domingo, 28 de diciembre de 2014

Joaquín Campana, una garantía – Parte 15

Se extiende más adelante en el mismo documento diciendo “Que en fuerza de esta conducta se disponen las armas Portuguesas a entrar en nuestro territorio con las miras de hacer jurar fidelidad a la Carlota, destruir a los mismos Jefes que han proclamado su socorro, y engrandecer su imperio sobre la usurpación de nuestros bienes, y la ruina de nuestra libertad civil.” Es muy significativa esta mención de Rondeau a Doña Carlota de Borbón, no tanto por el Virrey Elío que había protagonizado la creación de la Junta de Montevideo el 21 de setiembre de 1808 pidiendo la destitución del entonces Virrey Santiago de Liniers, sino porque buena parte de los miembros de la “Sociedad Patriótica” (que contemporáneamente a estas gestiones de Rondeau estaban conspirando contra la Junta Grande) habían adherido fervorosamente al “Carlotismo” en 1808 y 1809, procurando la coronación en Buenos Aires de esta hermana del deseado Rey español Fernando VII y esposa del Regente Portugués Joao VI.

Rondeau da cuenta de esta reunión a la Junta Grande, diciendo que “Se verificó entre Vigodet y el Intendente de nuestro Ejército. Aquel oficial español estuvo sumamente descomedido, y el General es de parecer que jamás habrá reconciliación sino la consigue la espada.” En estos momentos el montevideano Nicolás Herrera, recién expulsado de la ciudad, estaba oficiando como secretario del General Rondeau, y posiblemente estas cartas se deban a su pluma.

Como se señaló, el 11 de agosto son designados los comisionados por Buenos Aires y poco después comienzan las negociaciones en Montevideo. Concluido ya un primer borrador, el 2 de setiembre llegan a Buenos Aires los delegados designados por el Virrey Elío para cerrar el acuerdo, Miguel Sierra, José de Acevedo y Antonio Garfias.

El 3 de setiembre se realiza una conferencia extraordinaria en un salón de la Fortaleza (sede de la Junta Grande), a la cual asisten los miembros del Cabildo de Buenos Aires, los Comandantes y Jefes de la guarnición, los delegados del Virrey Elío y los comisionados negociadores de la Junta, y también se invita al recién llegado de su misión en Rio de Janeiro, don Manuel de Sarratea. Se analiza el borrador y se le hacen algunas observaciones, la más importante de las cuales tiene que ver con la jurisdicción que se le reconocerá al Virrey Elío en el marco del armisticio.

A este delicado punto IV del borrador se le formula la siguiente consideración: “Que no debiendo el gobierno de Buenos Aires abandonar a la influencia de Montevideo, los pueblos y habitantes de la Banda Oriental, que imploraron su protección, no puede prestarse a que el Sr. Elío tenga jurisdicción en ellos, condescendiendo únicamente en que la tenga en el pueblo de Montevideo, único de la Banda Oriental que no la ha implorado, con tal que no pase del tiro de cañón.”

Esta discrepancia fundamental hace que la Junta Grande revalide los poderes a sus negociadores para que vayan nuevamente a Montevideo. Pero extrañamente, en las notas de los negociadores posteriores al 9 de setiembre aparece también Manuel de Sarratea, aparentemente sin haber sido designado formalmente por la Junta.

El 12 de setiembre, muy envalentonado por el avance de las tropas portuguesas, el Virrey Elío envía un brevísimo lacónico texto a los comisionados de Buenos Aires: “Queda, desde el momento de recibir este, roto el armisticio, y renovadas las hostilidades.” Esta es la última excusa que necesitaba la “Sociedad Patriótica” para terminar con el gobierno de Joaquín Campana y con la existencia de la Junta Grande

El golpe de Estado y la instalación del Pr


Por Alberto Umpiérrez.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario