En
el ínterin el Virrey Elío, no conforme con haber pedido la intervención militar
de las fuerzas portuguesas, también se la solicita a Lord Stragford en carta
del 26 de mayo: “Confiado sin embargo en que la poderosa protección de la Gran
Bretaña que V.E. me ofrece, podrá obligar a aquella Junta a conocer sus
verdaderos intereses, he asegurado al Capitán Haywood que estoy pronto a entrar
en cualquier género de negociación…”, y agrega más adelante que “considerando
la estrecha amistad y Alianza que felizmente subsiste entre la Gran Bretaña y
España y los continuos y generosos sacrificios que de común acuerdo están
haciendo ambas naciones contra Francia, no me parece fuera de propósito el
implorar a V.E. la protección y auxilios de las fuerzas británicas para
mantener la Plaza para su legítimo soberano, y espero de los generosos
sentimientos de V.E. que hará por su parte cuanto sea posible por que se
verifiquen mis justos deseos.”
El segundo efecto positivo está vinculado a la normalización de las relaciones
de Buenos Aires con el Paraguay, a pesar de la guerra fratricida que se le
había impuesto. En las jornadas del 14 y 15 de mayo de 1811, el Gobernador
español del Paraguay, Bernardo de Velazco, es destituido y en su lugar se instala
una Junta de Gobierno integrada por Fulgencio Yegros, Pedro Caballero y el Dr.
José Gaspar Rodríguez de Francia, actuando como Secretario Fernando de la Mora.
Con la excepción del Dr. Francia, los otros tres integrantes de la Junta
paraguaya eran amigos de José Artigas desde los tiempos de las invasiones
inglesas. De inmediato esta Junta propone regular las relaciones con Buenos
Aires a través de un Tratado de Confederación, cuya negociación también se
demora por distintos motivos y recién termina por firmarse el 12 de octubre de
1811. Pero nunca llega a aplicarse porque la Junta Grande había dejado de
existir y el Triunvirato no tenía ningún interés en este tipo de acuerdos.
A pesar de los manejos que hacía casi por su cuenta el Embajador Plenipotenciario
Manuel de Sarratea ante Lord Stragford y el Marqués de Linhares en Rio de
Janeiro, siguiendo instrucciones paralelas de la “Sociedad Patriótica”, y en
total contradicción con los intereses de su propio gobierno ejecutivo a cargo
de Joaquín Campana, éste manifestó claramente al Embajador británico su
posición en carta fechada el 18 de mayo:
"Estas provincias exigen solamente manejarse por sí mismas y sin los
riesgos de aventurar sus caudales a la rapacidad de manos infieles... Puede
V.E. estar firmemente persuadido que el bloqueo puesto por el general Elío es
más en perjuicio de los intereses de la Gran Bretaña y de la España misma, que
de los nuestros. Para que el gobierno inglés pudiese hacer los oficios de un
mediador imparcial es preciso que reconociese la independencia recíproca de
América y la península, pues ni la península tiene el derecho al gobierno de
América ni ésta al de aquella, de otro modo, poseído el gabinete británico con
la idea de nuestra degradación, no sería extraño que quiera darnos por favor
mucho menos de lo que se nos debe por justicia; hasta tanto no sea notorio el
juicio de la nación británica, debe suspenderse todo ulterior
procedimiento." (citado por Jorge Oscar Sulé, op. cit.).
Como bien señala el Dr. Sulé en su articulo referido, el documento resulta
“admirable por su dignidad y concepción patriótica”, de una claridad y
contundencia formidables en comparación con otros documentos de su época. Y es
muy probable además, como bien supone el historiador Mario Arturo Serrano (“Cómo
fue la revolución de los orilleros porteños”, Buenos Aires, 1972), que esta
carta haya indignado a Lord Stragford al imponerle condiciones a la mediación
que él mismo pretendía llevar adelante en representación de Su Majestad
Británica. Tal grado de indignación, sospecha Serrano, que no le dejara más
alternativa que propiciar un golpe de Estado en Buenos Aires, utilizando como
instrumento de este designio al propio Manuel de Sarratea.
Apenas dos días antes de esta carta a Lord Stragford, el 16 de mayo, la Junta
también se había comunicado con el Conde de Linhares, diciéndole que “ha creído
esta Junta que sin el conocimiento de este Congreso (de todas las Provincias)
sería un poco prematuro entrar en negociaciones con la España.” Pero, continúa
diciendo, “No se ofrecen los mismos escollos respecto a nuestra reconciliación
con la Ciudad de Montevideo: La naturalidad de sus habitantes, la vecindad del
suelo, y sus íntimas relaciones con esta Metrópoli, todo concurre a excitar el
deseo de nuestra reunión. La Junta aceptará desde luego toda proposición que
por medio de S.A.R. le sea propuesta, y no comprometa los intereses que se le
han confiado.” La Junta deposita su confianza en la mediación que ofrece el
Príncipe Regente de Portugal, a través de su Canciller Linhares.
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