”En
nuestra República el pueblo no vota; he ahí el mal, todo el mal, porque en los
pueblos de régimen representativo, cuando falta el voto popular, la autoridad
sólo surge y se apoya en la mentira o la fuerza; sólo tendremos
autoridades respetables y pueblos respetuosos, cuando hayamos conseguido
encarnar en nuestras masas y en todas las clases sociales, que el voto
electoral no es sólo el más grande de nuestros derechos, sino el más sagrado de
nuestros deberes; que es el voto lo único que levanta y dignifica al ciudadano.
”…Cuando
recorría la gran República del Norte, cuando contemplaba esa aglomeración de
razas, de religiones, de tendencias diversas, y cuando, en medio de esa
gigantesca batalla de ideas y de pasiones, veía la máquina institucional
funcionar regularmente sin choques ni tropiezos, me preguntaba: ¿cuál será el
secreto de ese perfecto organismo que así resuelve el problema del Gobierno
firme, de un pueblo en camino de ser el mayor imperio de la tierra?
”…cuando
vi en torno de las urnas, fieles a la cita, todas las clases sociales, desde
las más grandes hasta las más pequeñas, desde los hombres fabulosamente ricos
hasta los proletarios, cuando vi en Nueva York, sólo tres veces más poblada que
Buenos Aires, votar 650.000 ciudadanos, y en toda la Unión depositar su voto
15.000.000 de electores, el 20% de la población total; y cuando recordé que en
esta gran ciudad, con 1.000.000 de habitantes, apenas reunía, en circunstancias
análogas, 30.000 electores, el 3 % de la población total; entonces comprendí y
sentí por qué aquel pueblo era tan grande, tan fuerte y tan libre…
”Un
pueblo que vota es dueño de su propio destino: nada se realiza sino por su
voluntad, y nada puede haber dentro de su soberanía que sea superior a su
soberanía misma…
”Vamos,
pues, mis jóvenes amigos, a aprestarnos para la gran tarea, y llamo a alistarse
no sólo a vosotros, sino a las nuevas generaciones en toda la República. No las
convoco a una campaña electoral inmediata con el solo propósito de hacer
triunfar una tendencia, sino a una cruzada política contra la indiferencia que
pesa como manto de plomo sobre nuestra vida pública…
”Sólo
conseguiremos despojar nuestro título de sudamericanos de su significado
deprimente, sólo podremos rechazar las humillantes protecciones del monroísmo,
sólo seremos, en una palabra, pueblo respetado y respetable, cuando sepamos
votar”.
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