Se
extiende más adelante en el mismo documento diciendo “Que en fuerza de esta
conducta se disponen las armas Portuguesas a entrar en nuestro territorio con
las miras de hacer jurar fidelidad a la Carlota, destruir a los mismos Jefes
que han proclamado su socorro, y engrandecer su imperio sobre la usurpación de
nuestros bienes, y la ruina de nuestra libertad civil.” Es muy significativa
esta mención de Rondeau a Doña Carlota de Borbón, no tanto por el Virrey Elío
que había protagonizado la creación de la Junta de Montevideo el 21 de
setiembre de 1808 pidiendo la destitución del entonces Virrey Santiago de
Liniers, sino porque buena parte de los miembros de la “Sociedad Patriótica”
(que contemporáneamente a estas gestiones de Rondeau estaban conspirando contra
la Junta Grande) habían adherido fervorosamente al “Carlotismo” en 1808 y 1809,
procurando la coronación en Buenos Aires de esta hermana del deseado Rey
español Fernando VII y esposa del Regente Portugués Joao VI.
Rondeau da cuenta de esta reunión a la Junta Grande, diciendo que “Se verificó
entre Vigodet y el Intendente de nuestro Ejército. Aquel oficial español estuvo
sumamente descomedido, y el General es de parecer que jamás habrá
reconciliación sino la consigue la espada.” En estos momentos el montevideano
Nicolás Herrera, recién expulsado de la ciudad, estaba oficiando como
secretario del General Rondeau, y posiblemente estas cartas se deban a su
pluma.
Como se señaló, el 11 de agosto son designados los comisionados por Buenos
Aires y poco después comienzan las negociaciones en Montevideo. Concluido ya un
primer borrador, el 2 de setiembre llegan a Buenos Aires los delegados
designados por el Virrey Elío para cerrar el acuerdo, Miguel Sierra, José de
Acevedo y Antonio Garfias.
El 3 de setiembre se realiza una conferencia extraordinaria en un salón de la
Fortaleza (sede de la Junta Grande), a la cual asisten los miembros del Cabildo
de Buenos Aires, los Comandantes y Jefes de la guarnición, los delegados del
Virrey Elío y los comisionados negociadores de la Junta, y también se invita al
recién llegado de su misión en Rio de Janeiro, don Manuel de Sarratea. Se
analiza el borrador y se le hacen algunas observaciones, la más importante de
las cuales tiene que ver con la jurisdicción que se le reconocerá al Virrey
Elío en el marco del armisticio.
A este delicado punto IV del borrador se le formula la siguiente consideración:
“Que no debiendo el gobierno de Buenos Aires abandonar a la influencia de
Montevideo, los pueblos y habitantes de la Banda Oriental, que imploraron su
protección, no puede prestarse a que el Sr. Elío tenga jurisdicción en ellos,
condescendiendo únicamente en que la tenga en el pueblo de Montevideo, único de
la Banda Oriental que no la ha implorado, con tal que no pase del tiro de
cañón.”
Esta discrepancia fundamental hace que la Junta Grande revalide los poderes a
sus negociadores para que vayan nuevamente a Montevideo. Pero extrañamente, en
las notas de los negociadores posteriores al 9 de setiembre aparece también
Manuel de Sarratea, aparentemente sin haber sido designado formalmente por la
Junta.
El 12 de setiembre, muy envalentonado por el avance de las tropas portuguesas,
el Virrey Elío envía un brevísimo lacónico texto a los comisionados de Buenos
Aires: “Queda, desde el momento de recibir este, roto el armisticio, y
renovadas las hostilidades.” Esta es la última excusa que necesitaba la
“Sociedad Patriótica” para terminar con el gobierno de Joaquín Campana y con la
existencia de la Junta Grande
El golpe de Estado y la instalación del Pr
Por
Alberto Umpiérrez.
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