sábado, 27 de diciembre de 2014

Joaquín Campana, una garantía – Parte 14




Dice el historiador argentino Juan Canter (citado por Washington Reyes Abadie en “Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata”, Montevideo, 1998): “La oposición aprovechada se alza prepotente con humos de arrogancia. Han vuelto a aparecer las cucardas azules y blancas, el café (de Marco) ha recobrado nueva animación. Junto a la juventud ilustrada aparecen también los Sosa y los García, al lado de Francisco Paso (pertenecientes a un sector de los suburbios). Son varios los elementos que juegan la partida de las conveniencias políticas.”

El estancamiento en la negociación entre Buenos Aires y Montevideo

Las negociaciones entre la Junta Grande y el Virrey Elío habían pasado por distintas etapas ya desde los días posteriores al triunfo de los patriotas en Las Piedras. El 21 de mayo, el derrotado Elío designa a José Obregón para cruzar a Buenos Aires en una fragata británica a negociar un cese de hostilidades. La respuesta de la Junta Grande en la reunión celebrada con este negociador la noche del 26 de mayo fue la siguiente: “Que el Pueblo de Montevideo reconozca el Gobierno Supremo de la Capital y Provincias Unidas, en cuyo caso será restituido al pleno goce de su antigua unión, comercio y demás relaciones de que antes gozaba en los propios términos en que se reconocen hoy las demás Provincias Unidas; La seguridad individual de sus habitantes y la propiedad individual de todos y de cada uno, será garantida y protegida con toda la autoridad y fuerza del Gobierno, conservando los oficiales de cualesquiera clase que sean el rango y sueldo de sus empleos.”

Al producirse la invasión portuguesa es el General José Rondeau quien pide en primer lugar una conferencia entre delegados militares de los ejércitos enfrentados en Montevideo, que se produce el día 10 de agosto. En sus Instrucciones al delegado del ejército sitiador, el General Rondeau dice: “Una discordia doméstica, y accidental a los verdaderos intereses de la Nación ha convertido las armas de la Patria contra el pueblo de Montevideo. Empeñado este en desconocer la autoridad del Gobierno, que estableció la Capital y aprobaron todas las Provincias del Virreinato para consultar su seguridad interior, en medio de las convulsiones que agitan la Metrópoli, adoptó medidas hostiles y declaró la guerra, fueron batidas sus divisiones, y al fin un sitio destructor es el fruto de su irreflexiva oposición. Obstinado en su sistema, quiso suplir la inferioridad de sus fuerzas y recursos con un atentado, que escandalizará a todos los Pueblos de la Nación. Proclama por medio de sus Jefes al auxilio del Portugal sin detenerse en las consecuencias de esta medida verdaderamente antipolítica, ni reflexionar, que siendo la conservación de la integridad territorial uno de los primeros deberes del vasallaje, no debía esta obligación sagrada posponerse al empeño de sostener una opinión particular, cuyo éxito dejaba ilesos los altos derechos de la Nación, supuesto el reconocimiento de las partes contendientes a la Soberanía de Fernando. Los Portugueses que solo esperaban una ocasión semejante para tentar la conquista de un País hermoso, fértil y limítrofe, cuyo engrandecimiento y riqueza han sido siempre el motivo de su rivalidad y el objeto de sus miras ambiciosas, se mueven en aptitud de atacar nuestros hogares, y con el fingido pretexto de dar auxilio a Montevideo, y arbitrar sobre nuestras diferencias intestinas, intentar conquistar el territorio, oprimir a sus habitantes y extender el imperio de su tiranía desmembrando el Patrimonio de nuestro desgraciado Monarca, una de las partes más preciosas de sus vastos dominios.”


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