Con su consejo preponderante ante los hombres y su acción
individual aislada, Rocha logró sofocar el estallido y el gran éxito de su
atinado patriotismo lo elevó aún más ante la estima y juicio de los ciudadanos.
Rocha pacificador, apoyó la gestión constructiva del
Presidente Avellaneda precisamente cuando más rivalidad había entre
provincianos y porteños.
El momento hizo ver al Dr. Rocha la urgencia de afirmar
nuestro nacionalismo conteniendo la hegemonía bonaerense y fue por el
levantamiento armado del Gobernador Tejedor, asumiendo la representación de la
altiva Buenos Aires, frente a la soberanía nacional, que pudo solucionar el
grave problema institucional y político que amenazaba quebrar el federalismo
argentino, cuyo afianzamiento había costado tantas luchas entre las provincias
(antes y después del Gobierno de Rosas).
La solución para contener ese enojoso y perturbador
antagonismo, la encontró el Dr. Rocha rigiendo los destinos de la primera
provincia argentina con su proyecto de Fundación de La Plata; que resolvió el
viejo problema de la Capitalización de Buenos Aires, alrededor del cual giraron
todos los conflictos y luchas civiles que se dieron por la coexistencia
imposible de las autoridades nacionales y provinciales en la misma capital.
Fue ceder patrióticamente a la Nación, la gran ciudad
cumpliendo con una de las finalidades determinantes de la Constitución del 53,
la de integrar junto con la delimitación territorial, la organización política
definitiva del país.
Una leve inclinación de cabeza, su particular sonrisa, y en
la diestra la clásica galera, qué porteño atropellado, estresado o el pacífico
concurrente a un café en la vereda repara en que uno de esos caballeros que
transitan por la calle Lavalle, es el ilustre arquitecto de sus sueños que
cristalizaron en la construcción de una cuidad distinta a todas por sus
edificios, sus sabios, sus artistas, sus mujeres, sus poetas...
Es DARDO ROCHA, una reliquia histórica, un jefe de familia
sencillo, un porteño genuino que en su trato, tanto en los círculos políticos y
sociales como a su paso por la calle mostraba el rasgo espontáneo de su franca
simpatía.
Dijimos que se identificaba como un porteño genuino,
basándonos en sus propias palabras, recogidas por su amigo Honorio Senet en su
libro "De lo nuestro" , decía así: "...soy uno de los vecinos
más antiguos de Buenos Aires, por cuanto sigo habitando el mismo solar, en la
calle Lavalle en que mis antepasados más remotos edificaron su casa
colonial...".
Rememorar el palacete neoclásico de líneas renacentistas es
sumergirnos en el selecto espíritu de este anciano de silueta inconfundible, ya
que constituyó la culminación del extraordinario esfuerzo de Rocha
coleccionista. Reunió piezas importantes como muebles de época de Carlos III,
valiosas porcelanas, destacándose un plato de Rhodas en mayólica del siglo XVI,
un jarrón chino, un cántaro italiano y muchos mas objetos de arte. Recordemos
que el Dr. Rocha donó dos momias egipcias y una estatua yaciente de Guidarello
Guidarelli (copia), cuyo original esta en la Academia de Bellas Artes de Ravena
(Italia), al Museo de Ciencias Naturales local.
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