El Dr. Rocha gustaba asociar los logros de hombre versado en
asuntos de estado con fechas relacionadas con sus afectos familiares. Todo lo
coordinó para que la Fundación ocurriera el 23 de octubre, día del cumpleaños
de su señora esposa y compañera de todos los momentos Doña Paula Arana. Pero
algo inesperado dispuso las cosas de otro modo.
Había llovido muchísimo en el lugar donde se demarcó en un
principio para colocar la Piedra Fundacional (calles 43 y 11), ese lugar, se
asemejaba a un cañadón lleno de agua y poblado de gallaretas que al menor
movimiento levantaban vuelo rasante en forma de nube. ¡Eso era tremendo!, los
adversarios comentaban que la Nueva Capital se fundaría sobre un bañado. De
inmediato, el Dr. Rocha ordenó la remarcación de la planta urbana y eligió el
19 de noviembre (día de San Ponciano) y fecha de cumpleaños de su segundo hijo
Dardo Melchor Ponciano. El tercer nombre se perpetuó como Patrono de la Ciudad
y designó a la primera iglesia platense (San Ponciano fue Papa y Mártir romano
del siglo III).
Al notable fundador, dotado de una pertinaz constancia para
terminar la obra soñada, en aquellas primeras horas de labor, dentro de un
escenario de materiales dispersos, de carros y chatas, de carpas diseminadas y
múltiples elementos de trabajo alguien lo vio ocupado en descargar una
vagoneta; es que no podía detenerse hasta que 10.000 casas cubrieran campos y
rastrojos de la heredad de los Iraola.
¡Qué de gratos y emotivos recuerdos habrían tenido los
familiares del Fundador! Como cuando dada la orden de colocar la Piedra
Fundamental, indicó a su hijo mayor Carlos Dardo Rocha para que ayudara a
engancharla en el aparejo y así descendiera al foso. O cuando Doña Paula Arana,
tomando la cuchara de albañil ricamente enjoyada inició el sellado de la Piedra
Basal.
Doña Paula Arana, esposa del Dr. Rocha, con el que tuvo 5
hijos, era de tez mate, contextura robusta y gustaba lucir elegante vestuario
para acompañarlo a toda celebración, desfile, viaje y reunión social que
aconteciera.
En este aspecto tan provechoso, sin desmerecer el valor
histórico de la Fundación, de haber sido un verdadero prodigio creador de
trabajo y de ciencia, ya que su traza mereció medalla de oro en la Exposición
Universal de París, junto a la Torre Eiffel, hoy como ayer, sufre la
gravitación negativa de la cercanía con la Capital Federal. Porque le absorbe
su actividad comercial, entorpece la radicación de industrias, le quita
población en busca de mejores ofertas laborales. Le retardó lo que sostenía el
Dr. Joaquín V. González: ..."que La Plata debía ser como Oxford, el más
propicio hogar de la cultura Universitaria argentina".
Un viejo carruaje tomado en Tolosa, se abre paso entre los
cardales, terrenos arados y cruzando arroyos. Se mueven sus ocupantes como
"zapallos en un carro". Alguien de la comitiva, temeroso de que no se
pudieran concretar las obras fantásticas que iba proyectando el Dr. Rocha, como
ser el Observatorio Astronómico; dándole a entender sus dudas se limitó a
contestar:
- Amigo, querer es poder. Y yo quiero, siempre quiero y
firmemente quiero.
¿Qué soñaba en voz alta el fundador?... Ver la Ciudad con
sus largas calle edificadas, sus jardines y sus monumentos que desde sus torres
y sus altos pisos se vieran los mástiles de los barcos anclados en el puerto.
Entorno al desarrollo del puerto giraron muchos anhelos, ya que Rocha sostenía
que:
-"descargadas las cargas de los atiborrados barcos en
espera del puerto de Buenos Aires, en el de Ensenada, con media hora de tren,
estarían en el de la Capital Federal...". ¡Ni soñando!, los porteños jamás
compartirían la aduana. Con el tiempo fue nacionalizado y al utilizarlo como
puerto petrolero, quedó prácticamente destruido.
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