Mientras tanto, en Río de Janeiro se negocia sobre la amenaza inminente de una
invasión portuguesa propiciada por el Virrey Elío y sobre una eventual
mediación del Imperio Británico. En este marco, el General José Rondeau, quien
desde el 22 de abril sustituye a Manuel Belgrano en el mando del Ejército de la
Junta en la Banda Oriental, parece actuar como agente de la “Sociedad
Patriótica”.
En efecto, en el Parte de la batalla de Las Piedras que José Artigas dirige a
José Rondeau fechado el 19 de mayo, informa que: “El Ayudante mayor de ordenes,
Don Juan Rosales, me asegura haber de fuerza en la Plaza de Montevideo, de 500
a 600 hombres, inclusos los que estaban en la Colonia, y que (según este) han
regresado a Montevideo.” Y a continuación le sugiere a su General en Jefe:
“Combine pues que V.S., en vista de lo expuesto, acelere sus marchas, y me
mande tropa a la mayor brevedad, entre la cual, es indispensable venga una
dotación suficiente de Artilleros, para el manejo de las 5 piezas de artillería
que he tomado a los enemigos: mandándome bastantes piedras de chispa, que las
necesito mucho, y no las había en el Parque enemigo.” Pese a este pedido explícito
que apunta claramente a tomar por asalto de inmediato la Plaza de Montevideo,
Rondeau se toma su tiempo, con demasiada parsimonia, considerando que la
presencia del Virrey Elío en Montevideo es la única excusa para justificar la
eventual invasión portuguesa que se está preparando.
Por oficio del 20 de mayo, Elío pide a José Artigas que se avenga a suspender
las hostilidades, porque se había enviado un delegado de Montevideo a negociar
un armisticio con la Junta de Buenos Aires, a lo que Artigas responde que “La
causa de los pueblos no admite, Señor, la menor demora. Si V.S. desea
sinceramente evitar la efusión de sangre tan contraria a la humanidad, entre
V.S. en negociaciones conmigo…”. Al día siguiente en otro oficio José Artigas
le propone al Virrey que para evitar “el horror del plomo y el acero”, tome “el
pronto remedio que está en sus manos: este es, solo la entrega de esa plaza,
entablando conmigo negociaciones que resulten en beneficio de esos vecinos,
nosotros tenemos un conocimiento pleno de sus pocos recursos; lo tenemos de su
situación, e inútiles esperanzas, y V.S. lo tiene de nosotros, que militando
bajo los auspicios de un imperio establecido; tenemos una fuente inagotable de
auxilios.” Con mucha elegancia le intima la rendición incondicional.
En este marco, la noche del 21 de mayo, el Virrey Elío expulsa a los sacerdotes
Franciscanos de Montevideo, acusándolos de ser “amigos de los gauchos”. Este
hecho podría asociarse a la ya mencionada reunión realizada por la Congregación
Franciscana en Buenos Aires en febrero de 1811, poco antes de la “revolución de
los orilleros”. Junto con ellos son expulsados también más de 20 familias de
criollos sospechosas de ser simpatizantes de la Junta. El 24 de mayo la “Junta
provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata” confiere a José
Artigas el empleo de Coronel del Cuerpo de Blandengues, con especial
consideración a sus méritos y servicios, y lo designa Segundo Jefe del Ejército
a cargo de todas las fuerzas de Caballería Patriótica.
En tal carácter, el día 26 de mayo Artigas dirige una nota al Comandante de la
Fortaleza del Cerro diciéndole que “Hallándome determinado a atacar esa
fortaleza con una fuerza superior que hará inútil su resistencia, propongo a V.
la rinda a las armas de Fernando séptimo, que obran a mis órdenes, para evitar
una efusión de sangre dolorosa de ambas partes…”. Pero el ardor combatiente de
Artigas es contenido al llegar José Rondeau el 1º de junio, con órdenes
expresas de estrechar vigorosamente el cerco a Montevideo, pero evitando el
asalto.
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