios de educación política…

”Todos estos males, mis jóvenes amigos, reconocen una sola y única causa y tienen un solo y único remedio, es que todo nuestro régimen institucional es una simulación y una falsedad. Nuestra Constitución proclama como base institucional la soberanía popular, y la soberanía popular no existe; declara que el voto popular es fuente de toda autoridad, y esa fuente está cegada o cubierta de malezas; quiere que nuestro Gobierno sea fuerte y eficaz por la opinión que lo vigorice, y la opinión pública carece de vigor necesario, pues se la ve cobijarse tras voluntades y energías personales…

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